Una vez acontecida la elección de un gobernante, ¿qué más queda?,
Juan Esteban Álvarez Muriel
En este histórico momento de la Nación, amerita que los ciudadanos se interesen por la política y todo lo público; de hecho, así ha parecido ser, pues se ha logrado reducir el abstencionismo al haber mayor integración de diversos sectores sociales, como los jóvenes, minorías, indiferentes, entre otros. Esto es indudablemente necesario para determinar el futuro de una nación y no dejar que sea definido por quienes son “hurtadores de lo público”.
Aun así, conocemos bien la vehemencia con la que se ha vivido esta coyuntura política y la emocionalidad con la que se ha visto influenciado el voto de opinión. Pero, el panorama no es mayoritariamente desalentador; hemos podido comprobar el surgimiento de nuevas fuerzas políticas y sociales que demuestran un cambio y un sentido de pertenencia por lo público y lo que le rodea.
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Pero, una vez acontecida la elección de un gobernante, ¿qué más queda?, ¿estará todo luego resuelto?, ¿todo queda en manos del presidente de la República y su parlamento? ¿qué función pasa a desempeñar el sujeto político y ciudadano luego de ejercer su papel y compromiso democrático?
La problemática que resulta es, que no debemos abandonar ese criterio adquirido en estas elecciones tan tensas y conflictivas; no se debe abandonar el interés por lo público, teniendo, por supuesto, siempre por delantera el pensamiento crítico, ya que, en nada ayuda la desesperanza que crea la indiferencia, y cómo el miedo, el odio y la calumnia influyen en un acto de tal importancia como elegir quién nos represente. Esto debe obedecer a seguir formándonos y formar ciudadanos, que no ignoren la responsabilidad, labor del Estado y las instituciones, organismos y poderes, pero, sobre todo, que no ignoren su deber como sujeto de una sociedad; pues el cambio en ésta debe empezar por cada individuo; por sus costumbres, por su ser con el otro, por el trato a los animales, por no desechar su basura en las calles.
En definitiva, no es posible negar la potestad de un mandatario, pues de allí depende la institucionalidad y el cumplimiento del Estado social de derecho. Tampoco es posible desentenderse de la importancia que tiene el gobierno de los próximos cuatro años, en cuanto al cumplimiento y desarrollo de las garantías para el posconflicto, pues el momento histórico demanda avances en un sinfín de materias. Pero, lo que realmente puede hacer posible un mayor impacto en lo fundamental, recae en el individuo y ciudadano. Se debe dejar de creer que la autoridad es la mayor responsable de lo que ocurra en sociedad. Se debe creer más en el individuo, y entender la responsabilidad en nuestra relación con el otro y lo otro. Ésta es la consigna de la política.