Considero necesario protestar contra el matoneo machista de quienes equivocadamente han exigido igualar liberalismo a santismo
Con estupor, recibí la noticia de la encerrona a mi colega y amiga la senadora Viviane Morales, por parte de quienes abusivamente manejan el Partido Liberal. Quiero expresar mi rechazo absoluto al totalitarismo con el que están queriendo conducir al partido y mi solidaridad a Viviane Morales, no porque esté de acuerdo con todas sus posiciones, sino porque la esencia más liberal es la del respeto al disenso, y, sobre todo, a la objeción de conciencia, fundamental en el ideario de nuestra colectividad.
Basada en ese principio fundamental, considero necesario protestar contra el matoneo machista de quienes equivocadamente han exigido igualar liberalismo a santismo y coartar la libertad de expresión de quienes, fieles a la doctrina de nuestros grandes ideológos, disientan de este absurdo.
Este es uno más de los contrasentidos en los que ha caído el Partido Liberal, pues la ruta del actual gobierno está muy lejos de nuestro ideario. No puede ser llamado liberal un gobierno que incrementa el IVA al 19%, afectando a las clases media y baja; que niega la progresividad en los impuestos; que vende el patrimonio público a multinacionales extranjeras; que abandona a las víctimas y a las comunidades indígenas; que permite que la educacion y la salud no sean ni de calidad, ni mucho menos universales; que se niega a acatar las decisiones democráticas del pueblo, que tiene sumido al país en el centralismo más opuesto a los principios liberales; que ha atentado sistemáticamente contra todo equilibrio de poderes, a través de prebendas, clientelismo y “mermelada” y que ha sido protagonista de graves escándalos de corrupción.
En mi caso particular, desde ningún punto de vista aceptaré que se me imponga firmar un manifiesto, donde, en el numeral octavo, se exige “apoyo sin condiciones a la implementación del acuerdo suscrito por el gobierno colombiano y la guerrilla de las Farc para terminar el conflicto armado (...) y apoyo a cualquier otro acuerdo que se suscriba con otra organización guerrillera”. Se hipoteca así la conciencia y la libertad de los candidatos de criticar y tener objeciones sobre la implementación y el desarrollo del mal acuerdo firmado con las Farc y de posibles acuerdos futuros, cuyo alcance aún no está definido. Ningún ciudadano y mucho menos un congresista puede enajenar su voluntad “sin condiciones”, mucho menos, sobre hechos inciertos. Es absurdo y ofensivo siquiera proponerlo. No somos borregos: somos representantes de miles de colombianos, que esperan de nosotros criterio y buen juicio en su representación. El principio liberal de búsqueda de la paz negociada no está en discusión. Lo que estará siempre en discusión es la forma en que se negocie y los principios que se negocien, como la justicia, la verdad, la equidad, el derecho a la reparación integral de las víctimas, la igualdad ante la Ley y los avances internacionales en jurisprudencia sobre crímenes de lesa humanidad.
Desde que el Presidente Santos era candidato a la reelección, aseguró que habría cárcel para los delitos de lesa humanidad y que no veríamos a los responsables de dichas atrocidades haciendo política; que las víctimas serían el centro del acuerdo y que este dependería de la refrendación del pueblo. El Partido Liberal se comprometió entonces a apoyar el proceso, en esos términos. El acuerdo, tal como está, no cumple con ninguno de ellos. Por tanto, todo liberal es libre de tener objeciones al mismo, sea candidato o no.
* Senadora de la República
Codirectora del Partido Liberal