Hay motores humanos, líderes egresados de este semillero rural, que hoy han tomado las riendas del Laboratorio del espíritu, y lo hacen con un desempeño envidiable
Buenos espíritus agitan los vientos en el municipio de El Retiro, en el oriente antioqueño, a pocos kilómetros de Medellín: el apacible vecindario de la represa de la Fe, la variedad de colores verdes propios de la región, una atmósfera enriquecida en flora y fauna, un área urbana con medidas de aseo y de urbanismo que tratan de guardar coherencia con el origen campesino del municipio. Muchos de estos son valores agregados a una zona cuyo crecimiento poblacional de los últimos años exige un cuidadoso balance del orden y racionalidad en ese mismo crecimiento. Un gran empeño habrá que aplicar en este municipio, para que exista control y prevención de eventuales factores negativos derivados del crecer, porque el impacto ambiental es un hecho cierto. Debe afirmarse una mentalidad de coherencia hacia planes de desarrollo pensados hacia un largo plazo.
Allí está, en la vereda Pantanillo, uno de los espíritus de buenos augurios: La corporación rural Laboratorio del espíritu, cuyo centro de operación se ubica a cinco kilómetros de la cabecera. La sede de una antigua escuela convertida en biblioteca rural y reconocido centro de encuentro comunitario inició operaciones en 2009. Sus programas, enfocados principalmente hacia la educación y promoción de las poblaciones rurales, y muy especialmente hacia los niños de los primeros años de edad escolar, incluyen: la propia biblioteca, el servicio y apoyo a la comunidad y a docentes de otras áreas veredales, el periódico Monteadentro, de pulcra edición y contenidos, la escuela de música para niños, tertulias, clases de lectura, escritura, promoción de otras actividades como los viajes a conocer el mar. Estos han sido evidentes beneficios para niños y adultos quienes difícilmente tendrían acceso a nuevas oportunidades. Las tareas del Laboratorio del espíritu, como muchos lo hemos comprobado, hacen posible que en la propia sede tengan lugar conciertos de buen nivel, ofrecidos por músicos y entidades a las que se han vinculado ejecutantes y educadores reconocidos. Recientemente escuchamos allí una presentación de jazz digna de escenarios de alto nivel. Algunos de los niños de esta región ya se han convertido –con el paso de años de esfuerzo tenaz y bien orientado- en músicos de trayectoria. Un ejemplo de fertilidad intelectual y estética en un ambiente en que es arduo trabajar por la cultura.
Hay motores humanos, líderes egresados de este semillero rural, que hoy han tomado las riendas del Laboratorio del espíritu, y lo hacen con un desempeño envidiable en tareas de la biblioteca, liderazgo en las múltiples áreas educativas y musicales, búsqueda de patrocinios y programaciones, manejo administrativo interno. Merecen mención específica Marisol Henao, Mireya Bedoya, Valeria Villada, Andrea Maya. Su compromiso y amor a su corporación rural son expresión de voluntad de servicio. Ya ellas han demostrado experiencia, autonomía, capacidad de gestión, lo que augura un buen futuro. Se han sumado a este esfuerzo muchas personas y entidades del sector privado; en una misión discreta, callada, efectiva, trascendente, libre de las veleidades de cambiantes entornos políticos.
El Retiro debe hacer un reconocimiento a quien desde los inicios de este proyecto ha estado en el proceso de gestación, crecimiento y madurez de esta importante corporación, la bibliotecóloga Gloria Bermúdez. Ella ha logrado que una entidad de esta naturaleza, expresión de amor y de servicio a las comunidades, tenga una realidad concreta, que va más allá de entusiasmos esporádicos y se convierte en prueba de que las iniciativas privadas toman forma, ayudan a mejorar las vidas de los demás, hacen de las veredas sitios dignos para vivir y en proceso de constante mejoramiento, proyectados hacia un futuro en el cual las expresiones de la cultura son logros palpables. Soplan buenos vientos desde el Laboratorio del espíritu.