El Claustro de San Ignacio, actualmente administrado por Comfama, busca convertirse en un referente de los epicentros culturales del país.
La Policía, los Franciscanos, los Jesuitas, un colegio y hasta una universidad, han sido los huéspedes que a lo largo de dos siglos poblaron los espacios del Claustro de San Ignacio, fundado desde principios de 1800 en el centro de Medellín. En una apuesta que reúne a reconocidos gestores culturales de la ciudad, Comfama, su actual administrador, busca convertirlo en un oasis para la cultura de Medellín que aporte a la transformación del Centro.
David Escobar, director de la caja de compensación, explicó que ya está constituido un equipo base a cargo de la propuesta, integrado por profesionales con una destacada trayectoria en temas de cultura, educación y emprendimiento. “El compromiso de la Caja con la cultura ha sido algo constante. La transformación a la que le apostamos busca hacer de San Ignacio, además de un centro de servicios, un espacio para el desarrollo de la cultura y la educación, que no tendrían por qué estar separados”, declaró el directivo, quien resaltó que la influencia del proyecto irá más allá de las paredes del claustro, que será intervenido por un grupo de historiadores y arquitectos del Parque Explora, dirigido por Carlos Serna, con miras al desarrollo de ambientes de aprendizaje.
“Tenemos plena confianza en los resultados que tendrá un equipo integrado por personas de la talla de Sergio Restrepo y Juan Diego Mejía, en cultura; Tita Maya y Claudia Restrepo, en educación, Mauricio Mosquera, en comunicaciones y Yan Camilo Vergara, en emprendimiento que, además, estarán acompañados de un grupo patrocinador, compuesto por personal de Comfama”, señaló Escobar al precisar el talento humano que estará al frente del proyecto del Claustro, que todavía se encuentra en planeación.
Una toma del patrimonio
Bajo la dirección de Sergio Restrepo, que desde el pasado 22 de mayo tomó las riendas de este monumento arquitectónico, el proyecto no sólo ocupará las paredes del Claustro sino que también vinculará a la plazuela y la iglesia de San Ignacio, el Paraninfo de la Universidad de Antioquia y todos los puntos de influencia cultural que estén a su alcance.
“Esperamos que en dos años ya esté consolidado el Claustro, que actualmente es un espacio vivo, porque acá se prestan servicios y se enseña, pero queremos llevar eso a su máxima expresión. La idea es hacer de este espacio uno de los complejos culturales más importantes e interesantes del país. Se puede decir tranquilamente que este es el proyecto de inversión en cultura, de carácter privado, más importante de la ciudad en la últimas décadas”, explicó Restrepo, desde la terraza del Claustro, precisamente uno de los espacios que quiere potenciar socialmente.
El bloque, compuesto por los tres edificios (Paraninfo, Iglesia y Claustro) fue pensado como un centro de formación ciudadana, en su momento encomendado a la orden de los Franciscanos, y posteriormente a los Jesuitas por el propio Francisco de Paula Santander. La estructura ha recibido a lo largo de su historia varios ataques militares que le han significado reconstrucciones parciales en diferentes estilos arquitectónicos. “Mucha gente no sabe que estos edificios están conectados por una serie de pasadizos, y le apuntamos a recuperar ese espíritu de trabajar como uno, y no sólo como bloque sino con todos los vecinos estratégicos que tenemos, como el Pabellón del agua, la antigua escuela de derecho de la U. de A. y el tranvía. Cuando se logre, se va a tener un gran impacto, porque sólo por el Claustro pasan anualmente 1’200.000 personas”, adelantó Restrepo al agregar que la toma cultural de la plazuela de San Ignacio será su principal objetivo.
El arquitecto Luis fernando Arbeláez señala que, precisamente, esta plazuela ha sido históricamente un centro para la cultura, la educación y las manifestaciones ciudadanas. “Sería potenciar una vocación que ya ha tenido este espacio, en sintonía con la idea de recuperar el centro. Esta plazuela es fundamental, no solamente por la presencia de la Universidad de Antioquia o el viejo colegio de San Ignacio, que estuvo en el claustro hasta 1956, sino por eventos como los Martes del Paraninfo, las reuniones estudiantiles, las protestas o la procesión del Sagrado Corazón, que partía de este lugar. Darle vida a este espacio es un signo inteligente y efectivo”, destacó Arbeláez.
La cara cultural del sector privado
Desde la perspectiva de Juan Diego Mejía, uno de los asesores de Comfama, el hecho de que los privados comiencen a invertir de manera contundente en cultura trasciende el requisito de la responsabilidad social integral y comienza a incursionar en un compromiso social efectivo por parte de las empresas. “La cultura es un derecho, y como tal, no puede dejar de ser una responsabilidad del Estado. Atraer la inversión del sector empresarial a la parte social es vital, pero debe ser entendida como una alianza, y no como una descarga”, explicó Mejía, quien asesora la Caja de Compensación en materia cultural.
A propósito del papel del la oficialidad en la cultura, y su diálogo con el sector privado, Pilar Velilla, gente territorial del Centro de Medellín, manifestó que esta relación debe estar mediada por una concertación permanente en la que cada parte tenga claras sus funciones y sus responsabilidades. “Lo ideal es que entidades culturales y Estado no entren a competir, sino que busquen complementarse. El Estado debe garantizar las condiciones para el ejercicio efectivo, progresivo y sostenible de los derechos de los ciudadanos a la cultura y fortalecer los campos cultural, artístico y patrimonial”, dijo Velilla.
En ese mismo sentido, desde la Gerencia, se ha aplaudido la iniciativa que al señalarla de “generosa y de gran utilidad”, y se detalló que el Centro busca propiciar todas las condiciones para que sucedan estas transformaciones. “Aquí en el Centro se asienta la mayor cantidad de entidades culturales de la ciudad, de patrimonios arquitectónicos y de tradiciones, este espacio guarda parte de la memoria de la ciudad, es el protagonista principal de este proyecto”, enfatizó Velilla a afirmar la voluntad de la gerencia es ser la articuladora de las distintas secretarías, de la comunidad y de la empresa privada para acompañar su accionar en el centro.
Formación que articula
Si bien Comfama es una entidad sui generis, por lo que se denomina privada pero opera recursos públicos para compensar a los afiliados, su inversión en el sector cultural rompe con el rol tradicional de las cajas de compensación. Así lo cree Yan Camilo Vergara, asesor de emprendimiento para el proyecto del Claustro. “Históricamente a la compensación se le atribuía un ejercicio netamente subsidiario, pero el proyecto se enfoca a nivel macro y entiende la compensación como una habilitación de oportunidades, lo que queremos es que las personas se reten a resolver problemas que tiene la ciudad, y cuenten con un socio estratégico que los ayude a sacar su idea adelante”, expresó Vergara, quien añadió que la fórmula Cultura-Educación-Emprendimiento será la triada que aglutine los objetivos macro que se ha puesto la caja de compensación con esta iniciativa, que se configura como una parte de un proyecto macro en la organización.
Claudia Restrepo, quien acompaña el tema educativo en Comfama, detalló que la gran transformación, que cuenta con aliados estratégicos que ha trabajado en procesos similares en la ciudad, le apunta a repensar la idea de bienestar, desde un enfoque también educativo. “Queremos que las familias se empoderen de su desarrollo, esto significa buscar su propia felicidad y lo que eso signifique para cada familia. Lo que pretendemos es acompañar y potencializar estas experiencias de aprendizaje, que tendrán como eje transversal la cultura y este espacio físico como escenario”, concluyó Restrepo.