La democracia no era completa si no incluía el voto de las mujeres. Así se lo hizo entender la naciente Unión de Ciudadanas de Colombia, que desde Medellín promovió un grupo de valientes mujeres encabezadas por Doña Rosita Turizo de Trujillo.
La democracia de este país tiene una inmensa deuda con Doña Rosita Turizo de Trujillo. La creación de la Unión de Ciudadanas de Colombia y la lucha desplegada en favor del voto de las mujeres hicieron de ella una pionera en la defensa de los derechos universales.
La sociedad colombiana pretendió crecer, desarrollarse y madurar dejando por fuera de los procesos sociales a las mujeres y a la juventud. La discriminación, la pobreza, la crisis de valores, la violencia intrafamiliar y social son evidencia palpable de ese vacío. La desigualdad y la inequidad no se han superado, pero serían más graves sin el trabajo constante, la sensibilidad y la dulce energía de Doña Rosita Turizo de Trujillo, una de las personas imprescindibles de nuestra historia.
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Doña Rosita asumió como propio el reto de la igualdad y de la eliminación de todo tipo de discriminación contra las mujeres colombianas. Para trabajar por esta causa convocó a la fundación de la Unión de Ciudadanas de Colombia y desde esta plataforma lideró una nueva gesta liberadora. Gracias a su lucha política incansable y a su acompañamiento permanente, el derecho a la igualdad dejó de ser un discurso abstracto para convertirse en una meta común.
Lea también:En 1936, la luz del siglo veinte llegó a Colombia, cuando todavía muchas de las heridas de la Guerra de los Mil días seguían sin cicatrizar. El gobierno liberal dirigido por Alfonso López Pumarejo impulsó “La Revolución en Marcha” y el Congreso aprobó una reforma constitucional progresista que tocó la propiedad y la educación, entre otros “temas tabú”, pero deliberadamente olvidó incluir el derecho al voto de las mujeres, aunque ya algunas asistían a la universidad.
En 1954, la Asamblea Nacional Constituyente convocada por el dictador Gustavo Rojas Pinilla, aprobó el derecho de las mujeres a elegir y ser elegidas. Las fuerzas que derrocaron la dictadura y dieron paso al restablecimiento democrático no pudieron pasar por alto este reconocimiento y lo incorporaron al ordenamiento jurídico. El voto femenino no tenía reversa.
La democracia no era completa si no incluía el voto de las mujeres. Así se lo hizo entender la naciente Unión de Ciudadanas de Colombia, que desde Medellín promovió un grupo de valientes mujeres encabezadas por Doña Rosita Turizo de Trujillo, a Alberto Lleras Camargo, quien las acompañó en esta lucha. Hasta que se hizo realidad con motivo del plebiscito de 1957, que permitió la instauración del Frente Nacional como una salida de excepción a la violencia política.
En el “plebiscito para una reforma constitucional”, convocado mediante el Decreto 0247 de 1957 para el primer domingo de diciembre, por la Junta Militar que reemplazó interinamente al depuesto dictador Gustavo Rojas Pinilla, pudieron votar, por primera vez “los varones y mujeres colombianos mayores de 21 años”, para aprobar una reforma constitucional de catorce artículos que, como otras, buscaba la paz de Colombia por la vía institucional.
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Desde ese momento hasta el último día de su vida, Doña Rosita Turizo de Trujillo estuvo presente en la Unión de Ciudadanas de Colombia y en los hechos y proyectos para promover la equidad y la defensa de los derechos de las mujeres.
En Antioquia hemos sido avaros en el reconocimiento del papel que han cumplido las mujeres en el mejoramiento de la calidad de vida de los sectores vulnerables con una vocación social y humanitaria sobresaliente. Los nombres de Javiera Londoño, María Cano, la Madre Laura, Luz Castro de Gutiérrez, Rosita Turizo de Trujillo, entre muchas, representan un gran legado histórico y social en la defensa de los valores esenciales de la comunidad, de los derechos humanos y de los derechos de la mujer en un escenario democrático.