La aldea global puede ser manipulada y envilecida a gran escala, debido a la portentosa extensión y uso de las redes sociales y los recursos informáticos
El tema de la manipulación política no es nuevo. Desde mucho antes de Cirilo de Alejandría en el siglo IV, se ha recurrido a toda clase de artilugios para imponer una idea.
Cirilo, cuya perversidad no admite duda histórica, (está demostrado que instó a sus turbas para que masacraran a la bella Hipatia, dado que su inteligencia se le hacía insoportable) logró no sólo ascender a las más altas cumbres del poder, sino la proeza de ser reconocido como “santo" por las Iglesias Católica, Ortodoxa, Copta y Luterana. ¡Todo un récord!
El trabajo realizado por Maquiavelo en el siglo XVI tiene gran influencia sobre la casa Borgia y no menos trascendental fue la creación por parte de la casa Jesuita de la “Sacra Congregatio de Propaganda Fide” en 1622.
Goebbles y sus lecciones de manipulación de masas excitan desde 1935 a la mayoría de los hombres públicos del mundo.
Ciertamente, no hay inocencia - nunca la ha habido - ni en la religión ni en la política, cuando se trata de conseguir adeptos.
Pero el caso de Trump resulta emblemático para el mundo de hoy por tres razones: 1.- La significación de los recursos tecnológicos utilizados. 2.- El perfil del personaje y 3.- El país en donde ocurre el suceso.
1.- Los recursos tecnológicos
Es un hecho que Trump fue elegido como consecuencia de una vergonzosa estrategia de manipulación concebida y ejecutada desde las oficinas del poderoso Robert Mercer, Director Ejecutivo de Renaissance Technology a través de una de sus compañías: Cambridge Analytica.
Está probado también que Cambridge Analytica, aparte de la recolección fraudulenta de perfiles sicológicos de cientos de millones de votantes en el mundo, utiliza sofisticados algoritmos para la manipulación digital, además de recurrir a viejos métodos ya probados de difundir rumores, crear noticias falsas, y contratar incluso a exagentes de inteligencia y prostitutas para “sacar los trapos sucios” a los contrincantes.
No existe duda además sobre las operaciones de esta firma en países como Kenia, Brasil, Colombia, México, Argentina, India y República Checa.
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Se arguye que “sorpresas” como los resultados del Brexit en Inglaterra y el NO en el Plebiscito por la Paz en Colombia, son consecuencia de esos ejercicios de manipulación.
Ya se sabe: La aldea global puede ser manipulada y envilecida a gran escala, debido a la portentosa extensión y uso de las redes sociales y los recursos informáticos.
2.- El perfil del personaje
Trump no tiene presentación. Reúne lo peor que puede exhibir una naturaleza humana envilecida: narcisista, antisocial, mentiroso, machista, xenófobo, racista, homofóbico, inculto, pedante, tramposo, maniqueo, vulgar e ignorante. Ese carácter y su deplorable perfil reflejan toda la dimensión de los niveles extraordinarios de manipulación ejercida, para que sectores atrasados de la sociedad americana tomaran la decisión de ser representadas por él.
3.- El país en donde ocurre el suceso
Los EE.UU., una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, se erigieron como la primera gran potencia económica. Aunque esa posición es cada vez más deleznable, aún ostentan ese título. Y entonces ahí, en donde se sintetiza todo el ideal neoliberal del “progreso” y el “desarrollo”, este personaje es elegido como su máximo dirigente, como su máxima expresión.
No hay una señal más dramática de decadencia. Una decadencia que se expresa no solo por quien fue elegido sino por los métodos para lograrlo y por quienes decidieron apoyarlo, ya con su voto, ya con los recursos de sus empresas y sus medios. Así, la decadente es la sociedad en donde se vivió el proceso.
Pero, hay una variable que los genios informáticos y los campeones del algoritmo no evaluaron ni entendieron:
Nassim Nicholas Taleb, profesor de la Universidad de Massachusetts en Amherst, ha dedicado los últimos años al estudio de la incertidumbre. Su texto, El cisne negro, es una reflexión fascinante sobre “el impacto de lo altamente improbable” que termina revolcando hasta sus cimientos la certeza estadística, con una afirmación lapidaria: “En este mundo, hay que sospechar siempre del conocimiento derivado de los datos”.
No entendieron que la sociedad y la mente humana operan con unas dinámicas que la inteligencia artificial no alcanza a dilucidar. Ya se sabe lo que ocurrió y cómo ocurrió. El mundo en general y los Estados Unidos en particular, tendremos mucho que aprender de esta crisis que refleja, de igual manera, nuestra propia decadencia.
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