Es fundamental regresar a la idea de gobernanza de la seguridad, donde son múltiples los actores responsables del tema y, donde las actuaciones de las otras ramas del poder público no son vistas como competencia o traición
Las acciones de seguridad emprendidas por la actual Alcaldía de Medellín no han logrado reducir los homicidios de la ciudad. Incluso, las prácticas letales siguen aumentado. La tendencia de la ciudad que era la reducción escalonada y exponencial de la tasa de homicidio llegó hasta el 2015. A manera de contexto, entre los años noventa y el 2015 la reducción de la tasa fue de más de un 90%. No obstante, del 2015 para acá, cada año las cifras aumentan en comparación con el año inmediatamente anterior. Entre el 1 de enero y el 7 de abril de este año, la cifra se sitúa en 178 (con una tasa de 26,27). En ese sentido, el núcleo central de su propuesta política, que era la seguridad, sigue generando muchas dudas. ¿Por qué si se invierte tanto las cosas no mejoran?, ¿Si el foco de la propuesta es la seguridad, porque no se logra proteger la vida de los ciudadanos?, ¿qué tipo de seguridad se está implementado?
El caso de La Candelaria es preocupante, la Comuna 10 sigue siendo el lugar de mayor producción de crímenes de la ciudad. Es decir, en lo territorial: el centro de la ciudad es el lugar en el que más se evidencia la falta de contundencia de las actuaciones estatales; y en lo político: la seguridad ciudadana, que fue planteada como el núcleo de la propuesta política que eligieron los habitantes de Medellín, es la que más dudas deja.
La actual Administración no tuvo en cuenta la Política Pública de Seguridad y Convivencia que dejo la Alcaldía de Aníbal Gaviria. Incluso, es necesario afirmar que no fue solo la labor del Alcalde anterior, sino un trabajo complejo y extenso que involucró un presupuesto importante y que pretendía capitalizar los círculos virtuosos de la seguridad de la ciudad. Por ejemplo, los importantes trabajos y aportes que inician con la Consejería Presidencial para Medellín en los años noventa, el aumento del presupuesto y el nuevo enfoque que propuso la alcaldía de Sergio Fajardo, la continuidad en el proyecto de urbanismo social que propuso Fajardo en manos de Alonso Salazar; además de sus valientes denuncias y apuestas, etc. Una política pública que le costó a Medellín tiempo, dinero y empeño. Una Política Pública que aprobó el Consejo Municipal por medio de un acuerdo y que sigue empolvándose en el archivo.
En dicho ejercicio de formulación participaron las múltiples organizaciones encargadas de la gobernanza de la seguridad en la ciudad, y se le dio voz a la academia en cabeza de representantes de la universidad pública y privada (Estuvo presente el Observatorio de Seguridad Humana de Medellín adscrito a la Universidad de Antioquia y el Centro de Análisis Político de la Universidad EAFIT). Sin embargo, la actual administración quiso empezar de cero, desconociendo los acumulados históricos exitosos. Estas dinámicas jacobinas, de guillotinar todo lo que huele al antiguo régimen, dejan a la ciudad en blanco, borran los conocimientos, rompen las sinergias inter-organizacionales. Pero mientras tanto, las estructuras criminales no paran de aprender de su propia historia, de sus propios errores, de los errores del Estado. El conocimiento es valioso y las estrategias de ciudad deben continuar sin importar quien esté en el poder (momentáneamente). Los hombres pasamos muy rápido, las ciudades están diseñadas para durar.
Esta Alcaldía de Federico Gutiérrez, en materia de seguridad y convivencia ha trabajado mucho, pero ha avanzado muy poco en la resolución de los problemas estructurales de la ciudad. Ha gastado mucho dinero, pero no ha logrado cumplir con su meta de bajar la tasa de homicidios a 15 por 100.000 habitantes. Utilizando un símil, en cuanto a seguridad, ha remado demasiado pero no ha llegado a ningún puerto. Con un agravante, va a dejar a todos los marineros cansados y, quizá, la gran mayoría de peces que están en las redes, en dos o tres días retornaran al mar.
A manera de cierre, es fundamental regresar a la idea de gobernanza de la seguridad, donde son múltiples los actores responsables del tema y, donde las actuaciones de las otras ramas del poder público no son vistas como competencia o traición.