Que todos vivamos largamente, oyendo, cantando, tocando y bailando música suave
Cómo quiero y admiro a los tanguistas, muchos han sido maestros, de ese baile que aprendí al resucitar de una operación del corazón, cuando el médico ordenó hacer ejercicio. No quería me abrazaran aparatos de Gimnasios, había que buscar otra forma y la encontré: ¡Bailar tango! El tango es una música maravillosa de origen africano, la palabra tan go significa baile y tambor.
Se cuenta que cuando los negros quedaron libres de la esclavitud en La Tierra del Plata, nadie les daba trabajo, entonces acampaban cerca de los cuarteles donde estaban los militares, para atraerlos y distraerlos los negros ejecutaban música y las negras bailaban provocativamente.
Hace rato que el tango ya no está prohibido, como lo estuvo en la Argentina, hasta que un presidente, cuyo nombre se me escapa, permitió que fuera tocado, cantado y bailado públicamente.
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Me ha encantado, pero no he podido volver a los lugares donde se baila debido al volumen de la música que pone el “disc jockey” que no acepta bajarle. ¡Oh Dios mío! Como dicen los gringos, OMG ¡Oh my God!
Me parece raro que a toda la gente le guste el volumen. Bien se sabe que mientras más volumen haya menos se puede conversar y más trago se pide. Y que con eso el establecimiento gana más. Pero también sé que si uno está borracho oye menos.
Bueno, siempre sorprendida de que solamente a mí el ruido me molestara, fui a donde un especialista en oídos, que aprecio y admiro no sólo por sus estudios y conocimientos, sino también por su forma de ser y porque es hijo de uno de los más grandes compañeros de baile, de aquella primera juventud. Pacientemente él me explicó que si bien muchas personas iban perdiendo el oído con el paso del tiempo y precisamente por el exceso de ruido, otras oían más, que eso se llamaba hiperacusia, y que precisamente ese era mi caso.
También me explicó que todos los jóvenes de ahora que pasan la vida entre esos volúmenes y además los suben enterrándose audífonos, terminarán ineludiblemente sordos.
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Un tiempo después de haber estrenado corazón, visité a otro cardiólogo, quién aconsejó no asistir a lugares de ruido y tumulto pues estos factores podrían producir síncope.
¿Todo el mundo sabe qué es síncope? No, porque si lo han tenido no se han dado cuenta, pues hasta que a uno no lo despiertan y resucitan, no sabe que se ha caído -impredeciblemente- al suelo. También me explicó -o recordó- algo interesante en lo cuál por creídos, pretenciosos e ignorantes que somos, no pensamos nunca, y es que querámoslo o no, venimos del simio.
Los micos comenzaron andando en sus cuatro patas, como todos los animales, pues para ello habían sido diseñados. Luego algunas especies comenzaron a erguirse, no sé si para buscar alguna fruta de un árbol prohibido o para verse más grandes y atacar a algún enemigo y sobre todo para poder ver más lejos y saber si venía algo o alguien peligroso
Cuando llegó la variante “Ser Humano”, llamado, creo erradamente, Homo sapiens, éste se irguió del todo para ¨reinar sobre todos los demás”.
Pero el cerebro, diseñado para un sér que caminaba en cuatro patas, tuvo que adaptarse a otra posición... Con esto el pobre se asustó y empezaron, precisamente, a trabársele los cables y resultó haciendo muchos más disparates que todos los demás animales juntos, y enfermando de mil cosas de las que no enfermaban los animales, a menos que hubieran sido domesticados...
Así que esta carretica que me he permitido echar va con la mejor intención para que todos vivamos largamente, oyendo, cantando, tocando y bailando música suave. Porque sin música tampoco podemos vivir. Recordar que ésta fue el primer lenguaje que existió.