Con un alto número de candidatos, pero pocas diferencias, comenzó oficialmente la campaña para las elecciones de octubre. Nos toca revisar con lupa para escoger la mejor opción.
Sin duda para dedicarse a la política hace falta una alta dosis de vanidad, pero eso no es suficiente. Se abrió el partidor para las elecciones de octubre y la cantidad de aspirantes pone en evidencia la falta de proyectos políticos de largo aliento y el exceso de personalismo en los liderazgos. Para la Alcaldía de Medellín hay 15 candidatos, pero es iluso pensar que haya igual número de proyectos o ideas de ciudad; otro tanto ocurre en el caso de la Gobernación de Antioquia en donde 8 personas compiten por el cargo.
En principio, podría pensarse que un número alto de aspirantes da cuenta de apertura democrática y de un elevado nivel de participación; incluso que pone de presente lo atractivo que pueden resultar los cargos ejecutivos y lo que son capaces de convocar. Pero no es tan simple, ni tan cierto. Cuando uno verifica el listado de los inscritos nota que nada tiene que ver con la configuración de un nuevo mapa político en la región: por ejemplo, entre los 15 para la Alcaldía hay varios que podríamos ubicar como de origen fajardista, varios con inclinación uribista, varios que se presentan como independientes pero que han jugado en diversos movimientos alternativos, y algunos otros, como se volvió costumbre, que representan movimientos religiosos más empeñados en la difusión de su credo que en la búsqueda de una verdadera opción de gobierno.
Y suele ocurrir que cuando pululan los candidatos, escasean las ideas. El solo debate se vuelve inviable: quién puede estar atento a los pronunciamientos de fondo, a las ideas, a las controversias sustanciales, cuando hay que ofrecerles el mismo espacio a candidaturas que claramente no tienen las mismas opciones. Entonces la campaña se limita al ruido, a quien más se haga notar, al más creativo que no siempre es el más inteligente ni el más capaz; y el eje ya no está en la política como ejercicio de lo público, sino en la farándula y la capacidad de gestionar reconocimiento y recordación, que no son garantía de capacidad de gestión ni de competencia. Es decir, terminan siendo más importantes los asesores que los programas y el tono que los contenidos.
Se hizo evidente en la primera semana de campaña formal, si bien algunos llevan rato en ella. Todavía no hemos escuchado una propuesta inspiradora ni elemento alguno que nos permita diferenciar alternativas; en cambio se han mencionado las vallas, los manejos publicitarios, los avales, los acuerdos, los permisos, los favorecimientos y otras arandelas que no parecen suficientes para llamar a la acción y convocar el respaldo en las urnas.
Y si por los cargos nominales llueve, para las corporaciones no escampa. 218 personas, distribuidas en 10 listas aspiran a una de las 26 curules de la Asamblea de Antioquia. Para el Concejo de Medellín son 315 nombres, que integran las 15 listas para 21 curules. Y en ese panorama también es creciente el número de personas que buscan el llamado voto de opinión, ese de personas que no se identifican específicamente con un partido y que están convencidos de que su nicho es suficiente para llegar a la Corporación. Una cierta idea de que con un poco de reconocimiento y mucha fe en su personalidad, basta para ser alcalde, gobernador, concejal o diputado. Aunque algunos saben que no tienen mayor opción y están felices de ser “animadores del debate electoral”, pero eso es justamente lo que impide la proliferación de candidatos, que haya controversia real sobre asuntos claves.
Claro, después vendrán las decepciones, no solo porque los votos sean insuficientes para materializar tanta candidatura, sino por el desconocimiento general de las propuestas, las ideologías y los intereses reales de quienes logren hacer realidad su sueño. Ojalá que esos sueños que hoy se antojan más personales que colectivos no se conviertan en pesadilla para una sociedad que como la nuestra, sucumbe a la pereza de leer los programas y comparar, de controvertir y preguntar, que se conforma con alabar un día las formas para criticar cuatro años los contenidos.
Está listo el partidor y los candidatos harán lo mejor que puedan para buscar la punta. Nos toca a los ciudadanos hacer la tarea juiciosa que permita separar el jardín de la maleza y procurarle a la ciudad y a la región los gobiernos que se merecen.