En la lengua, la elección entre las diferentes opciones es una cuestión de estilo o de preferencias personales
(Javier Bezos – español)
(Viernes 15 de marzo de 2019)
“Aunque las preguntas que se formulan a la Fundéu son muy variadas, tanto en forma como en contenido, hay una respuesta que se repite continuamente: Las dos son correctas.
“La lengua no es una ciencia exacta y no se rige por reglas mecánicas. Al contrario, lo habitual es que nos ofrezca un amplísimo abanico de opciones entre las que poder elegir. Sin embargo, cuando los hablantes se encuentran ante algunas de estas alternativas, no es raro que piensen que solo es correcta una de las opciones, o que las posibles variantes han de tener por fuerza distintos significados. Pero no tiene por qué ser así: a menudo, la elección entre las diferentes opciones es una cuestión de estilo o de preferencias personales.
“Esta libertad de redacción en determinados contextos entre diferentes opciones gramaticales y léxicas es tan frecuente que incluso tiene nombre: alternancia. […]
“Tal vez el principal grupo de preguntas en la que aparece la respuesta de que las dos opciones son válidas, es el de las preposiciones: igual da decir: ropa de hombre, que ropa para hombre; algo está pintado de rojo o pintado en rojo; hablaremos de María o sobre María. […].”
La alternancia en los tiempos verbales es también muy frecuente. Algunos manuales de estilo optan por una de las variantes, en la creencia de que, al haber dos, solo una de ellas es correcta, ejemplo: Si lo hubiera sabido, lo hubiera hecho; lo hubiera sabido, lo habría hecho.
Mañana vamos al cine; mañana iremos al cine.
“La lengua no es una ciencia exacta y no se rige por reglas mecánicas; lo habitual es que nos ofrezca un amplísimo abanico de opciones entre las que poder elegir.
“Otra alternancia relacionada con los verbos es la que encontramos en el siguiente ejemplo: La llamaron para impartir un curso. La llamaron para que impartiera un curso. Es verdad que la alternancia entre el infinitivo y el que con verbo conjugado, no siempre es posible, pero hay casos en que sí lo es […]-
“No hay nada de incorrecto en decir: “se puede hacer”, pues alterna con: “puede hacerse”. De nuevo estamos ante un caso en el que hay quienes tachan de incorrecta una forma plenamente legítima ante la idea de que solo puede valer una de ellas.
“La duda entre dos opciones puede estar motivada por razones semánticas; en tal caso, la alternancia puede estar matizada por el sentido de la frase. Por ejemplo: “Los miembros del equipo que elabora la revista” (verbo en singular), es tan correcto como: “los miembros que elaboran la revista (verbo en plural).
“La ortografía tampoco es una ciencia exacta y el estilo tiene mucho peso. Unos autores tienden a escribir más comas (lo que se llama estilo trabado) y otros menos (estilo suelto), porque hay muchos casos donde la coma es opcional (pertenece a lo connotativo). Allí donde alguien pone un punto otro puede preferir un punto y coma, y los paréntesis pueden ser reemplazados por rayas o por comas en muchos casos.
“Palabras que alternan, de acuerdo con la zona geográfica, son algunos diminutivos, por ejemplo: el diminutivo de mano: Si nos atenemos a la regla general, debería ser manito, como de foto es fotito (acabado en o, aunque sea femenino), en muy pocas regiones se dice: la manita; o de: problema, problemita (que es el caso inverso: un masculino terminado en A). La terminación vocálica en A, o en O, se hereda (y a veces incluso la ese, como en Carlitos o lejitos). Curiosamente, en España no es raro tachar de incorrecta la formación que, en realidad, es la adecuada. También depende del lugar en el que se prefiera determinada forma.
Decía el ilustre gramático colombiano Rufino José Cuervo en su Diccionario de régimen: “El lenguaje, con discreta economía, diferencia las construcciones dobles, o arrumba por inútil alguna de ellas”.
No le falta razón, y los hablantes, de modo individual, sin duda intentan aplicarlo sin percatarse de ello. Sin embargo, la lengua es una obra colectiva, donde es el conjunto de hablantes el que tiene la última palabra, y por ello no es raro que diferentes colectivos lleguen a diferentes soluciones al expresarse, y que convivan diferentes opciones individuales, al hablar (lo que se llama idiolecto) sin ningún problema. Así es la riqueza de las lenguas”.