Los directivos docentes cada vez más son reconocidos como un actor clave para la mejora de la calidad educativa. Se les demanda, como nunca antes, que ejerzan su liderazgo pedagógico para que las comunidades desarrollen sus proyectos educativos de manera pertinente con los contextos y a la vez cumplan con los resultados que les son exigidos. Pero… ¿dónde y cómo se forman los rectores para semejante reto? ¿Están los programas de formación postgradual y continua ofertados en el país conectando la universidad con las escuelas del mundo real?

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José Weinstein, investigador chileno, afirma que la oferta de cursos de especialización, maestrías o doctorados en el área de la gestión y administración educativa, usualmente asentados en instituciones académicas de educación superior para la formación de directivos, ha sido blanco de variadas críticas que apuntan principalmente hacia la débil relevancia práctica de la formación ofrecida, producto de la distancia existente entre las universidades y el mundo real de las escuelas.

Lo afirmado por Weinstein tiene consenso dentro de la investigación internacional: las modalidades tradicionales de formación en servicio de los directivos no están respondiendo a la altura de estas demandas, teniendo en cuenta que el campo de desarrollo profesional de directivos ha experimentado procesos de formación no “convencionales” capaces de responder a la necesidad de adquirir conocimiento tácito sobre este estratégico rol, de quebrar el aislamiento que caracteriza a la función directiva y de resolver adecuadamente las restricciones de tiempo y carga de trabajo que enfrentan los líderes escolares para participar en las dinámicas cotidianas, pero vitales de la formación en la escuela.

Un rector como líder escolar requiere de nuevas habilidades que le posibiliten enfrentar sus tareas como líder pedagógico a partir del conocimiento de las habilidades, conocimientos, gustos, intereses y preocupaciones de sus colaboradores, para posibilitar escenarios de desarrollo profesional de su equipo docente. Esta mirada de liderazgo implica, por supuesto, concebirse líder no desde su gran poder, sino por su propia capacidad de facultar a otros a desarrollar el liderazgo que amerita su rol.

Es así como las valoraciones de impacto de procesos de formación exitosos de directivos en el mundo reconocen formas de apoyo profesional y personal orientadas a desarrollar con éxito la labor directiva, entendiéndola como el resultado de la interacción con otros, es decir con su equipo colaborativo. El foco central de atención de estas modalidades emergentes está puesto en las prácticas mismas y en la reflexión colaborativa, dentro de las cuales los pares, gracias a su bagaje de conocimientos y experiencia acumulada, cumplen una función decisiva.

De esta manera, dada la necesidad de potenciar el aprendizaje, se conforman redes en las que los directores comparten sus experiencias y conocimientos y, de paso, se aproximan grupalmente a la formación y el desarrollo profesional.

En Colombia, existen asociaciones de directivos docentes como respuesta a la necesidad de organizarse y liderar procesos del territorio. Y las redes como modalidad de aprendizaje para los directivos docentes se conciben en sistemas educativos desarrollados como modos de organización en los que se facilita el intercambio regular de experiencias, inquietudes, opiniones, información y conocimientos. De ahí que el diálogo y la reflexión compartida en torno a la práctica del ejercicio de la posición directiva sea el elemento fundante de las interacciones que se producen, de manera voluntaria, entre estos profesionales.

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Entonces, ser un líder directivo implica no sólo delegar responsabilidades o descentralizar las decisiones, sino dotar de capacidades a través del aprendizaje en red. ¡Enhorabuena por aquellos rectores que quieran compartir sus saberes y construir colectivamente como masa crítica de sus regiones!

* Gerente del Programa Rectores Líderes Transformadores en la Fundación Empresarios por la Educación, una organización de la sociedad civil que conecta sueños, proyectos, actores y recursos para contribuir al mejoramiento de la calidad educativa.