Es más factible que se acentúe la diáspora de venezolanos a que los civiles se armen de verdad y enfrenten la tiranía con todas sus consecuencias
Trump dice que no descarta la vía militar para Venezuela, pero su prioridad es Norcorea, incluso Siria.
El tema de Venezuela es inagotable. La dinámica de los acontecimientos es cada vez más preocupante sin que ello signifique que haya un desenlace a la vuelta de la esquina. Lo que se percibe es todo lo contrario: Maduro tardará mucho en caer y su salida no equivale a la salida del régimen comunista que se instaló allá y que se está quitando la careta. Eso tomará más tiempo aún.
Muchos vaticinan la entrada de Venezuela a una guerra civil de verdad, no a ese terrorismo que hemos tenido en Colombia durante décadas y que Santos se empeñó en bautizar como tal para entregarles el país a las Farc. No sería un conflicto de baja intensidad sino una confrontación abierta entre una gran mayoría de venezolanos, opositores a ese totalitarismo comunista, y los enchufados del castrochavismo, donde se incluyen los llamados ‘colectivos’ y las hasta ahora leales Fuerzas Armadas.
Y hay que decir que hasta ahora son leales porque la supuesta insubordinación de una veintena de militares no significa nada, es algo fácil de aplastar. Versiones de prensa cifran en 60.000 el número de efectivos del Ejército, y la Guardia Nacional (que cumple funciones militares y de policía) cuenta con más de 70.000. Así que se necesitaría el levantamiento de miles de uniformados, de lo contrario, cualquier alzamiento sería estéril. De hecho, hay rumores en el sentido de que los hombres insubordinados en Carabobo eran parte de una estrategia para desenmascarar a aquellas unidades desleales al régimen, tal como hizo en Turquía Recep Tayyip Erdogan en julio de 2016. Por tanto, o aún no hay insubordinados o los descontentos están esperando un momento más adecuado para salir a escena.
Hoy, la debilidad de la oposición radica en no tener armas. No se puede enfrentar a un gobierno despótico a punta de cauchera o con fuegos de artificio, y los asesores cubanos —porque Cuba es el poder detrás del trono— son muy hábiles para mantener la represión a punta de gases lacrimógenos y muertos a cuentagotas para desmoralizar a los insurrectos, como en efecto se ha visto en los últimos días, con menos protestas callejeras.
Sin duda, es más factible que se acentúe la diáspora de venezolanos a que los civiles se armen de verdad y enfrenten la tiranía con todas sus consecuencias. Las armas cuestan mucho dinero y requieren una logística importante para su introducción. Eso escapa de las manos del estudiante, el jubilado y el ama de casa; se necesitaría mucha ayuda externa.
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En el fondo, todo depende de Estados Unidos, pero en el panorama geopolítico actual Venezuela no tiene mucho peso. Por ahora, Trump no cierra la puerta y dice que no descarta la vía militar, pero no va a armar a la oposición porque no hay una resistencia organizada ni con experiencia en el combate, como en Siria, ni va a ejecutar una invasión como en Panamá, cuando fueron por Noriega.
Los gringos tienen una avanzada maquinaria de guerra que les permitiría darle fin al socialismo del siglo XXI sin poner un pie en Venezuela. Una operación quirúrgica con misiles teledirigidos y el uso de drones destruiría en pocas horas la mayoría de instalaciones estratégicas del gobierno, como cuarteles, aeropuertos, refinerías y hasta el palacio de Miraflores. Maduro y sus secuaces ni se darían cuenta.
Algo similar a lo que le podría suceder al régimen de Kim Jong-Un. Disparar misiles nucleares contra Guam, o contra cualquier otro objetivo, será como un suicidio. Esos misiles serán interceptados y destruidos en el aire (sin detonación de las ojivas), dándole a Trump el pretexto que necesita para contraatacar. Un solo misil nuclear gringo borraría a Pionyang del mapa, pero no será disparado por una especie de pudor atómico. EE. UU. responderá con armas ‘convencionales’, como la GBU-43/B, más conocida como ‘la madre de todas las bombas’, usada en Afganistán, en abril de este año.
Sin duda, para Trump, la prioridad es Norcorea, incluso Siria; mientras a Venezuela se la sigue tragando esa diabólica máquina de muerte y miseria que es el comunismo.