Los republicanos en los Estados Unidos han venido dando muestras de su capitalismo salvaje y del interés de producir dinero sin importar a qué costos para la humanidad.
Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, ha decidido retirarse del llamado Acuerdo de París contra el cambio climático, un esfuerzo de la humanidad por disminuir los peligros ambientales que se ciernen sobre todo el planeta. Había sido suscrito por 195 países y el rechazo, solamente lo expresaron Siria, Nicaragua y EE. UU.
El objetivo central del acuerdo de París es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, fenómeno en el cual los Estado Unidos (15 %), después de China (30 %) son los mayores productores de dióxido de carbono, CO2. Terminan esta lamentable lista la Unión Europea (9 %), India (7 %), Rusia (5 %) y Japón (4 %). Mientras China, tan reacia durante la vigencia del Protocolo de Kioto, asume con responsabilidad la decisión de limitar a sus empresas para ayudarle a la Tierra, los Estados Unidos, inexplicablemente, “dejan de ser un aliado del planeta” como lo afirmó el periódico El País este primero de junio, para continuar siendo los destructores de la vida.
Los republicanos en los Estados Unidos han venido dando muestras de su capitalismo salvaje y del interés de producir dinero sin importar a qué costos para la humanidad. Ya el expresidente George W. Busch había retirado en el 2001 a los Estados Unidos del Protocolo de Kioto, el anterior intento por salvar al planeta del temible efecto invernadero. Contrario a ese proceder está el de los demócratas que primero con el ex vicepresidente Al Gore en lo referente al Protocolo de Kioto y luego con el mismo Barack Obama con el acuerdo de París, fueron los adalides para ponerles fin a las emisiones de gases que producen el efecto invernadero, a través de acuerdos entre las naciones.
El mismo diario El País, ya citado, afirmaba: “Con la salida del acuerdo de París, el presidente de la nación más poderosa del mundo no sólo da la espalda a la ciencia y ahonda la fractura con Europa, sino que abandona la lucha ante uno de los más inquietantes desafíos de la humanidad. La era Trump, oscura y vertiginosa, se acelera”. (Jan Martín Ahrens).
La comunidad científica, tan sensible a estos temas, ha levantado su voz de protesta y desde todos los confines de la Tierra se ha escuchado su preocupante reacción. Las mismas grandes empresas han hecho sentir su desagrado con la decisión del presidente Trump. Cerca de ochenta universidades, más de sesenta ciudades y varios Estados norteamericanos han expresado su rechazo a la decisión del Gobierno republicano de los Estados Unidos, demostración palpable de que entre los gringos no existe unanimidad y que allá también existe sensibilidad por los asuntos de la Tierra y el futuro de la humanidad.
Se prevé pues en los próximos años un peligroso incremento de la temperatura de la Tierra y calculan los científicos que cerca de tres mil millones de toneladas adicionales enviarán los Estado Unidos a nuestra contaminada atmósfera durante cada año que su Gobierno tolere tal exabrupto. Más capas de hielo se derretirán, los niveles de nuestros mares crecerán con sus secuelas de destrucción y muerte, pero los empresarios norteamericanos verán incrementados sus bolsillos. ¿Hasta cuándo?