El trasegar de los humanos por el planeta, está lleno de vicisitudes. El camino no es precisamente un sendero de rosas, pero muchas de las veces, los humanos nos las sabemos complicar, pues luego de dar algunos pasos hacia adelante, salimos con las sorpresas de desandar los pasos y perder así el tiempo y la experiencia invertidos y adquiridos, en el entendido que cada cual, ve la realidad y se aproxima a ella, de acuerdo con sus intereses. Por lo tanto, los comentarios y reflexiones que vamos a plantear son obviamente, subjetivos.Después de varios decenios de ser declarada como Museo y además Patrimonio de la Humanidad, y después de haber sido aceptadas estas condiciones por todas las religiones interesadas, el controvertido gobierno turco de Erdogan, declara que Santa Sofía (Aya Sofya) en Estambul, vuelve a ser mezquita después de 86 años, volviendo a alborotar el avispero de los fanáticos de todas las religiones, fanatismo que siempre ha estado ahí y que no requiere sino de una buena excusa para explotar. La buena excusa está servida. ¡Amanecerá y veremos!En lo local, la nueva Constitución Política abrió la posibilidad de la dosis mínima de consumo de marihuana, el actual gobierno la frena a través del nuevo Código de Policía y hoy los altos tribunales vuelven a aceptarla. ¡Qué pérdida de tiempo y qué falta de sindéresis!Se anuncia por parte de EPM que su planta piloto Jepírachi en la Guajira, funcionará hasta el 2023, noticia, que nos deja apesadumbrados, ya que la energía eólica es una de las mejores alternativas para la producción de energía limpia. Razones técnicas y financieras debe tener EPM para tomar esta decisión que esperamos sea compensada con el montaje de un nuevo campo eólico ya no como piloto, si no como planta de producción de energía limpia en propiedad.Como periódicamente sucede, el actual contralor general de la Nación recorre el país “descubriendo” elefantes blancos, es decir, obras inconclusas que están ahí, a los ojos de todo el mundo, sin que hasta el presente se hayan tomado las medidas y las acciones necesarias para culminarlas, que sería lo obvio, o para tumbarlas.Debería existir un punto dentro de un Plan de Desarrollo serio, para destinar los recursos necesarios para que este tema sea resuelto y obviamente los responsables asuman las responsabilidades de todo orden que les competan. No es suficiente la alharaca mediática, si no se toman las decisiones apropiadas y oportunas dentro de la extemporaneidad.Un ir y venir de discursos se pronuncian por kilómetros, alrededor del problema de la deforestación y de los programas de reforestación. Lo cierto es que a la fecha no hay un control efectivo contra la deforestación generada por parte de cualquiera de los varios actores involucrados que la provocan, como tampoco un proyecto serio y continuado para recuperar y ampliar la extensión forestal en el país.Ojalá aprovechemos la nueva producción de nuestro grande Carlos Vives, CUMBIANA, para volver los ojos hacia la Ciénaga Grande de Santa Marta y hacer lo que haya que hacer para intervenir las infraestructuras viales mal diseñadas y volver a permitir mediante obras apropiadas, la circulación de las aguas del mar y del Magdalena para que renazcan los manglares y reviva ese maravilloso ecosistema destruido por imbéciles.Por último, ya aparecen las pilatunas legales para evitar o demorar la demolición del Edificio Aquarela construido cerca al Castillo de San Felipe en Cartagena, el cual no debió haber recibido nunca licencia de construcción, entregada en su momento por otros imbéciles. Ya la UNESCO dio como plazo hasta el 2021 para que la construcción sea demolida, o sino Cartagena y Colombia perderán la calidad de Patrimonio de la Humanidad que hoy posee el Castillo de San Felipe.Excelente el programa que ha emprendido la Alcaldía de Medellín para aprovechar estos nuevos días de cuarentena para intervenir zonas en estado de deterioro y recuperar el espacio público que se había perdido. Las acciones inicialmente emprendidas en los sectores de La Bayadera y el Sagrado Corazón o Barrio Triste, son ejemplarizantes y deben servir de estímulo y de ejemplo para intervenir otras zonas en franco deterioro. ¡BRAVO!Como una cosa es planear y otra planificar, y otra cosa es no planear y no planificar, es prudente que aquellas construcciones de vivienda subsidiada que se entregan en obra negra después de muchos trámites y una alta dosis de paciencia por parte de los beneficiados, -que en la mayoría de los casos se originan por una tragedia previa como un derrumbe, una inundación, un incendio, un temblor u otra calamidad-, sean dotados de los servicios públicos elementales, entre ellos, ya no como cosa marginal, sino estructural, la conexión a INTERNET. Pongo como ejemplo la urbanización La Cabañita en San Cristóbal, una Unidad de 9 bloques de 6 pisos ocupada recientemente por sus nuevos dueños, un poco más de 50 familias cuyos niños no tendrán como acceder a la educación virtual forzada, a la cual nos tiene sometida la bendita pandemia.NOTA 1: Mi completa solidaridad con el Señor Gobernador Aníbal Gaviria Correa y su distinguida familia.NOTA 2: Mis agradecimientos a la casa EL MUNDO por haberme permitido comunicarme con ustedes a través de las 900 columnas que ajustamos hoy y que coinciden con la suspensión de actividades para el Periódico y mil gracias a ustedes por tomarse el tiempo para leer esta Columna de Opinión.Es un golpe duro para el fortalecimiento democrático y para el ejercicio de la pluralidad y la tolerancia, pero esta es la realidad que nos corresponde enfrentar, en un país como el nuestro. Una última invitación, a que vayamos siempre, con prudente optimismo, ¡DE CARA AL PORVENIR!
Puede ser que algunos de los escritorios en los que nos sentábamos quienes trabajamos en el Periódico EL MUNDO hayan estado ahí desde siempre, desde que lo crearon, a finales de la década de 1970. Sí, caminar hoy por su sala de redacción es como si se apreciara una instalación de Doris Salcedo, la melancolía de esos muebles parece decir que se apaga un sueño que comenzó el 20 de abril de 1979, cuando empezó a circular en Antioquia un diario con ideas fundamentales, como la de la libertad. Esa libertad no podía escapar de la cultura. EL MUNDO fue pilar del inicio de proyectos culturales que transformarían la vida de la ciudad, del departamento y del país. Basta con entrar al Archivo, buscar los folios del Pequeño Teatro, el Matacandelas, el Taller de Artes, La Fanfarria y darse cuenta cómo el Periódico de logo rojo, liberal, entrevistó a miles de artistas, entonces emergentes, creyendo en que nuestra realidad podría existir un sector cultural que se hiciera preguntas importantes.Lea también: Un sector que sigue sacando el sombreroAna María Cano, quien después fundaría La Hoja de Medellín, fue la primera periodista cultural de EL MUNDO. Después la reemplazó Ana Piedad Jaramillo, directora de los Eventos del Libro y exdirectora del Museo de Antioquia y el Teatro Colón. Vino entonces el tiempo de Maryluz Vallejo, hoy doctora en Ciencias de la Información, profesora Titular de Tiempo Completo del Departamento de Comunicación y jurado del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar este 2020. Cuenta Carmen Vásquez, periodista de moda, que cuando Darío Arizmendi era el director de EL MUNDO le dio a cada una su “reino”, le dijo a la periodista cultural que ella se encargara de lo artístico, mientras a Vásquez la mandó a los cocteles, a buscar a la “gente linda”, le permitió tener la primera página exclusiva de moda en estas tierras, guiado en lo que hacía la Revista Hola en España, para que así estuviera clarísimo qué era cultura, qué era entretenimiento, qué era moda y qué era sociedad.Desde sus inicios, EL MUNDO dedicó páginas enteras a la agenda cultural, que eran las más difíciles de editar, porque tenían la agenda de cine, la de teatro, los conciertos, los recitales, las presentaciones de libros, todo, independiente de los artículos periodísticos de una y dos páginas que hacía la sección de cultura.Antes de que su experticia fuera el periodismo político y de opinión, Luz María Tobón, directora de EL MUNDO, fue periodista cultural. Todavía tiene en su oficina una foto de su entrevista a un joven Fernando Botero. Ella, de mamá artista, de familia siempre amante de la cultura, defendió el periodismo cultural hasta el cierre, influyendo, de alguna manera, en que siguiera con cada cambio de dirección. Con la llegada de don Guillermo Gaviria Echeverri, quien respetó lo que hacía el Periódico en este campo, se dio vía libre a que ese saber no se apagara.Nombres como el de Pilar Velilla, exdirectora del Jardín Botánico y el Museo de Antioquia; María del Rosario Escobar, exsecretaria de Cultura Ciudadana de Medellín y actual directora del Museo de Antioquia; la maestra Patricia Nieto, quien guía la Editorial Universidad de Antioquia y es docente de la Alma Mater; o el crítico de cine Pedro Adrián Zuluaga, escribieron una historia cada día, por varios años, en la redacción de EL MUNDO, cubriendo cultura.El Mundo Semanal, el Imaginario y Palabra&Obra fueron los tres suplementos culturales que dijeron cosas muy importantes a la ciudad, al país. Óscar Valencia, jefe de diseño de EL MUNDO, contaba que Imaginario fue osado, despertando muchas molestias en algunos “paisas de Medellín”, cuando su editora puso en la portada la foto de dos hombres homosexuales, desnudos, después de una Marcha del Orgullo. Sus contenidos hablaban de la cultura como lo que somos, reflexionaban sobre la ciudadanía cultural. Palabra&Obra, por su parte, buscaba hacer reportajes de largo aliento con personajes que se destacaban en el campo cultural, teniendo en su portada a importantes creadores como Débora Arango, Gilberto Martínez, Víctor Gaviria, Fernando Botero, Félix Ángel, Cristóbal Peláez, Beatriz González, Alberto Sierra, Antonio Caro, Dora Ramírez, Leonardo Padura, René Uribe Ferrer, entre muchos otros. Una vez, el artista Richard McGuire, reconocido por ilustrar publicaciones como The New Yorker, nos hizo el honor de hacernos una edición especial de Palabra&Obra. Publicamos un especial completo sobre la salvaguarda del patrimonio de Frida Kahlo y Diego Rivera, hecho en Ciudad de México, analizamos muchas veces lo que hacían en el Ministerio de Cultura, cubrimos la Bienal de Venecia, la Feria Internacional de Arte de Madrid (España), Artbo, el Salón Nacional de Artistas, el MDE, la Fiesta de las Artes Escénicas, el Festival de Tango, los diez años de la Fiesta del Libro con edición especial, siempre estuvimos ahí, en cada evento, en cada lanzamiento, en cada nacimiento.Y cometimos errores, muchos, porque EL MUNDO siempre fue una escuela de periodismo cultural. Cómo les parece que una vez, matamos a alguien que revivió. Olga Elena Mattei estuvo muerta durante unos minutos, nos llamaron directamente desde la clínica a contarnos tal suceso. Lloramos, planeamos un especial, llamamos a Héctor Abad Faciolince, él nos dio su declaración sobre la importancia de Mattei para la literatura nacional y corrió a publicar en su Twitter que había muerto.Hasta que, de esas cosas que pasan, los médicos la revivieron, la reanimaron y no se murió. Desde entonces, Faciolince ha sido muy lejano. Es que en el Código Caracol, María Lucía Fernández publicó lo que pasó, en la edición de las 7:00 de la noche: “la inmediatez de las redes sociales le jugó una mala pasada al escritor Héctor Abad Faciolince”. Casi nos ahorca, publicó en su cuenta en esa red: “serán imbéciles los de EL MUNDO”...Vale la pena decir que defendimos causas importantes. Hay que agradecerle a Irene Gaviria y Luz María Tobón que nos permitieron ser autónomos en el contenido cultural. Fuimos nosotros quienes cuestionamos el cambio de vestido que les hicieron a los Silleteros, desconociendo que eran un patrimonio, con lo que hubo polémica nacional, cuando Aníbal Gaviria era el alcalde. No nos censuraron.Fuimos nosotros quienes iniciamos a hablar de los “hipster”, cuando todavía esa manifestación cultural era bastante desconocida.Gritamos duro con investigaciones. Nosotros nos dimos cuenta de que las Bibliotecas Públicas de Medellín habían sido cerradas por el gobierno de Federico Gutiérrez, desconociendo su importancia en la transformación social, con la excusa de ahorrar recursos del presupuesto público. Vaya error de visión política, por eso insistimos con varios artículos en que los Parques Bibliotecas eran la opción que tenía un niño de cualquier comuna de no caer en las redes de tráfico, su puerta de escape muchas veces a la violencia física y sexual. Incomodamos a Sergio Fajardo sobre la responsabilidad en las fallas en la fachada de la Biblioteca España, tanto que salió en portada diciendo “voy a hablar de la Biblioteca España, cuando yo quiera”, los memes no se hicieron esperar en las redes sociales.Cuando iban a sacar al maestro Alberto Correa de la Filarmónica, nosotros lo contamos. Insistimos en que el presupuesto para cultura siempre debía subir en el gobierno nacional, el departamental y el local. Y, sobre todo, le dimos voz a un sector que no encontraba en otros medios un espacio que valorara sus obras, que escuchara sus demandas, que necesitaba, en pleno siglo XXI, más que nunca, una presencia en la agenda pública.EL MUNDO insistió en la importancia de la formación artística para la infancia. Con su proyecto Educar Mientras se Informa y su Concurso Personitas de Colores, invitó a que los niños pintaran sus sueños. Otra cosa que hizo fue premiar con el Mundo de Oro a quienes durante decenios trabajaron por el sector, entre los ganadores estuvieron Graciliano Arcila Vélez, la Emisora HJCK de Bogotá, Guillermo Abadía Morales, Fanny Mickey, la Orquesta Sinfónica de Antioquia, la Cámara de Comercio de Medellín, la Biblioteca Pública Pilotoy la Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia, Débora Arango, la Biblioteca Central de la Universidad de Antioquia, Carlos Castro Saavedra, el Instituto de Integración Cultural Quirama, Luis Alberto Correa, Rafael Sáenz Moreno, el Museo de Arte Moderno de Medellín, Luis Alberto Álvarez y la maestra Cecilia Espinosa, su última galardonada.En los comités de redacción, muchas veces nos peleamos con quienes nos preguntaban “y ese, ¿a quién le ha ganado?”, poniendo en duda la idoneidad de los artistas emergentes, peleamos por ellos como el futuro del sector y del arte nacional. La cultura también era un tema para abrir el Periódico, nosotros le dimos la portada al Salón Nacional de Artistas, cuando volvió a Medellín, en su edición 43. Juliana Restrepo y Jaime Cerón, sus directores, llegaron con la edición impresa de EL MUNDO a la apertura de aquel certamen, que durante sus tres meses contó con un cubrimiento diario, detallado, sobre lo que intentaban decir los curadores, que propusieron como tema el oxímoron “Saber-desconocer”.Cuando la notoriedad no abarcaba la obra de Pablo Montoya, cuando parecía que a la crítica local y nacional le faltaba creen en tal talento, nosotros reseñamos su Tríptico de la infamia, sin necesitar que el Premio Rómulo Gallegos nos validara lo grande el autor, porque pudimos verlo.Le puede interesar: ¿Seguro les hace falta la crítica?Que sea el momento para decirles gracias a los cientos de artistas, gestores, investigadores, profesores, curadores, comunicadores y colegas que nos buscaron para pedirnos una opinión, para ofrecernos sus contenidos, así como para criticarnos. Aprendimos juntos, crecimos juntos, hicimos historia juntos.EL MUNDO fue y será la casa de la cultura de Medellín, como quedará para la historia en su archivo, porque aquí pasaron hitos como que Gabriel García Márquez quisiera que la redacción del medio que soñó fundar se pareciera a la del diario liberal de Medellín, donde estuvo dando talleres y compartiendo con los periodistas.Gracias, EL MUNDO, gracias porque nos dejaste soñar que esa utopía que adoptamos, la de cambiar el mundo haciendo periodismo cultural, podía ser posible.
Con todo respeto, no comparto el criterio de quienes han venido criticando a la Corte Constitucional por haber declarado la inexequibilidad del Decreto Legislativo 580 de 2020, por el cual se dictaban medidas en materia de los servicios públicos de acueducto, alcantarillado y aseo, por el motivo que condujo a la adopción del fallo y que también expuso la Secretaria Jurídica de la Presidencia de la República: aunque, según el comunicado de la Corte, se dictó y promulgó en desarrollo del Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica, se expidió dentro del término de vigencia del estado de excepción y se encuentra brevemente motivado y lleva la firma del Presidente de la República, no fue suscrito por todos los ministros del despacho. Faltaron las firmas de los ministros de Salud –lo cual llama la atención en cuanto la emergencia fue provocada por la pandemia- y de Ciencia y Tecnología.Lea también: Cumplir la ConstituciónComo señala la providencia,” el mandato constitucional referente a que los ministros suscriban los decretos legislativos que se expiden en virtud del estado de emergencia económica, social y ecológica constituye una condición indispensable de validez de dichas normas, en la medida en que con este se garantiza, el principio democrático, durante el estado de excepción, pues se contrarresta el déficit de deliberación y se limita la facultad discrecional del presidente”.La exigencia constitucional de que estos decretos, además de las firmas del presidente, lleven las de los ministros –todos- no corresponde simplemente a un requisito de forma y sin mayor trascendencia. Por una parte, cuando hablamos de los estados de excepción –entre ellos el de emergencia- aludimos al ejercicio de una potestad extraordinaria del Ejecutivo, que normalmente no tiene a cargo la función de expedir las leyes –atribución que, por cláusula general de competencia, corresponde al Congreso-. Por otro lado, la Constitución es clara cuando expresa (art. 115) que las firmas de los ministros en los decretos los comprometen y por medio de ellas asumen una responsabilidad por las medidas y decisiones que adopta el Gobierno Nacional. Y, además, las normas superiores relativas a los estados de excepción exigen expresamente “las firmas de todos los ministros” y subrayan su responsabilidad. El 215, para el caso del Estado de Emergencia Económica, Social, Ecológica o por calamidad pública, estatuye: “El Presidente de la República y los ministros serán responsables cuando declaren el Estado de Emergencia sin haberse presentado alguna de las circunstancias previstas en el inciso primero, y lo serán también por cualquier abuso cometido en el ejercicio de las facultades que la Constitución otorga al Gobierno durante la emergencia”.Le puede interesar: Sobre las sesiones virtualesDe manera que no estamos ante un mero formalismo. Ni se puede sindicar a la Corte Constitucional de haber sacrificado el fondo de la medida en aras de la forma, o de no haber hecho prevalecer el derecho sustancial, como lo exige el artículo 228 de la Carta. Ella tiene a cargo la guarda de la integridad y supremacía de la Constitución, que exigió, en estados de excepción, las firmas “de todos” los ministros, no de algunos.Y el vicio no era subsanable, toda vez que al momento del fallo el decreto ya había sido promulgado y había entrado a producir efectos. En estas materias no se puede improvisar.
Duele la desaparición de EL MUNDO, después de más de 40 años de actividad ininterrumpida, con periodismo de calidad informativa y pluralidad de opinión. Desde hace dos años, cuando la publicación impresa diaria le dio paso a una semanal, el diario quedó herido de muerte porque había perdido su esencia. La desaparición de los periódicos impresos es una de las consecuencias nefastas de llamada revolución digital; nefasta porque los ha destruido sin sustituirlos por nada mejor.Lea también: Harry Sasson, la renta del suelo y las sopas MaggiLa prensa impresa, que resistió los embates de la radio y la televisión, agoniza en todos los países. Se cuentan por centenas los diarios desaparecidos y los que subsisten lo hacen en formatos cada vez más escuálidos y pobres en contenido. Sin la palabra impresa, la fuerza de la vieja sentencia, “lo escrito, escrito está”, se desvanece y con ella las exigencias del rigor informativo y de la clara separación entre la opinión y la noticia.Estas dos fueron las características señeras de EL MUNDO que nunca ocultó su carácter de diario liberal militante, pero abierto siempre a una amplia diversidad de opiniones, tanto en la época de Don Guillermo Gaviria, como en los últimos años bajo la orientación de su hija Irene y de mi querida amiga Luz María Tobón.El de Don Guillermo fue un liberalismo doctrinario, más bien clásico, cuya orientación intervencionista no lo apartó nunca de la defensa de la iniciativa privada como fundamento de la actividad económica en una sociedad verdaderamente libre. Por supuesto que, como periodista, fue también un liberal en el sentido partidista, aunque, el gran hacedor de empresas que fue, seguramente se habría sentido contrariado por la orientación anti-empresarial que aqueja a sectores amplios del que fue siempre su partido.Quizás a causa de la bancarrota ideológica del Partido Liberal, el liberalismo de EL MUNDO de los últimos años perdió su matiz partidista y se hizo más conceptual y de principios, buscando irradiar los valores de la democracia liberal y la iniciativa privada con responsabilidad social a las gentes de todos los partidos y la sociedad entera.Esa defensa de la democracia liberal se expresó en sus cuestionamientos al proceso de paz por su indiferencia frente a las víctimas de la Farc y las grandes concesiones hechas a lo que no era más que organización criminal que no representaba a nadie, como quedó en evidencia con las paupérrimas votaciones recibidas en las dos elecciones en las que ha participado.Su reconocimiento de la iniciativa privada como fundamento de la actividad económica y de la creación de riqueza, se manifestó recientemente en su insistente reclamo de la reactivación de la economía acompañada de la flexibilización de la contratación laboral.Pero quizás la más firme posición de EL MUNDO en los últimos años fue su incansable y persistente reclamo al gobierno a cumplir su misión fundamental de proteger la vida de los ciudadanos. No importa lo que el gobierno haga en cualquier ámbito, si no protege la vida de las personas está incumpliendo gravemente su obligación constitucional y lo que es en definitiva su razón de ser.Muchos años atrás, cuando, por incompatibilidad con mi actividad profesional, decliné la invitación que me hiciera a escribir en el periódico que acababa de adquirir, Don Guillermo, insistente, me dijo que escribir en EL MUNDO sería un honor.Le puede interesar: Una propuesta ilegal, inconveniente y peligrosa, pero imparableHace algunos años, por invitación de Luz María Tobón, EL MUNDO acogió generosamente mis artículos. Me sentí cómodo y complacido de hacer parte de tan noble empresa periodística y muy honrado, como había anticipado Don Guillermo.
Hoy he recibido la noticia: EL MUNDO, después de una tarea periodística de 41 años, ha decidido cerrar su fase de periodismo impreso. El entorno es cambiante, la evolución de hechos, tecnologías, épocas, conduce a decisiones y nuevas direcciones en los caminos que nos presentan horizontes distintos y nos hacen dejar atrás paisajes familiares a los cuales habíamos tomado un cariño como el del poeta cartagenero a los zapatos viejos. Algo diferente se abre en las perspectivas del futuro inmediato. Mis mejores deseos para FundaMundo, para la querida y admirada familia Gaviria Correa, y para la buena ventura de sus proyectos y su liderazgo, siempre inspirados en el bien para la comunidad y para Antioquia. Algunos de estos cambios son dolorosos, como lo es, en lo personal, este: se trata de una pérdida para el periodismo escrito en la región, y en Colombia. Pero EL MUNDO cierra este ciclo, como lo manifiesta su directora Luz María Tobón Vallejo, con la satisfacción del deber cumplido.Lea también: Alatriste: la punta de su espadaTermina para Antioquia una tribuna de decencia, de buen periodismo, de compromiso con la verdad. Se culmina la etapa de un esfuerzo colosal en pro de los intereses sanos de nuestro departamento, pionero para Colombia en tantos aspectos de progreso, de desarrollo, de apertura al futuro. EL MUNDO ha cumplido y constituye un gran honor ser parte, modesta y pequeña, de esta locomotora de la honradez y de la opinión crítica y creadora.Después de escribir la columna “Vestigium” durante veinte años -un total de 492 columnas, de periodicidad quincenal, casi ininterrumpidamente- vienen a mi teclado unas palabras que no puedo evitar, pues las asocio necesariamente a esta tribuna periodística: agradecimiento, aprendizaje, disciplina, creatividad.Cada uno de mis textos fue acogido respetuosamente por parte de los editores y de la dirección en estos años. Nunca he recibido la más mínima interferencia respecto a los temas y enfoques para los cuales con total libertad se me ha cedido el espacio. Siempre he sentido la presencia viva y efectiva de un genuino respeto por el diálogo inteligente, por el ir y venir de ideas ordenadas y rigurosas, expresadas dentro del marco de la consideración hacia la verdad y hacia el lector como un interlocutor merecedor de un trato digno y humanizante. Por parte de la dirección del periódico siempre recibí palabras de aliento, de buen criterio, de magnífica atmósfera de ejercicio de la inteligencia.Escribir Vestigium, con la variedad de tonalidades presentes en el entorno de las realidades contemporáneas, fue un hábito de disciplina, de investigación, de contrastes, de búsqueda de fuentes verificables. Una tarea constante de enriquecimiento y educación personal que tuvo que pasar por el tamiz del lector crítico y exigente, a quien también debo expresar agradecimiento. Mi padre, Hernán Gómez Atehortúa, fue el mejor lector, crítico y corrector que tuve. También asumí una tarea constante de aprendizaje en cuestiones de estilo y de forma periodística. No puedo olvidar las didácticas exposiciones de Arturo Giraldo Sánchez.Un “Vestigium” es la señal, la huella, la marca que deja el pie de un viajero sobre el camino. Hay algo relacionado con la memoria, con el registro de los datos de alguien que ha pasado por un lugar y ha dejado su impronta. Es el indicio de que por allí ha estado un “homo viator”: un viajero, frágil, perecedero, fugaz. Es también el rastro de un caminante que se esfuerza por perfeccionarse en una tarea que se ha impuesto. También el investigador es un sujeto que anda tras las huellas; la realidad -variada y múltiple- ofrece ante sus ojos algunas facetas, y es su tarea, la del investigador, hallar la parte de verdad que está inscrita en esas huellas. Para mí ha sido culminación de un rasgo esencial de mi vida: la búsqueda de explicaciones a las cosas que pasan, y de las cuales apenas tengo un entendimiento parcial en un entorno de asombro constante, infinito, inacabable. Mis columnas fueron posibles por aquella conversación inicial con Luz María Tobón Vallejo, cuando acogió, con tolerancia y generosidad, mis imperfectos intentos de practicar el arte de la columna.Le puede interesar: Incertidumbres y certezasTodos somos viajeros. También las instituciones dejan su huella: EL MUNDO deja un vestigio, una huella de decencia, de amistad, de buena escuela periodística: mi abrazo y mi voz de agradecimiento.
¿Dulcecito o dulcesito?La construcción de estos diminutivos causa muchas dudas, aunque la norma es de las más sencillas del sistema ortográfico del castellano/español. Miren: el elemento que agregamos al final de una palabra para cambiar su sentido se llama sufijo (¿recuerdan?: prefijos, interfijos y sufijos). Este sufijo que usamos para formar diminutos se escribe con ce: “-ito” se convierte en “-ecito”, “-ececito” o “-cito”.Pero si la base, es decir, aquella parte de la palabra que no cambia, tiene la consonante ese, lo que hacemos es agregar el sufijo “-ito”: oso se convierte en osito, casa en casita, cosa en cosita, porque la otra opción, incorrecta por supuesta, sería, por ejemplo, “cascita”, y no, no funciona así.Lea también: ¿Ultimadamente o últimamente?Ahora, piensen en esto: ¿cómo formarían el diminutivo de clase? Pronuncien el diminutivo. ¿Ya? Notaron que la palabra no sufre ningún cambio y que se le agrega “-cita”. ¿Qué queda?: clasecita. Es muy diferente al caso de osito, que la forman “os” más “-ito”, mientras que a clasecita la forman “clase” más “cita”.De esas que casi nunca usamosFlamear. No es tan tan rara porque usamos palabras como flama o inflamable. Este verbo viene de la palabra latina flamma, que significa “llama”, por eso tenemos la ya citada flama (que puede significar “llama” o “reflejo que la llama produce”), y también por eso inflamable es aquello que se enciende con facilidad y causa, por lo tanto, llamas. ¿Pero qué es flamear? Pues puede ser “echarle” llamas a un alimento usando licor. Puede ser, también, “echarle” fuego a un animal muerto para acabar de quitarle las plumas o los pelos, según sea la especie. O quemar la superficie, por ejemplo, de un recipiente para esterilizarlo.Pero también tiene un significado sin fuego: “Dicho de una bandera: Ondear movida por el viento, sin llegar a desplegarse enteramente” (imagínense una bandera colgada en un barco).
Nuestra vida en los ámbitos nacional o local no puede seguir estando a oscuras, bien sea porque a unos se les impide nacer y la mayoría de los que alcanzan a nacer, no logran crecer con equidad por estar dedicados a sobrevivir.Estamos en una ciudad donde la mejor luz es externa, pero pertenece al Estado y hay que pagarla; interna y moralmente estamos viviendo a oscuras no sólo ahora sino también a corto y largo plazo, como lo advierten las reformas mal hechas y las que faltan por hacer, el postconflicto como continuación del conflicto, la corrupción de los partidos, el Estado y el sector privado, sumándole la inseguridad rampante.Una alternativa, la salLa sal tenía un gran valor en la Palestina de tiempos de Jesús, ya que era indispensable para mantener los alimentos y se usaba en los pactos como signo de su firmeza y permanencia. Un saco de sal era tan precioso como la vida de un hombre. Además de ser la sal el gusto de los alimentos también los preserva de la corrupción. Jesús en cabeza de los discípulos de ese momento invita a todos los que tengamos interés por el país a cambiar de corazón y mentalidad para convertirnos en sal y luz.Con frecuencia una pizca de sal es suficiente para el alimento de un mayor número de comensales y proporcionalmente si se trata de los habitantes de un país. La sal tiene la ventaja que, por volverse invisible, sólo puede ser reconocida por el sabor; la sal es cuestión de calidad más que de cantidad.Otra alternativa, la luzEn el judaísmo existe el marcado simbolismo de cuatro noches santas, dos de ellas son pésaj, pascua judía, y la noche del advenimiento del Mesías; para iluminarlas fue creada la luz. Cuando Leasing inauguró la época de la ilustración se inspiró en la tradición bíblica de la luz interpretando y secularizando el entendimiento como nueva luz en medio de la oscuridad, la luz de la razón en lugar de la fe y el espíritu humano en reemplazo del espíritu santo.Tanto Jesús como Pablo caracterizan a los cristianos como hijos de la luz; a Pablo lo deja ciego una gran luz en el camino de Damasco; de ahí que el seguimiento cristiano lo convirtió al encontrarse con la luz del Crucificado-resucitado. Es Jesús mismo quien afirma en Juan “Yo soy la luz del mundo”; razón para decirle a los discípulos: “Vosotros sois la luz del mundo”, para desmarcarlos del resto de aparentes luces que hay en el mundo.La luz no es otra cosa que encender una vela; advirtiendo que el cristiano no es sólo iluminado sino hijo de la luz para hacer obras de todo tipo que vayan en beneficio de los demás. “Hermanos les convencí por medio del Espíritu (luz) y del poder de Dios (sal), a fin de que la fe de ustedes dependiera del poder de Dios y no de la sabiduría de los hombres” (Primera Lectura).Única alternativaDejemos que la primera lectura nos explique y actualicemos la lista y traducción de cuanto significa convertirnos en sal y en luz para cambiar la sociedad: “Comparte tu pan con el hambriento, abre tu casa al pobre sin techo, viste al desnudo y no des la espalda a tu propio hermano. Entonces surgirá tu luz como la aurora y cicatrizarán de prisa tus heridas, te abrirá camino la justicia y la gloria del Señor cerrará tu marcha.Entonces clamarás al señor y Él te responderá; lo llamarás, y Él te dirá: “Aquí estoy”. Cuando renuncies a oprimir a los demás y destierres de ti el gesto amenazador y la palabra ofensiva; cuando compartas tu pan con el hambriento y sacies la necesidad del humillado, brillará tu luz en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía”.(Primera Lectura).Evangelio deSan Mateo 5, 13-16En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos”.
Desde la Sociedad Antioqueña de Ingenieros y Arquitectos-SAI y la Asociación de Egresados de la Facultad de Minas-Ademinas queremos promover profundos debates sobre las prácticas, sin generalizaciones, en que se ha estado involucrando nuestra profesión, que comprometen la ética de la ingeniería: debates que permitan entender las causas de las protuberantes fallas, atrasos y consecuentes sobrecostos de importantes proyectos de infraestructura que se han estado adelantando en la última década en nuestro país. Pensamos que en estos mismos debates deben participar la Sociedad Colombiana de Ingenieros-SCI y la Asociación Colombiana de Facultades de Ingeniería-Acofi.Lea también: Humanismo y tecnologíaLa Ética es una ciencia práctica y normativa que estudia racionalmente la maldad y la bondad de los actos humanos, da guías para “la vida buena”, orienta la conducta práctica, dirige y encauza las decisiones libres del hombre; en resumen, es la rectora de la conducta humana para orientar actos buenos acordes con la razón.“La vida buena” es un concepto aristotélico reelaborado por la cultura helenística, en especial por los estoicos. “Todo arte (téchne, como lo es la ingeniería) y toda investigación (méthodos) e, igualmente, toda acción (práxis) y libre elección (proháieresis) parecen tender hacia algún bien, por esto se ha manifestado, con razón, que el bien es aquello hacia lo cual tienden todas cosas” (Aristóteles, en “Ética a Nicómaco”). El bien es el orden de la Naturaleza (“un buen árbol de manzano no puede producir sino buenas manzanas”) y el hombre, parte consustancial del mundo natural, se rige por estas mismas leyes, que son las mismas leyes de la razón. La vida buena requiere siempre la presencia del otro, sin la cual sería una contradicción.El ingeniero, como todo profesional, realiza sus actividades dentro de un marco de ética profesional, por lo cual es necesario empezar por definir los elementos que fundamentan la ética de la ingeniería, para cuyo propósito seguiré dos libros que considero básicos, Ética para ingenieros de los colegas mexicanos Ezequiel Chávez y Cuauhténoc Carbajal y La ética de la ingeniería del ingeniero venezolano Néstor Sánchez, así como mi libro Tiempos de ingeniería y humanismo.“La ingeniería es la profesión en la cual el conocimiento de las matemáticas y de las ciencias naturales, que se adquieren mediante el estudio, la experimentación y la práctica, se aplica con juicio para desarrollar formas de utilizar, económicamente, los materiales y las fuerzas de la Naturaleza para el beneficio de la humanidad” (Accreditation Board for Engineering, 1982). A lo cual habría que agregar que esa utilización debe velar, en todo, por la preservación de los ecosistemas.Ahora la pregunta obligada ¿Qué hace que ciertas acciones humanas sean moralmente correctas y otras moralmente incorrectas? Para responder esta pregunta existen cuatro teorías:1. La ética utilitarista. Según esta teoría el valor moral de las acciones se mide por sus consecuencias calificables por la utilidad producida, definida ésta como el balance de los resultados buenos sobre los malos: nuestras acciones deben producir siempre la mayor utilidad. 2. La ética del deber. Esta teoría sostiene que hay acciones que deben realizarse, aunque al hacerlo no siempre se produzca la mayor utilidad, por ejemplo, ser justo, ser honesto. 3. La ética de los derechos. Según esta teoría una acción es moralmente correcta si no viola los derechos de otras personas y 4. La ética de la virtud. Esta teoría considera correcta una acción si sustenta rasgos buenos del carácter (virtudes), la vida buena que ya definimos, y la considera incorrecta si manifiesta rasgos malos.El ingeniero debe realizar su trabajo profesional dentro de un marco ético más allá del utilitarismo, considerado éste como el mayor rendimiento capitalista de la inversión. La ingeniería es una actividad puesta de manera honrada al servicio de la sociedad, y es así como la finalidad del trabajo profesional es el bien común. Un ingeniero debe tener una sólida formación intelectual y moral. La formación intelectual consiste en el cúmulo de conocimientos que lo hacen apto para desarrollar trabajos especializados y complejos, de esto se deduce la responsabilidad que tiene el profesional de estar actualizado sobre los avances científicos y técnicos de su especialidad. La formación moral radica en su integridad como persona, lo cual le confiere dignidad, seriedad y honestidad, aplicable tanto a los negocios como a su vida personal; es también la aptitud personal para enmarcar su esfera profesional en un amplio horizonte humanístico. La capacidad moral le da mayor relieve a su propio trabajo y, además, lo hace valer en su medio social y laboral no sólo como profesional, sino como persona buena.En nuestro país se cuenta con un Código de ética para la ingeniería, donde se establecen reglas generales de conducta para el ejercicio profesional, que sirvan de guía para la evaluación de la moralidad de nuestras actuaciones individuales y, por otro lado, declara intención de la profesión el cumplir con la sociedad a la cual debe servir con lealtad y diligencia, así como respetar la dignidad que la misma profesión merece. En este código, entre otras directrices, se exige que los ingenieros realicen un verdadero trabajo profesional ajustándose a las normas de calidad, se reglamentan las relaciones de trabajo con quien ha contratado sus servicios y se obliga a guardar el secreto profesional. Creemos que es necesario ir más allá, mediante la práctica virtuosa para la vida buena.Para concluir algunas consideraciones sobre el marco ético, la práctica virtuosa para la vida buena que hemos llamado, que debe regir nuestra profesión, que empieza por establecer que la responsabilidad primaria del ingeniero es anteponer la seguridad de la comunidad y de lo público por encima de todo otro interés; así mismo debe tener sensibilidad cuidando por mitigar el potencial daño, en especial a las comunidades y ecosistemas más vulnerables: dada una elección siempre debe optar por su protección y seguridad. Los ingenieros afrontan de manera permanente el reto de concebir soluciones para problemas dentro de un escenario dado de costo-beneficio y tiempo, las cuales jamás deben comprometer la seguridad y bienestar de los usuarios de sus obras.Lea también: Peligros de la verdad única en HidroituangoP.D. Acojo la observación del reconocido ingeniero y empresario de la industria de la construcción, colega José Jairo Correa, en el sentido de aclarar que cuando he hablado de crisis en la ingeniería no quise generalizar, ya que en nuestra región hay proyectos de infraestructura que avanzan sin contratiempos, tales como Pacífico 2, Pacífico 3 y el Túnel de Oriente.
A menos de dos meses de las elecciones de senadores y representantes a la Cámara, esta semana la campaña electoral se calentó un poco por los lados del Partido Conservador de Antioquia.El denominado “Equipo de Antioquia”, que lidera el candidato al Senado y exalcalde de Itagüí, Carlos Andrés Trujillo González, anunció el apoyo total a este matiz azul del diputado y hasta el pasado 31 de diciembre presidente de la Asamblea Departamental, Bayron Caro Luján, quien en los comicios para esa corporación, en octubre del 2015, obtuvo un importante resultado en las urnas con26.045 votos.Precisamente ese no despreciable guarismo electoral hace atractiva esta adhesión electoral, pues la más beneficiada es la aspirante a la Cámara, Nidia Marcela Osorio Salgado, quien es la fórmula oficial electoral de Trujillo González.En la actual campaña Caro Luján estaba acompañando al Senado a Carlos Andrés Trujillo, pero no a Osorio Salgado, sino al hoy también aspirante a la reelección en la Cámara, el igualmente conservador Horacio Gallón Arango.Este sacudón parroquial en la política electoral conservadora tiene un muy interesante trasfondo político, que tiene ver con el divorcio entre Trujillo González y Gallón Arango desde finales del 2015 y también tiene que ver mucho con la política pasada y futura en Itagüí.La novelaEn el 2014 esta tendencia conservadora eligió al Senado a Nidia Marcela Osorio y a la Cámara a Horacio Gallón, quien le ganó el pulso interno para esa candidatura al joven prospecto Lucas Cañas Jaramillo. Entre tanto, Trujillo González fungía como alcalde de Itagüí (2012 – 2015), luego de haber sido diputado de Antioquia (2008 – 2011) y ascender hacia la jefatura de ese matiz azul, ya por fuera del ramismo.Lea más sobre:Repuntó Trujillo Mientras Lucas Cañas, delfín de su padre Gerardo Cañas, se quedó leal trabajando por ese equipo, Gallón Arango comenzó a tener diferencias con Trujillo G. que acabaron con explotar en el 2015 las relaciones internas con sus socios en Itagüí, los cuales después se quejaron o denunciaron que el exalcalde de Andes se marchó llevándose la curul de Cámara.Nunca en el 2014 o antes se explicó con detalle por qué apareció en la política conservadora itagüíseña Horacio Gallón, a quien se le ubicaba como un político de Andes, donde fue alcalde, enfrascado en la rivalidad que allí han sostenido por largo años el zapatismo y el uribismo.Y tampoco ha trascendido con claridad por qué de la amistad con Trujillo González, quien lo llevó a la Alcaldía de Itagüí como su asesor o asistente, luego a la candidatura a la Cámara, su posterior elección y después como la peor disidencia del llamado trujillismo conservador, equipo que se quedó sin la curul de Cámara, para la cual le pusieron los votos a un “foráneo”, que como Gallón A. le habría quedado imposible llegar, por primera vez al Congreso, sin tener una mano decisiva de un grupo o estructura política consolidada.Al conservatismo de Itagüí lo volvieron a garrotear, pues en el 2006 ya le habían aplicado la misma dosis, cuando ayudaron a elegir a la Cámara a Orlando Montoya, quien después se largó con curul y todo.La campañaCon ese panorama comenzó nuevamente la actual campaña legislativa y el trujillismo acaba de dar tremendo zarpazo al arrebatarle a Horacio Gallón el apoyo electoral del diputado Bayron Caro, quien le significaba por lo menos unos 4.000 o 5.000 votos en Itagüí, porque además también perdió el respaldo del concejal municipal Andrés Caro.Este hecho es un rudo golpe para Gallón A., toda vez que diputado y concejal comenzaron a respaldar desde esta misma semana a Nidia Marcela Osorio, quien se de esa forma recibe un respiro en su pretensión de salir elegida por tercera vez al Legislativo colombiano, porque la competencia conservadora en Antioquia para la Cámara podría ser muy reñida y definirse por escasos votos.Los conservadores tienen hoy tres curules de Cámara y si les va bien este 11 de marzo, el mejor resultado es mantenerlas, escaños a los cuales aspiran, como favoritos, los tres actuales congresistas en esa corporación Germán Blanco, Nicolás Albeiro Echeverry y Horacio Gallón, además de Nidia Marcela Osorio, quien busca pasar del Senado a la Cámara, debido a la candidatura de Trujillo G. al Senado.Además:AJosé Obdulio le tocó buscar votos En el medio político no se han podido entender las razones que llevaron a Horacio Gallón a abandonar un equipo político consolidado como el trujillismo y comenzar la compleja aventura de caminar y afrontar sola la muy difícil campaña electoral a la Cámara, sin ser él un gran elector, aunque fue a parar al paraguas que le abrió el suarismo bellanita, pero donde tiene al más duro rival a la Cámara como es Germán Blanco, el mayor elector conservador para esa corporación.DichososMientras tanto, todo es felicidad por los lados del “Equipo de Antioquia” ante la decisión de Bayron y Andrés Caro de acompañar la fórmula completa de Trujillo y Nidia M. Osorio.La decisión de Caro Luján tiene en el fondo mucha lógica política, si se tiene en cuenta que su proyecto político es configurar una candidatura a la Alcaldía de Itagüí, donde empezó como concejal y allí Horacio Gallego, aunque ambos son muy amigos, no tiene nada que aportarle, pero sí el trujillismo en unposible o eventual pacto en el inmediato futuro.De esa forma el trujillismo logró para sus planes electorales al Congreso adicionar el apoyo de dos diputados, Jaime Cano y Bayron Caro, más la votación que sacó para esa corporación David Jaramillo, y entre los tres suman casi 80.000 votos.Entre tanto, Horacio Gallón se aferra a su trabajo en solitario y a un acuerdo que tiene con la otra vez candidata al Senado, Olga Suárez, aunque en las redes sociales se hace ver junto a otros candidatos senatoriales de otros departamentos como Juan Manuel Corzo, David Barguil, Nora García, Miguel Barreto y Gladis Elena Ortiz.Además hay líderes que lo apoyan en Guarne junto a Juan Diego Gómez, en otros municipios con el uribista candidato al Senado, Santiago Valencia, pero lo más simpático e irónico es el caso de Sonsón donde aparece con su archirrival y antiguo socio Carlos Andrés Trujillo, quien se está desquitando de Gallón por habérseles llevado la curul de Cámara, en lo que puede ser un novelón de revancha política.Precisamente en el trujillismo algunos de sus dirigentes comentan en privado que “Horacio Gallón parece un amigo secreto, pues nadie sabe quién lo tiene”.Este lamentó el abandono de Bayron Caro, pero lo presentía, pues recordó que no lo acompañó en diciembre a la inscripción de su nueva candidatura a la Cámara.La adhesión de Caro Luján con el trujillismo se selló, tras largas conversaciones, el pasado miércoles en una reunión en el Hotel Poblado Plaza, con la asistencia de la cúpula de ese grupo.
Para aludir a los años que van desde 2020 hasta 2029, lo adecuado es usar formas como: los años veinte; los veinte; pero NO: los años veintes; los veintes; los 20’s; la década de los 20’s; etc.Usos correctos: ¿Qué nos depararán los años 20? Después de los veinte, tendrás más responsabilidades.El Diccionario panhispánico de dudas precisa que cada una de las décadas se representa con el numeral en singular, escrito en letras, ejemplos: los años treinta; la década de los sesenta; los noventa...Lea también: La RAE conceptúa sobre vocabulario de salud mentalTambién se pueden expresar las décadas con cifras: los 70, los 50, los 20... En ese caso no es adecuado incluir apóstrofo ni la letra ese (no: 30s, 80’s, etc.), fórmulas importadas del inglés y ajenas al español. Es el contexto el que aclara a qué siglo corresponde la década que se cita; es claro que al escribir: ¿qué nos depararán los años veinte?, nos estamos refiriendo a los años veinte de este siglo; pero, cuando pueda existir riesgo de ambigüedad, es posible añadir explícitamente a qué centuria se está aludiendo.No hay una denominación establecida para la primera década de un siglo, por lo tanto es aconsejable utilizar expresiones como: la primera década del siglo XX; la década de 1901 a 1910; la década de 1900 para referirse a los años entre 1900 y 1909, pues entre 1900 y 1910 hay once años.Para aludir a los años que van del 10 al 19 de cada siglo es adecuada la expresión: los años diez, aunque tiene poco uso. Es también correcta esta forma: la segunda década del siglo; pero, en sentido estricto, se dice: esta década va desde el año 11 al 20 de cada centuria.Cuando se cita el año 2000 y los sucesivos, es válido, tanto emplear el artículo delante como prescindir de él: del 2020; de 2020.El Diccionario panhispánico de dudas indica que hay que tener en cuenta lo siguiente:a) Desde el año 1 (y los anteriores a Cristo) hasta el año 1100:Es más frecuente el empleo del artículo el y la forma contraída de la preposición y el artículo: del, ejemplos: Los árabes llegaron a España en el 711. El 14 de marzo del 413 a. C. hubo un terremoto en Asia Menor.b) Desde el año 1100 hasta el año 1999:La omisión del artículo que evita la cacofonía: “del-mil”, es mayoritaria: 27 de febrero de 1995. En 1783.c) A partir del año 2000:Usar de nuevo el artículo EL, y la contracción DEL, en la escritura de los años: se esperaba con zozobra la llegada del 2020. Las conclusiones se harán públicas el 18 de enero del 2021. También es forma válida prescindir del artículo: El precio de la vivienda crecerá en 2021.d) En cuanto a cómo nombrar los siglos:Se escriben utilizando números romanos en mayúscula. El uso de cifras arábigas: siglo 20, y el uso de la expresión del número en letras: siglo veinte, son consideradas incorrectas.Tienen valor las formas ordinales: siglo I, o: ‘siglo primero’. Pero, a partir de 10, se leen como cardinales: siglo XII, siglo XXI, etc.El término siglo alude a un periodo de 100 años, cualquiera, pero se refiriere al que va desde un año ya acabado, en los dígitos 01 hasta el año siguiente acabado, en los dígitos 00. Así, el siglo XVII va de 1601 a 1700; el siglo XX acaba en 2000.e) La historia*Se llama siglo de oro, en minúscula, a cualquier tiempo en el que las letras, las artes, la política, etc., han tenido esplendor. Pero es Siglo de Oro, con mayúscula, el apogeo cultural español de los siglos XVI y XVII.*Antiguamente se daban nombres descriptivos a los siglos, más como referencia y orientación general, que como nombres formales. De ellos, solo está realmente reconocido: Siglo de las Luces, que funciona ya como denominación de periodo histórico.Le puede interesar: Fundeu y el lenguaje inclusivoEstos, apenas tienen uso en la actualidad:I, siglo de la Redención; II siglo de los santos; III siglo de los mártires y de los ermitaños; IV siglo de los padres de la Iglesia; VI siglo de la jurisprudencia; VII siglo del mahometanismo; VIII siglo de los sarracenos; IX siglo de los normandos; XI siglo de las cruzadas; XII siglo de las órdenes religiosas; XV siglo de las innovaciones; XVI siglo de las bellas letras; XVIII Siglo de las Luces, siglo del despertamiento (o emancipación) de los pueblos...
¿Cómo se percibe, como es su realidad, como se instala usted y su narrativa, en medio de esa naturaleza exuberante, demencialmente hermosa, esa tierra nueva en todo momento y qué trastorna de su realidad y proyecta?Me veo como un arquitecto que enfrenta siempre una nueva obra con plano en mano. El problema es que el arquitecto logra una visión, la dibuja, la materializa. No pasa lo mismo en la construcción de mundos imaginados. Uno sueña un mundo, pero nunca llega a ser completo a la primera, a la segunda, a la tercera... Uno lo pone en la hoja y debe volverlo a poner hasta que por saturación ese mundo cobre vida. Entonces el mundo sale de la hoja y se va dando forma a sí mismo. Al final uno siente que ese mundo ha sido logrado sólo cuando se puede volver a él sin notar las partes que lo componen. Es decir, el edificio del arquitecto es eso, no un conjunto de ladrillos y cemento y arena y metal; es un edificio. Ese deber ser el mundo que se recrea a sí mismo, esto es, un mundo, no una sucesión de palabras, oraciones que se perciben como oraciones.Lea también: Otro nombre el viento, de María Helena Giraldo González ¿En qué momento de su vida (y de su muerte) usted decidió, en la medida en que uno puede decidir sobre su destino, intervenirlo; ser y hacerse escritor y que estaría su vida condenada hermosamente a ello y de una manera catártica o no, ¿y para qué? Debía tener nueve años porque estaba en quinto de primaria. Una maestra mandó hacer un cuento y vi que me gustó. Pero en un principio no había palabras en mí; era muy duro a los nueve años. Hice poesía y mucha, fueron muchas hojas. Mi papá publicó mi primer libro Mi imaginación cuando yo tenía catorce años como motivación. Eso me dio un gran impulso, entonces me vi todos los días en las bibliotecas sumergiéndome en los mundos de otros, intentando aprender palabras y, sobre todo, intentando aprender a construir un cuento como para entonces pensaba que debía ser.Pero me alejé a los dieciséis. Era el reino de las hormonas. Me liberaron a los veintiuno. Entonces volvía a leer. Para entonces sabía que no valía la pena intentar nada sin por lo menos ser capaz de imaginar las cosas por completo. No soy capaz de ir a la hoja sin tener un panorama totalizante de la novela.Esa segunda etapa me condenó a la soledad. No reniego de ello. Sé estar conmigo. La verdad es que me encanta estar conmigo. Disfruto de eso con redoblada locura. Es un acto de fe. ¿Podría decirse que su narrativa, está conectada inescindiblemente con la violencia, con una historia de la violencia, de la que usted y otros han vivido, por qué y cómo se desarrolla en La muerte de los miserables, El día que no me matarás y en El señor más malo del mundo, ¿de qué violencias se trata y por qué? Tengo por costumbre decir que nadie escapa de su lugar en la historia, de su momento histórico, de sus circunstancias, de sus relatos, del momento en que le tocó vivir. A mí me tocó vivir en la Colombia de la violencia, del gran poseedor de medios y del gran poseedor de miseria. El artista es un gran receptor de esto, es su forma sensible de estar en la vida y no escapa a ser sacudido por ello. He estado mi vida entera viendo los fuertes contrastes y siendo afectado por todo tipo de violencia, me tocó ser hombre, negro, del Chocó, pobre; el cuerpo del negro está transversalizado por contenidos simbólicos que lo signan y le dan un lugar en la estructura de poder. Todo eso mediante la violencia. Cada novela mía ha sido una forma de sacar la frustración. La primera La muerte de los miserables habla de la violencia creada por la estructura de clases, la alienación y la enajenación, todo aquello que nos niega el ser GENÉRICO. Esto es, la autorrealización. Relaté mi impotencia. Relate que quería ser, pero había pesadas cadenas que me lo negaban: ser hombre, negro, del Chocó, pobre, periférico.La segunda es la menos genuina, es sobre la violencia de otros. El día que no me mataron es la historia de una persona de Apartadó, en verdad pasó, es la primera vez y la única en que he prestado mi voz y en el intento me he visto sacrificado. Creo mundos. Aquí me tocó recrear el mundo de otros, pero no por eso dejaba ser también el mío. Era mío en la medida en que era la desgracia de otro, un hermano, en ese sentido otro yo. Pero no era mío en la medida en que me tocó cesar la fantasía. Fue el libro en que menos porción de creatividad se usó. Fue un lastre pensarlo y creo que no volveré a prestar mi voz.De todos modos, es la sinfonía de mi época la que habla.El Señor más malo del mundo es otro cuento. Es un intento por reflexionar Colombia. Intenté poner todo mi dolor. Hablo de mi vida, sabe, salimos desplazados de la finca en que vivíamos y el encuentro con la urbe, en calidad de desarraigados, fue una catástrofe. Entonces la novela fue un juego de espejos. Puse el encuentro del campesino con el citadino en el desencuentro. Colombia, para mí, está llena de ello, el desencuentro está por todas partes. Hablé sobre el NO RECONOCER AL OTRO. Creo que es la peor forma de violencia. HABLÉ SOBRE LA NO ESCUCHA, otra manifestación de lo mismo. Al final intento creer. Digo que es posible reconocerse en el otro. Creo que esa novela es una ecología untada de romanticismo.Esto es, estoy convencido o quiero creer en que llegará el día en que en este país el otro cese y nazca el nosotros.¿Podría indicarnos, tres principios básicos que constituyan su técnica narrativa, cómo hace para escribir, de qué se trata cuando escribe y por qué lo hace, qué lo incita a hacerlo? Sobre esto han hablado otros que tienen mucha autoridad, sin embargo, me voy a dar licencia para decir sobre lo mismo, pero en su dimensión psicológica.Primer principio: Creer que eres escritor. Es muy importante, sabe, y, más en un país que tiene una gran tradición literaria como Colombia. Uno debe echarse el cuento y convencerse de ello. Si uno es capaz de eso le pierde miedo a la hoja. Una persona sin miedo es capaz de grandes hazañas. La mayoría de las personas no emprenden nada por puro miedo; así es que es muy importante para mí tener fe, tener fe en uno mismo.Segundo principio: Estar convencido de que eres capaz de lograr una voz propia. Es verdad que todas las historias han sido escritas y los temas está agotados. Las grandes historias hablan sobre el amor, la vida y la muerte. Pero siempre hay un huequito para uno, pues nadie es capaz de contar una historia como la cuenta otro. La gravedad es la ley que dice sobre las cosas que caen. Todo cae, dice Weber, pero uno es capaz de fijarse en como cae y narrarlo. La gravedad no explica cómo caen las cosas, solo que caen. Esa forma singular en la que un objeto en particular cae es oficio del que escribe.Tercero principio: No hacer del estilo una obsesión. Es sobre el anterior. Hay sobre todo en la poesía, hoy, por ejemplo, desde mi punto de vista, una obsesión por la forma. Una fijación por la forma es peligrosa, hace que uno descuide lo que cuenta y ponga demasiado énfasis en como contarlo. Entonces uno se adorna demasiado (ya me pasó). Creo que la historia en su estructura, en su sentido, en su contenido: político, social, ético, cultural, es mucho más importante y debe ser atendido con mucho más esmero.Uno debe dejar fluir, sobre todo hasta el tercer borrador. El cuarto borrador debe ser para afinar paisajes, articular los discursos, pulir la personalidad de los personajes. No es hasta el quinto y último borrador en que el escritor debe meterse con filigrana en el estilo. Pero llegado a este punto debe tener en cuenta al público para el cual está dirigida su obra, antes no, pues pensar en el público no deja escribir a nadie, entonces debe imprimir su sello sin sacrificar la obra. Debe tratar de que el estilo no implique dejar parado al lector, que siempre debe estar convencido de estarse moviendo. Hablo aquí desde mi experiencia como lector, pues tiendo a abandonar las obras en las que siento que no pasa nada. Movimiento. Privilegiar mucho el movimiento.Para mí escribir es un estilo de vida. Es la única forma de expresión que implica una relación cercana con la experiencia divinizante. Hablo de que el hombre siempre ha querido asumirse como un ser untado de lo divino. De eso deviene tanto semidiós en la mitología, pues bien, nada más cercano a Dios que hacer arte; escribir. La otra razón es muy humana, es ya un tipo de enfermedad benéfica, si no lo hago siento que he perdido el tiempo.¿Qué ha extractado usted, en su formación de las lecturas de Arnoldo Palacios y Manuel Zapata Olivella; qué le han proporcionado estructurar en su narrativa y en su naturaleza, en su visión del mundo, ¿en su estética? Soy nombre y negro, ya lo dije, esas dos cosas tienen grandes implicaciones políticas. Manuel Zapata Olivella era un hombre altamente político, comprometido con la causa del mestizo colombiano, un mestizo que se reconoce negro o blanco, rara vez indígena, que crea discursos excluyentes: la manera de estar en la vida tiene mucho que ver con los discursos que nos atraviesan. Zapata era sabedor de eso. Su literatura era ante todo un acto de rebelión a la estructura estructuralizante. Eran una literatura social que hilvanaba su esfuerzo intestino por librar al mestizo de las cadenas que lo sujetan a un pasado colonial anacrónico, un habitus fuera de la racionalidad que lo creó. Hago literatura social siguiendo quizá la misma angustia existencial, donde lo intramundano y lo noble buscan, si se quiere, acaudillar esta causa liberadora.El maestro Palacios era otro tipo de literato. Su forma era sencilla y sólida. Los componentes de denuncia eran fuertes, claro, más sus luchas eran otras. Es ante todo un signo de lo posible. Es un signo de fuerza y templanza, Las estrellas son negras, son en esencia eso. Una lucha incesante por salir de un hueco oscuro y miserable. Sus pasajes están llenos de luz. Hablo de que el texto mismo es fluido y enseña sobre cómo es posible hacer literatura desde adentro, las propias circunstancias, pues su creación es una mimesis con su realidad corpórea. Uno aprende con él a saber que las grandes historias no pasan en Bogotá o en Japón. Que tienen lugar ahí donde uno está.Ando por esas mismas búsquedas. Intento hacer literatura desde la misma ecología y fauna. Intento estar en paz con mis propios dioses. En su formación, si podemos decirlo de esa manera, el Taller de Escritores. “Urabá escribe” ha sido básico en ella: ¿Qué consideración tiene usted en relación con los Talleres de escritores, de si forman o no, qué dimensión libre o no que le propicio el Taller? Creo indudablemente que estar entre los comunes ayuda mucho. Estar con otros que van por el mismo camino es importante en la medida en que se vuelven en motivación externa. Un corredor de velocidad sabe que corre contra el tiempo, no contra los otros, en este sentido funciona el taller, los otros están ahí como estímulo. El proceso creativo se hace en la soledad. La lectura se hace en la soledad. Pero uno necesita con quién hablar de ello, sabe.Los que escribimos somos pocos en comparación con los que se dedican a otros géneros de la vida. El ser humano esté hecho para volcarse hacia fuera, por eso no hay peor tortura que escindirnos de la sociedad. Pero uno va a un taller y socializa y se da cuenta de qué se está escribiendo, cómo se está escribiendo, quién publicó recientemente, quién es ese que se ganó el Nobel de Literatura; uno escucha las creaciones de los otros y los otros hacen como que escuchan tus creaciones.En cuento a que sí forman o no, creo que sí, en los talleres tienden a ver notables. El notable de forma manifiesta o latente busca influir en tú estilo. Es un acto de formación negarse a ser influenciado o permitirse ser dirigido. Estar en contacto con otra forma, porque es en la medida en que estás con otros que puedes tener consciencia de ti mismo, esto es, gracia al otro uno forma una identidad para diferenciarse del otro y, este aporte invaluable lo hace el taller.El señor más malo del mundo es la última novela de Hernando Caicedo Rivera.Esa es la dimensión en que para mí ha sido y es importante en mi vida espacios como los que son posibles gracias a colectivos como “Urabá Escribe”.Lo invitamos a leer: El arte es una estrategia del conocimiento distinta a la cienciahttps://www.elmundo.com/noticia/-El-arte-es-una-estrategia-del-conocimiento-distinta-a-la-ciencia/375986 Usted es también lector de Fernando González, media con él para muchas de sus tareas de formación y ello para hacer una construcción muy suya, en su relato: ¿Qué le ha propiciado y que le ha mostrado González en su trayecto como lector y escritor, ¿qué le dicen esas lecturas críticas?Fernando González era un ser apasionado y muy atormentado por sus pasiones. La intensidad es concepto, pero lo es antes de uno leer al maestro González. Uno después de leer al maestro, leerlo de verdad, es decir, dejarse afectar por las lecturas, hace de la intensidad un estilo de vida. Me enseñó a contemplar. El que escribe es un ser que habla por otros medios, pero un hombre que habla nada tendrá que decir si no aprende a escuchar: hay que escuchar la roca lo mismo que a la nube, hay que escuchar al niño lo mismo que al anciano, y cuando no hay que escuchar hay que observar.Ha sido también basamento para formar mi carácter. Creo en la EGOENCIA como forma radical de estar. Me siento egoente y sin ese sentir no me atrevería a escribir.Otra cosa que uno aprende es a ser optimista. El amor por el otro, por la libertad, por el mundo. Son las premisas suyas y ahora mías y las palabras que pongo en las cosas que escribo para que dejen de ser cosas y se insuflen de vida.