Ser Lgbti en Medellín y no morir en el intento

Autor: Carlos Alejandro Rodríguez Martínez
25 junio de 2018 - 07:15 PM

La región antioqueña lidera las listas de crímenes contra lesbianas, gais, bisexuales, transexuales e intersexuales. Aun así, el municipio de Medellín cuenta con una de las primeras políticas públicas de Colombia que protege los derechos de la población Lgbti.

Medellín

Hace 9 años, cuando Juan Camilo Hoyos, un joven activista Lgbti de Medellín, dijo a su madre “soy gay”, la señora dejó caer el plato que estaba lavando.

–Pero no se convierta en mujer, mijo, le pidió Liliana Muñoz al chico.

Casi una década después, se sabe que Juan Camilo Hoyos se convirtió –como asegura él mismo– en “un hombre orgullosamente gay”. Y que, por ser homosexual y negarse a mantener relaciones íntimas con otro hombre, recibió un disparo de carabina en el abdomen.

Ocho días después del ataque, el criminal fue baleado por varios cabecillas de una banda de la Comuna 1. Juan Camilo jamás pudo denunciarlo. Mientras el agresor vivía, varios mensajes le advirtieron que lo matarían, a él y a su familia, si “abría la boca”.

–Casi me muero, sí, no se puede negar, recuerda el joven.

El sopor de la tarde cae sobre las escalinatas del Museo de Arte Moderno de Medellín, donde acudirá Juan Camilo a organizar varias actividades programadas para el Mes de la Diversidad en Medellín. Viene acompañado por su mejor amiga, Johana García Cardona, “una chica trans que ha superado cada obstáculo gracias a su feminidad”, la presenta él mismo.

El chico prefiere hablar en tercera persona: a sus 23 años ya se cuenta en las filas de los sobrevivientes de la violencia provocada por las bandas criminales de Medellín. Antes de cumplir dos décadas de vida, ya había sido desplazado, forzosamente, a otra comuna de la ciudad. Lo habían “vacunado” (extorsionado), se había prostituido para pagarse mejores estudios, había aprendido a ser barbero, estilista y cosmetólogo, aunque aspiraba a ser locutor o periodista.

En la foto, el activista Juan Camilo Hoyos. Foto: Estefanía Posso Soto.

¿Cuál es la situación?

Si bien Antioquia resulta una de las regiones de Colombia que más crímenes de odio reporta contra las personas Lgbti, desde 2011 la ciudad de Medellín cuenta con una Política Pública que reconoce los derechos de todas las personas gais, lesbianas, bi, trans e intersexuales.

En 2016 fueron asesinadas en todo el país 108 personas Lgbti, dos más que en el año precedente, según un informe del grupo Colombia Diversa. Esta vez, igual que en años anteriores, se comprobó que la mayor parte de los homicidios ocurrieron en Valle del Cauca (29) y Antioquia (24). Como si fuera poco, entre el 2012 y el 2015, Antioquia registró el 29 % de todos los homicidios perpetrados contra personas Lgbti en Colombia.

Frente a esta situación de violencia sostenida, varios años antes, grupos y activistas Lgbti habían logrado que el Concejo de Medellín aprobara el Acuerdo 08 de 2011, es decir, una de las primeras políticas públicas de Colombia que reconocía y velaba por los derechos de las personas Lgbti.

Según el concejal Daniel Carvalho “esta política ha permitido instaurar en Medellín una visión progresista sobre el tema. Y, pese a que aquí hay varios concejales de partidos muy conservadores, nadie pone en cuestión dicha Política Pública. Ya es un hecho que no se discrimina a la población Lgbti, por lo menos desde la norma, desde la voluntad”.

Gracias al Acuerdo 08 del Concejo, el municipio de Medellín cuenta con un Centro para la Diversidad Sexual e Identidad de Género, que presta asesoría jurídica y psicológica a cualquier persona de la población Lgbti y a sus grupos de familia o amigos. Además, también se creó un Consejo Consultivo o instancia de representantes de la sociedad civil e interlocutores directos de la Alcaldía.

Aunque las cifras de homicidios publicadas y avaladas por diferentes grupos defensores de Derechos Humanos no aseguran que Antioquia se ha convertido en una región menos homofóbica, Carvalho, de acuerdo con los indicadores de la Encuesta de Cultura Ciudadana, cree que “desde la aprobación de la Política Pública se ha demostrado que cada vez la gente está más dispuesta a convivir en un espacio de trabajo o un espacio académico con personas de diferentes orientaciones sexuales”.

En cambio, Hernando Muñoz, vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Antioquia, uno de los pocos académicos abiertamente gay de Colombia, no piensa que “la sociedad haya comenzado a ser menos homofóbica, sino que ahora mismo es más políticamente correcta. O sea, ya no se ve tan bien insultar, burlarse o hacer malos comentarios sobre las personas Lgbti. Pero todavía se hacen. Creo que Medellín sigue siendo profundamente homofóbica”, asegura el profesor y activista.

De acuerdo con Luz Marina Toro Gómez, directora del Centro para la Diversidad Sexual e Identidad de Género, todavía la población Lgbti afronta agresiones en el espacio público por parte de la Policía o de vigilantes contratados. “Esa es un área de especial vulnerabilidad”, reconoce la funcionaria.

Toro Gómez también apunta a otros dos espacios esenciales donde se violan los derechos de las personas Lgbti: las áreas de salud y educación. “Todavía hay muchas agresiones en la ruta de atención de salud: cuando a una persona trans, por ejemplo, no se le llama por su nombre identitario. En el espacio educativo hay mucho bullying hacia los chicos y las chicas de la población Lgbti, y mucho más hacia la población trans. Podríamos decir que, de todos los grupos que forman la población Lgbti, las mujeres trans son las más vulneradas”, asegura la especialista.

Marcha a favor de los derechos de las personas Lgbti en Medellín. Foto: Archivo.

¿Qué hacer?

El concejal Daniel Carvalho cree que en la actualidad se mantienen los problemas trágicos engendrados por la cultura machista: hay discriminación contra las personas Lgbti, matoneo en el colegio contra los chicos o las chicas que expresan una construcción de género diferente a la hegemónica, y peor que todo –cree el concejal– hay discriminación dentro de la propia familia.
“Se ha avanzado en materia de derechos Lgbti, pero aún falta muchísimo camino. Yo creo que nos tomará más de una generación superar estas dificultades, porque provenimos de una cultura católica: particularmente nuestra ciudad y nuestro departamento son muy católicos”, asegura Carvalho.

Por otro lado, el concejal asegura que la implementación de la Política Pública debe ser corregida: “tiene demasiados corresponsables y, donde hay tanta gente responsable, ninguna responde. En realidad, toda la Política Pública ha recaído en manos de una sola secretaría: la de Inclusión Social. De alguna forma la demás secretarías se han relajado con el asunto y es algo que estamos tratando de corregir, estableciendo nueva y claramente la responsabilidades de cada actor”.

Para Hernando Muñoz hay que hacer cumplir la Política Pública, pero también resulta preciso transformar los imaginarios sociales, para crear espacios más inclusivos, donde no asome la discriminación por género u orientación sexual. “Un reto en Medellín es que realmente se ponga en práctica la Política Pública. Hay una política en papel pero, realmente, no se ha hecho práctica una voluntad, no se ha concebido un plan estratégico, ni se han reconocido las necesidades que la población Lgbti tiene”.

Una pareja gay marcha en Medellín. Foto: Archivo.

Cuando la Política Pública se haga efectiva; cuando los crímenes de odio y los desplazamientos forzados terminen o, al menos, disminuyan; cuando los imaginarios colectivos desprecien la homofobia frente a la aceptación de la diversidad, la comunidad Lgbti de Medellín comenzará a llevar una vida más segura y plena.

Sin embargo, Juan Camilo Hoyos, el baleado, el desplazado, el chico que fue a las calles a prostituirse para pagar sus estudios, no va a esperar a que cambie el panorama adverso para ser feliz. Actualmente estudia Comunicación, Locución y Periodismo en el Instituto Metropolitano de Educación (Ime). “Juan Camilo –habla de sí mismo en tercera persona, como si fuera otro que conoce muy bien– algún día quiere llegar a tener su programa de televisión”.

Las circunstancias de su vida lo convirtieron en activista Lgbti. Desde su puesto como Orientador en derechos de salud sexual, en la Secretaría de Salud, o desde su lugar en el Centro para la Diversidad Sexual e Identidad de Género, ya ha asesorado a 210 mujeres trans. Su amiga Johana, la primera chica transgénero que participó en el Concurso Mujeres Jóvenes Talento, de la Alcaldía de Medellín, lo mira hablar, y sonríe.

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