Solidaridad por la vida

Autor: Dirección
22 marzo de 2020 - 12:42 AM

El anhelo de proteger vidas, que confiamos en que es común, nos invita a asumir nuevas responsabilidades con el control de la epidemia, a ser solidarios con quienes nos necesitan y a forjar unidad en las soluciones que requerimos.

Medellín

Mitos por coronavirus

El crecimiento de contagios por coronavirus en Colombia demuestra que no hay inmunidad para esta pandemia. Y nos pone, entonces, frente al espejo en que se miran China, Italia, Irán, España, hasta hoy los países con mayores índices de contagios y muertes, para reconocer el peligro y encontrar las posturas éticas y actitudes humanitarias que nos permitan trasegar por esta tragedia cuidando vidas humanas, respetando el sistema de salud y tejiéndonos como sociedad. El anhelo de proteger vidas, que confiamos en que es común, nos invita a asumir nuevas responsabilidades con el control de la epidemia, a ser solidarios con quienes nos necesitan y a forjar unidad en las soluciones que requerimos.

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Con los primeros casos de contagio se nos hizo evidente la responsabilidad del autocuidado y del cuidado general de otros, mediante asepsia y distancia física, a la que invitamos en nuestro editorial Ciudadanía a prueba. La propagación del virus y la creciente aparición de contagios propios, o sea de transmisión por no viajeros, nos exige reiterar que nuestra máxima responsabilidad hoy es cuidar las vidas de las personas y proteger al sistema de salud de la presión de tener que atender a miles de enfermos graves, una exigencia a la que le sería difícil responder, a pesar de los esfuerzos que se hacen en este momento para fortalecerlo. 

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Ese cuidar vidas impone decir siempre la verdad sobre viajes y contactos, para que los responsables de la salud de todos puedan tomar las decisiones apropiadas y para no afectar a personas sanas. Exige a todos los que puedan adoptar voluntariamente el aislamiento físico (confinamiento) para evitar esparcir el virus que pueden no estar sintiendo como enfermedad. Y demanda de las personas en riesgo, aquellas con patologías específicas y los mayores de 70 años, aceptar su aislamiento físico, que no emocional ni sicológico, a fin de evitar contagiarse de una enfermedad que los obliga a tener atención hospitalaria, debilita su cuerpo y los pone en riesgo de muerte. Quedarse en casa y atender las instrucciones de autoridades que cuentan con la asesoría de expertos epidemiólogos e infectólogos es la respuesta razonable a una emergencia que al mundo entero tomó por sorpresa.

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Llegados a la situación actual, la responsabilidad no es suficiente para cuidarnos, es necesario que trascendamos a la solidaridad, y que la ejerzamos renunciando a nuestro egoísmo, compartiendo(nos) y entregando a los otros lo que ellos necesitan para trasegar por esta dura etapa sin perder confianza o esperanza.

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Acaparar lo que no necesitamos de inmediato y que para otros es vital; abandonar las responsabilidades con los otros en estos momentos cruciales; abusar de la capacidad de atención de instituciones de salud y del Estado congestionándolas y dificultando el acceso a quienes sí las necesitan; huir de las ciudades a las que ya llegó el virus hacia zonas hoy sin contagio pero también sin capacidad médica y hospitalaria para cuidar a su población local; convertir el aislamiento físico en vacaciones, son comportamientos con los que estamos, como sociedad, poniendo los egos por encima del deber de cuidarnos unos a otros, como tendríamos que hacerlo.

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La emergencia actual nos exige pasar del yo al nosotros, para contener la propagación del mal y para cuidarnos entre todos. Trascender a la solidaridad nos debe llevar a reconocer que el acaparamiento niega a otros el acceso a bienes necesarios para cuidarse (gel antibacterial, tapabocas, alcohol, escasos hasta en centros hospitalarios) o para vivir, en especial alimentos de la canasta básica. Debemos pensar que podemos dar mucho más y hasta asumir algún riesgo personal, si nuestros conocimientos y capacidades profesionales así lo exigen, cuando los otros nos requieren. Para acompañar a los próximos, a los conocidos y hasta los desconocidos, que deben pasar en aislamiento físico o en soledad durante estos días, en especial durante las cuarentenas decretadas. La solidaridad hoy nos exige vernos en el otro más vulnerable.

Si logramos trascender a la solidaridad empezaremos a caminar hacia la unidad, que es el camino que nos mostraron los alcaldes de Antioquia, el alcalde de Medellín y el gobernador del departamento, al construir el acuerdo de la Cuarentena por la vida, que nos dejará grandes enseñanzas sobre nuestra condición, nuestra realidad y nuestra disposición hacia la solidaridad, disciplina social y acatamiento a la norma. Unirnos a esas decisiones, acompañar el desarrollo de nuestra ciencia, tomar precauciones, cuidarnos en cuarentena es costoso personalmente, pero aporta a evitarnos el dolor de perder a nuestros conciudadanos o, peor aún, de vivir la tragedia de escoger qué vidas salvar. A pesar de todo, y como bellamente ha dicho la médica y escritora Edna Rueda Abrahams, necesitamos esperar que “este virus nos haga más humanos y que de este diluvio atroz surja un nuevo pacto, un pacto desde donde todo empiece de cero”.

 

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