Somos los discípulos de Emaús

Autor: Pbro. Emilio Betancur
26 abril de 2020 - 12:07 AM

Homilía sobre la fe en la resurrección en tiempos de pandemia, a propósito del diálogo de Jesús y los discípulos en el Camino de Emaús

Medellín

No es menor la incertidumbre y el desasosiego que tenemos hoy en el país y el mundo por el coronavirus: al desconcierto de los discípulos de Emaús pasada la muerte de Jesús; su angustia fue más larga que los doce kilómetros que distaban de Jerusalén, o como nuestra pandemia y cuarentena que se nos está volviendo una eternidad. En Emaús aunque el dato arqueológico no es de fácil verificación, las enseñanzas son verídicas por lo necesarias.

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Si quisiéramos ponerle un sello histórico a lo que nos está ocurriendo el nombre de “Emaús” es perfecto por significar la huída, las preguntas, los prejuicios, la ceguera, la sordera y las incertidumbres por no saber qué viene encima. Alguien decía: ¿por qué Dios no nos advirtió? Con tantos desesperos no vamos a saber que quiere Dios de nosotros. Un mundo o un país decepcionado no se percata de nada. En el camino de Emaús todos somos los discípulos para dejarnos alcanzar por Jesús y no distinguirlo porque estamos muertos del miedo acerca de lo que nos puede pasar en el futuro inmediato. “Entonces Jesús les dijo: ¡Qué insensatos son ustedes y que duros de corazón para creer todo lo anunciado por los poetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria? Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a su resurrección”. (Evangelio). Antes de la resurrección los discípulos veían a Jesús, pero no lo reconocían; ahora en la resurrección lo reconocemos pero no lo vemos porque no tenemos fe. A Dios lo tenemos en nuestro interior para decirnos: ¿Qué duros de corazón son ustedes? Está porque nos creó, está porque somos sus hijos, está por la Palabra y los sacramentos; todas cosas buenas que hacemos y bonitas que digamos, es Él hablando desde nuestro interior. Esas son las razones para decirle en este tiempo de pandemia: “¡Quédate con nosotros porque ya es tarde y va a anochecer!” No es cierto que desde cuando estábamos caminando afligidos llegó Él y sentimos como un fuego en nuestro corazón con sus palabras, a medida que nos mostraba lo que había ocurrido días antes. “Compartiendo el pan en la cena se les abrieron los ojos lo reconocieron”, después de haber sido solidarios con ellos.

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El salmo 15 nos adelanta qué nos va a pasar en la pos-pandemia, dejamos hablar a Dios, haciendo primero un barrido en nuestro interior para darle la oportunidad que Dios hable; cuánto tiempo llevamos diciendo a Dios que nos escuche sin dejarlo hablar a Él. “Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor con Él a mi derecha no vacilaré. Me alegra el corazón porque no me entregarás a la muerte. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha”


Lecturas del domingo 3º de pascua - ciclo a

Domingo, 26 de abril de 2020


Primera lectura. Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (2,14.22-33):

Salmo. Sal 15,1-2.5.7-8.9-10.11

Segunda lectura. Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1,17-21):


Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (24,13-35):

Aquel mismo día (el primero de la semana), dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.

Él les dijo: «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».

Ellos se detuvieron con aire entristecido, Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió: «Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?».

Él les dijo: «¿Qué?».

Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».

Entonces él les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».

Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.

Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».

Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron.

Pero él desapareció de su vista.

Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».

Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:

«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor

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Comentarios:

Edgar
Edgar
2020-04-26 09:22:47
Me llama la atención el comentario, aparte de todo lo demás que es muy certero, que hace el padre Emilio: "...cuánto tiempo llevamos diciendo a Dios que nos escuche sin dejarlo hablar a Él." Es que, lo digo por simple experiencia, somos muy dados a darle órdenes al mismo Dios, hágame el favor!

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