Soñar no es un derecho por el que se debería luchar para ser ejercido. Es una condición innata. Por naturaleza, todas las personas, hasta las menos ambiciosas, tenemos sueños y no precisamente los que vivimos mientras dormimos. Los mejores sueños son los que proyectamos, esos anhelos que nos esforzamos por hacer realidad y que generalmente nos motivan a migrar para lograrlos.
Más que un problema, la migración es una oportunidad y un resultado de la evolución de la humanidad, motivada en la aspiración y el anhelo de una vida mejor. La migración siempre ha existido y seguirá existiendo. La demografía, los conflictos entre naciones, las crisis internas, los fenómenos naturales como el cambio climático, la inestabilidad, las desigualdades cada vez mayores y las aspiraciones a una mejor calidad de vida, así como las necesidades no satisfechas en los mercados laborales, son circunstancias que seguirán generando el ir y venir de un lugar a otro.
De acuerdo al último reporte de la Organización Internacional de Migraciones ya son cerca de 245 millones de migrantes en el mundo, más de un 3 por ciento de la población mundial. Soñadores que más que representar un problema, se pueden convertir en una oportunidad para complementar la economía de los países que los acogen. Por continentes, Europa es el mayor receptor del planeta, con 76 millones, seguido muy de cerca por Asia, que acoge a 75 millones y Norteamérica que registra 54 millones. 

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El país en el mundo con una mayor diáspora, es decir ciudadanos que han emigrado a otro es India, con 16 millones de nacionales viviendo en el extranjero, seguido de México, Rusia y China. Estados Unidos es la nación con el mayor número de inmigrantes en el mundo y por eso el llamado “sueño americano” no se ha desvanecido. En 2016, la población anhelando alcanzar el sueño de mejorar su calidad de vida, alcanzó el récord de 43,7 millones entre residentes legales e indocumentados. El panorama más que alentador, se ha convertido en un problema y una amenaza para el actual gobierno estadounidense que desde su discurso ha polarizado más las opiniones sobre el apoyo o el rechazo a ciertas medidas y políticas migratorias.
En un mundo polarizado por grupos étnicos y religiosos cada vez menos tolerantes, el tema de la migración es tan complejo y fluctuante que ha cobrado actualidad en la agenda política de las naciones. Organizaciones internacionales y el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, han propuesto definir políticas y acuerdos de cooperación eficaces en la gestión de una migración segura, ordenada y legal para que sus beneficios se distribuyan más ampliamente protegiendo los derechos humanos de los migrantes. 
Es innegable que factores como la incertidumbre y la urgencia que inciden sobre la necesidad de muchos ciudadanos de migrar de sus países de origen, requieren una cooperación fortalecida y colectiva. Es urgente comprender el asunto de la movilidad humana que no es sólo de quien emigra sino también de quien acoge, para no caer en el juego de crear estereotipos contra los inmigrantes e incitar a la discriminación y el odio. Soñadores somos todos y los sueños no deberían tener límites ni fronteras.

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