La filósofa española hizo parte de los invitados al Hay Festival Cartagena.
Nuevas formas de autoritarismo y mandatos fuertes comienzan a rebrotar en el mundo, algo que para la filósofa española Marina Garcés comenzaría a disolverse si los ciudadanos no padeciéramos miedo.
"El miedo es la clave, es el que hace que nos entreguemos a fuerzas dominantes: un macho más macho, a un líder más líder, a una doctrina más fuerte", comenta Garcés en Cartagena de Indias, donde ha tomado parte del Hay Festival que concluye este domingo.
Para ella, esos miedos se resumen en "qué hago en este mundo, voy a poder seguir viviendo así, cuántas violencias me acechan o cuánta precariedad atraviesa mi vida". Por lo que asegura que "si pudiéramos hacernos cargo de todos estos miedos colectivamente, generando redes de confianza en vez de demandas de seguridad, que es lo que alimentan a esos poderes fuertes, tendríamos entonces una manera de disolver el autoritarismo".
Y es que en opinión de Garcés esos dogmas ofrecen recetas rápidas de seguridad frente a la vida".
Para la autora de "En las prisiones de lo posible" y "Fuera de clase", actualmente vivimos "una crisis civilizatoria" de la que también forma parte el resurgir de los nacionalismos, que responde a "una parálisis imaginatoria respecto a los futuros compartidos" en el mundo.
Ante la falta de respuestas a las preguntas de "cómo vivir juntos y mejor", han crecido "las lógicas defensivas" que buscan una autoridad fuerte o una identidad fuerte.
"El nacionalismo ofrece esto, una clara adscripción a un conjunto, a un nosotros que ofrece una identidad incuestionable: esta es nuestra bandera, nuestra identidad o raza", comentó Garcés.
Le puede interesar: El Hay Festival sube el telón con reflexión sobre futuro editorial
Esas fórmulas sustituyen a debates acerca de cómo crear otras formas de vida colectiva, "formas más recíprocas y abiertas de erigirnos".
Esas fórmulas tienen un sentido más abierto, que pierden espacio ante "un mundo de colectividades a la defensiva protegiéndose en identidades fuertes que se construyen desde un nosotros enfrentados a un ellos", sostuvo Garcés.
Tampoco elude un tema clave: cuál es el rol de la filosofía en los tiempos de la posverdad, que para ella se ha incrementado debido a que "es una herramienta muy útil porque es muy simple" y permite pensar "qué hace que nuestras verdades puedan seguir siéndolo".
La filósofa considera que "aquello que damos por cierto pueda ser considerado cierto", como preguntas éticas, científicas o políticas.
"Qué más importante que poder preguntar 'y esto ¿en qué medida puede ser tomado por cierto, a partir de qué marco de comprensión del mundo podemos dar esto por cierto?'; ahí podemos ver en qué medida vemos con marcos de comprensión del mundo que nos han sido impuestos o que podemos construir", afirma.
Eso coincide con la concepción que tiene de la filosofía, que considera tiene "la condición de poder interrumpir el flujo del discurso de la información de la opinión, de la comunicación permanente en que estamos siempre inscritos y funcionando".
"Pero eso era así desde antiguo, en Grecia (la filosofía) se contraponía a lo que llamaban la opinión, todo el mundo habla, cree que sabe y que tiene una idea clara acerca de algo, pero ellos se paraban y decían, y eso por qué lo piensas así y cuáles son los presupuestos que hacen que pensemos de esta manera", explicó.
La barcelonesa y profesora de la Universidad de Zaragoza cree que eso hace parte del ejercicio filosófico, porque lo que es necesario "dar también las condiciones para espacios en blanco, huecos de interrupción del sentido para poder pensar de otra manera".
"Creo que el mundo actual nos exige inventar o crear otras maneras de explicarnos las condiciones para una vida buena o una vida mejor y dejar de pensar en términos de progreso o retraso. Esa era una manera de entender la historia de la Modernidad que tenía un proyecto único de civilización", concluyó.