El cierre de Noticias Uno representa el silencio de una voz incómoda para muchos, pero como ha ocurrido antes, sus periodistas encontraran nuevos canales.
Como la democracia, los medios de comunicación nos parecen buenos cuando están de acuerdo con nosotros, con lo que pensamos; pero nos resultan excesivos cuando nos llevan la contraria. Sin embargo, esa es la función más importante de los medios, ser garante de la democracia, incomodar al poder, hacer siempre la otra pregunta, la que no gusta, la que quisieran saltarse todos, así solo algunos recurar al artilugio de la “siguiente pregunta” para capotear la situación.
Es claro que además de la función social, los medios como empresas informativas deben procurar rentabilidad económica que garantice su permanencia, e idealmente, su independencia financiera como aval de la independencia informativa que hace parte de su esencia. Los resultados económicos son finalmente los que determinan, no solo la permanencia de los medios sino su calidad. Sin recursos no hay investigación, reportería de calidad, firmas y caras que le den peso a los contenidos, ni respaldo de experiencia que le ponga contextos a los textos. Por eso, en épocas de múltiples canales y plataformas, de abundancia de redes y mensajes, la mejor manera de callar a los medios incómodos es asfixiarlos económicamente.
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Es tan efectivo, que incluso desplaza la atención sobre asuntos como asuntos sobre la rentabilidad, las ventas y el rating como causas del silencio obligado. Pero lo que se debe preguntar, es ¿quién gana con el cierre de un medio? Incluso ¿quién por acción o por omisión promovió la clausura? Casi en ningún caso resulta difícil aventurar las respuestas. Sin embargo, como la paja se ve más nítida en el ojo ajeno, cuando se habla de amenaza a la prensa en otros países los calificativos no se hacen esperar, ni los señalamientos tienen recato. En este Memento, en abril de 2014, comentábamos cómo Andiarios envió toneladas de papel periódico a Venezuela para garantizar que los diarios pudieran circular y mostrar puntos de vista distintos a los del régimen. ¡Cuánta falta hace hoy la solidaridad con medios propios como Noticias Uno, cuyo fin está cerca!
Más allá de las opiniones y algunas celebraciones encubiertas, no se ha escuchado a ningún medio, ni a anunciante alguno proponer acciones solidarias que permitan mantener viva una voz discordante, reconocida además por la audiencia como alternativa desde la independencia. Lo que en el vecindario huele a censura, aquí nos parece una triste consecuencia del modelo de comercialización y la baja audiencia. Más aún, algunos han tenido la desfachatez de decir que si uno no lo ve, no tienen derecho a lamentar el cierre del noticiero. De ninguna manera, como verlo tampoco significa compartir ciento por ciento la línea editorial, que uno no lo vea no quiere decir que no desee que exista como ejercicio plural, como lugar de trabajo para los colegas y, sobre todo, como piedra en el zapato para quienes anhelan la uniformidad informativa y el reino de la farándula.