¿Cuántos líderes sociales, mujeres hombres han sido silenciosamente asesinados durante los años del llamado conflicto sin que hayan tenido deudos que se valgan de su muerte para elevar una protesta justa?
Me llamó poderosamente la actitud de la llamada Oposición el día de instalación de las sesiones del Congreso ya que cada uno y una de ellos, enarbolaba la fotografía de un líder social asesinado al grito de no volverá a suceder y en clara actitud de señalar al presidente Duque como el presunto causante de esos crímenes. Olvidando los representantes y representantas –sigo su particular léxico- que como se ha comprobado cerca de 30 de estos(as) líderes fueron asesinados directamente por las Farc caso de la execrable ejecución días antes de firmar la Paz, del líder afroamericano Ciro Guerra abaleado en pies y manos, en la cabeza por orden del comandante guerrillero de la región del Naya, tarea de exterminio que ha seguido en manos de la llamada disidencias, mientras que los desalmados del Eln han asesinado a más de cuarenta de ellos y el resto de estos horrendos crímenes los continúan cometiendo los pelusos, los golfos, las bacrim. Lo cual nos conduce irremediablemente a una pregunta: ¿cuántos líderes sociales, mujeres hombres han sido silenciosamente asesinados durante los años del llamado conflicto sin que hayan tenido deudos que se valgan de su muerte para elevar una protesta justa? ¿Cuántas mujeres de las JAL a manos de los especuladores de tierras municipales? Inflando acomodaticiamente las cifras de muertos, robándose la vocería de los asesinados, se elude la descripción de las circunstancias de vida, las coyunturas sociales de miseria en que se ha venido produciendo este exterminio frente a cuya desaparición nadie de estos portaestandartes del Partido de las Farc - ¿Qué ha dicho el caricaturesco “rey africano” alias benkos biohó (Israel Alberto Zúñiga) sobre sus propios crímenes? - ha pedido perdón a sus familias a pesar, repito de que estén sindicados de unas acciones que si hoy algunos repudian- tengo que reconocerlo- ayer fueron “justificados” por su teoría leninista. Pero este es el lastre de un pasado que todos los revolucionarios del siglo XX tuvieron que afrontar con el valor moral necesario, en muchos casos acusados por sus burocracias de ser “disidentes” que debían ser eliminados físicamente -recuérdese a Trotsky- tal como lo fueron efectivamente. Lo que quiero señalar es que precisamente a partir de la coyuntura de entrega de las armas, la presencia de la JEP ha permitido que se abra ante el pasado inmediato una serie de interrogantes que solamente la mediocridad y el conformismo tratan de eludir olvidando que para que se den unas mínimas condiciones para una paz social es indispensable una sinceridad que no puede travestizarse en astucia y mamadera de gallo ante una sociedad que ya no les come cuento. Cuando la ciudadanía estaba esperando que Jorge Enrique Robledo pronunciara una verdadera propuesta de nueva política a partir de estas premisas, lo que escuchamos a continuación fue un sartal de lugares comunes, de clichés “revolucionarios”, de acusaciones sin fundamento. La lucidez de Félix Ovejero nos recuerda: “La resistencia a mirar limpiamente cómo han sido realmente las cosas conducen a defensas empecinadas de despropósitos e incoherencias y, a medio plazo, cuando se confirma la ruina del edificio y que no hay orden ni concierto en los remiendos, al desprestigio de cualquier política racional”.
Una Oposición únicamente dedicada a protestar contra cualquier nimiedad sin haber construido antes un discurso consecuente, sin haber admitido las ruinas que ha propiciado y haberse dado cuenta que por azares de la historia ellos han terminado por ser aquello que más odiaron: pequeños burgueses mañés, sembré dragones dice Marx, y coseché moscas. Porque para dar racionalidad a sus protestas se necesita de la lucidez que da la investigación in situ, el análisis del pasado y el valor de admitir que la tarea frente a un país herido no es otra que acercarse a las víctimas sin la mediación deformadora de la propaganda ideológica, para descubrir la humanidad de la cual ellos carecen.