Reflexión católica sobre el vínculo que une a los mandamientos y leyes eclesiales con la vivencia del amor.
Partimos de la segunda lectura por la anterioridad de Pablo ¿a 57? con relación al evangelio de Mateo ¿80-90?
En el domingo anterior Pablo diferenciaba la inteligencia humana, griega, con la sabiduría de Dios para decir que “la fe no reposa en la sabiduría humana sino en el poder de Dios”. Es lógico que el kerigma del Resucitado no tenga nada que ver con “sabiduría de este mundo ni de los poderes fugaces que aún imperan”. Ni tampoco con la indiferencia de los llamados “creyentes”. La sabiduría fundamental en la vida, por el sentido que aporta, es conocer el amor que Dios nos tiene y despertar al mundo que desconoce, la vida interior, la vida del Espíritu del Resucitado que nos va transformando en seres más humanos, como hizo Jesús. Pablo diría que “tenemos una sabiduría escondida” (Segunda lectura).
El mundo de la sabiduría
El libro del Eclesiástico contempla la propuesta en términos de: “tener por delante fuego y agua; frente a cada uno vida o muerte. Porque es inmensa la sabiduría del Señor, es grande su poder” “El a nadie le concedió el derecho de pecar, y no deja sin castigo al impostor que así lo afirme” (primera lectura). Esto indica que el mal es exterior al hombre; que el hombre es libre de escoger el mal o el bien, y que escoger el bien es recibir la paz que hace felices a otros.
Sólo el amor vence a la ley
Los versículos del evangelio de hoy son tal vez los más difíciles de todo el evangelio de Mateo, pero son muy importantes por estar en el contexto de las bienaventuranzas; que supera la ley con el amor; y para poner como centro de la vida la felicidad. (bienaventuranza), como lo hizo Jesús. El amor es cumplimiento y no abolición de la ley; porque la ley depende del amor. Si la ley es no matar; el mandamiento sobre el que hay que juzgar es el amor al hermano; y si el culto es la exigencia, recordar es el mandamiento de la reconciliación como culto; las desavenencias hay que perdonarlas antes de caer en manos de la ley. Si la ley no permite el adulterio, el mandamiento es quitar el ojo y la mano derecha. Estos duros imperativos no hay que tomarlos literalmente, los proverbios en la Biblia son consejos para la hora de la actual tribulación y ánimo en la conversión. Si la ley es no jurar, el mandamiento es la verdad, no decir mentiras, Jesús como palabra de Dios pide no mentir. Hay que abrir puertas al amor, bienaventuranzas para que por la acción del Espíritu nos libere para servir. (salmo 118) “Una letanía para encontrar la felicidad. Ábreme los ojos y cumpliré las maravillas de tu voluntad; enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón”
Lecturas del domingo 6º del tiempo ordinario - ciclo a
16 de febrero de 2020
Primera lectura: Lectura del libro del Eclesiástico (15,16-21)
Salmo: Sal 118,1-2.4-5.17-18.33-34
Segunda lectura: Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2,6-10)
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,17-37):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.
Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el que mate será reo de juicio.
Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano imbécil, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama necio, merece la condena de la “gehena” del fuego.
Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo.
Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.
Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehena”.
Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehena”.
Se dijo: El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio. Pero yo os digo que si uno repudia a su mujer —no hablo de unión ilegítima— la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio.
También habéis oído que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso y Cumplirás tus juramentos al Señor.
Pero yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo cabello. Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno».
Palabra del Señor