Aunque al vaso Altair del relleno sanitario La Pradera le quedan cuatro años más de vida útil, expertos señalan que la educación ambiental es clave para que los ciudadanos acojan hábitos como el reciclaje y el aprovechamiento del material orgánico, que contribuyan a la disminución de los residuos sólidos.
En jurisdicción del municipio de Donmatías, Norte de Antioquia, una carretera levemente empinada conduce al relleno sanitario La Pradera: 382 hectáreas destinadas desde el año 2003 para la disposición final de los residuos sólidos provenientes de 23 municipios del departamento, incluyendo a Medellín.
El relleno recibe 3.100 toneladas diarias de residuos en el vaso Altair que, según estima Empresas Varias de Medellín, Emvarias, tendrá vida útil hasta el 2022. Para esa fecha, la empresa tendrá en funciomaniento el vaso La Piñuela, para dar solución a la disposición de residuos sólidos por otros siete años.
Los estudios preliminares para el nuevo vaso, que tendrá un área de 22 hectáreas, iniciaron este año y se extenderán hasta el 2020, año en el que recibirán las observaciones de la autoridad ambiental competente, con miras a conseguir la modificación en la licencia ambiental que permita la apertura del vaso.
Sin embargo, pese a que el amplio terreno de La Pradera parece inagotable no lo es: el relleno tendrá entre 15 y 16 años de vida útil y, después, Emvarias tendrá que buscar otra zona que obedezca a los requerimientos técnicos de los rellenos sanitarios, con los impactos sociales y ambientales que estas construcciones conllevan.
Según Santiago González Echeverry, jefe de Disposición Final de Emvarias, la capacidad del vaso Altair disminuyó en un 32% desde el 2015 debido al cierre del relleno sanitario El Guacal, ubicado en el municipio de Heliconia, que recibía los residuos de 23 municipios del Occidente y Suroeste de Antioquia, y del sur del área metropolitana.
Pero esta situación no es la única responsable de la disminución de la vida útil del vaso: también lo es la falta de hábitos de reciclaje y aprovechamiento de residuos orgánicos. González Echeverry apunta que, entre el 50% y el 55% de los residuos que llegan a La Pradera son orgánicos, y cerca del 20% es material compuesto por plástico, cartón y papel.
Así, aunque La Piñuela se erija como la solución a la disposición de los residuos sólidos por otros siete años, expertos aseguran que es esencial que las autoridades se comprometan con la educación ambiental.
Para el especialista en Ciencias Ambientales de la Corporación Ambiental de la Universidad de Antioquia, Carlos Augusto Giraldo, la educación ambiental debe ser el eje fundamental de la gestión integral de los residuos sólidos: “necesitamos unos gobernantes serios y autocríticos que tengan voluntad política y se comprometan con la educación ambiental, asumiendo los costos que eso supone”, afirma el experto.
Un informe del Departamento Nacional de Planeación (DPN) señala que para el 2021 los rellenos sanitarios de 231 municipios “colapsarán”, lo que supondría un gran daño ambiental en municipios como Bucaramanga, Armenia, Manizales y Neiva. A renglón seguido, el DNP llama la atención sobre la “falta de estrategia de los entes territoriales para buscar una solución de largo plazo a la disposición final de residuos sólidos”.
El DNP también advierte sobre algunos problemas en la disposición final de los residuos sólidos: de los 11,6 millones de tonelas de basura que producen los colombianos al año, solo se aprovecha el 17%. Es decir, que la mayoría de los hogares no hace una recolección selectiva de su basura.
¿Las razones? El DNP expone tres en la definición de la Política para la Gestión Integral de Residuos Sólidos 2016-2030: el desconocimiento sobre la prevención, reutilización y separación adecuada de los residuos, la ausencia de rutas de recolección selectiva en los municipios y la informalidad en la recolección de de los residuos aprovechables.
A este respecto, el especialista Carlos Augusto Giraldo es enfático en su postura: los rellenos sanitarios, si bien ofrecen una solución a la gestión de los residuos, son sistemas “mandados a recoger”, pues generan un alto impacto en los ecosistemas y, además, “fomentan la cultura del consumismo, pues las personas tienen la concepción de que pueden consumir exacerbadamente sin que eso genere cambios en su entorno”, puntualiza.
Por esto, Giraldo repite que la educación ambiental es, ante todo, una responsabilidad que el Estado no puede delegar completamente en sus ciudadanos: las acciones pequeñas como usar composteras, separar en fuente y entregar el material aprovechables a los recicladores impacta, pero solo si va acompañada de una política seria.
Por su parte, Juan David Ramírez Soto, subdirector de Gestión Ambiental de Corantioquia, resalta que la educación ambiental también debe partir de un interés ciudadano: “tiene que existir la voluntad de entender que somos parte de un ecosistema urbano”.
Así mismo, afirma que la responsabilidad también debe recaer en los empresarios. Estos deben realizar esfuerzos por producir de manera limpia y formular un plan posterior al consumo del producto, que implique su utilización en nuevos procesos o, si esto no es posible, que indique con claridad a los consumidores dónde y cómo pueden disponer de los residuos.
Los rellenos sanitarios, por sí solos, no resuelven el problema de la disposición de los residuos. Este asunto, en palabras de Giraldo, implica el compromiso de múltiples actores que garanticen el aprovechamiento de los residuos y, así, una mejor disposición final de las basuras.