Si alguien se da por aludido

Autor: Mariluz Uribe
22 octubre de 2018 - 09:01 PM

Manuelita con educación y con humor se quejaba a veces, pero nunca se le ocurrió separarse para descansar de esa vida, peor que la de mucha separadas, con el adlatere de tenerles que presentar a los hijos una visión normal de toda aquella irregularidad.

Pobre Manuelita. Tiene un marido que le da una vida bastante fatal, muy distinta de todo lo que ella, como cualquier mujer normal se había soñado.
Manuelita es de conversación inteligente, de gracia y trato agradable, llena de vida.
Con una piel linda cuyo aterciopelamiento se le destaca sobre todo cuando se viste de negro.
En su juventud tuvo éxito por su chispa, y bastantes propuestas matrimoniales.

Vea también: Casarse, no casarse, descasarse

Finalmente se dejó descrestar por un señor sin más chiste que el que le contaba a los amigos, pero que tenía la extraña característica de parecer atento…
El "caballero" le apartó innumerable sillas, le envió flores, discos, y le dio serenatas de amor. Le hizo versos, le hizo cumplidos y venias, le abrió las puertas a su paso, le habló con frasecitas dulces… en fin era un tipo de esos que llaman "de detalles”.

Ella cayó en esas dulces redes (tan bien tendidas quién sabe por qué), ya que el físico del señor no era como para enamorar propiamente. Buen trabajador, hizo plata y ella pudo comprarse su automovilito, tener casa propia, trajes, viajes e hijos.
Generoso, ayudó a la familia de ella, distinguida pero pobre de solemnidad; y especialmente a la suegra viuda que, gracias a él no tenía que estar haciendo empanaditas para la calle.

El tiempo pasó, el señor, de carácter alborotado y parrandista incansable, empezó a no encontrar suficientemente animada la casa ni los planes con la esposa. Empezó a llegar tarde ocasionalmente, lo mismo que sus compañeros el perano, el fulano y el mengano.
Luego procedió a llegar tarde cinco veces por semana, no por mal sino porque no le daba sueño; tenía mucha vitalidad, se sentía muy hombre de mundo, muy clubman, los amigos le celebraban su espíritu y él se sentía bañado en agua rosada. Y las amigas...

La esposa lloraba desde las ocho de la lenta noche, hasta la hora en que él llegaba.
Como su casa quedaba en uno de esos barrios lejanos, modernos, ella no solamente sufría, se preocupaba, sino que también se asustaba. Su carita se fue llenando de ojeras, arrugas, algunas canas, y bueno todas las cosas fueron cayendo de su peso.

Claro que a veces en medio de alguno de sus festines él la llamaba… Entonces ella, la pobre, que ya se había tomado unas pastillas calmantes para tranquilizarse y poder dormir algo, se tenía que tomar una pastilla de las que levantan el ánimo, y alistarse para salir, pues, cómo le iba a decir que no, por una vez que contaba con ella? Además como hay que obedecer al jefe del hogar… (¡Quién dijo eso!)

De manera pues que ella pasaba de los calmantes a los estimulantes.
A veces uno no sabía si estaba dormida o despierta, con los ojos a media asta. Una vez se la vio en un cabaret, siguiéndole el paso a él, de traje sastre con rajadura y con la pintura toda corrida, eran las 3 a.m., y estaban “emparrandados” desde la hora del almuerzo. Mitad cansada y mitad satisfecha pues por lo menos sabía dónde estaba él, ya que estaba con ella.

Manuelita con educación y con humor se quejaba a veces, pero nunca se le ocurrió separarse para descansar de esa vida, peor que la de mucha separadas, con el adlatere de tenerles que presentar a los hijos una visión normal de toda aquella irregularidad.
¿Cómo se iba a separar? Con ello le quitaría el apoyo a su mamá.
Y él, escudándose en ese apoyo, sin necesidad siquiera de sacarlo en cara, cantarlo o ventearlo, se sentía rey, dueño y señor. Con el Standard, la razón social de casa, mujer e hijos asegurados. Y los lujitos por fuera no tenía quien se los discutiera. Ni los "amigos".

Además: Si desde el principio no muestras quién eres

Dizque la semana pasada se llevaron la señora a una clínica psiquiátrica para desintoxicarla…
Yo creo que ya es tiempo de que la mamá comience a hacer empanaditas para la calle.
Tal vez ya se ha dado cuenta de lo que su hija seguramente nunca le ha contado.
Si alguien se ha dado por aludido que me disculpe, pero también que piense, cosa que parece pasada de moda con el uso de ciertos aparaticos que ya se pasarán de moda…
 

 

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