Debate entre un político y un analista. Profesor de ciencia política se aparta de la controversia.
La propuesta de rebajar el número de curules en el Senado y en la Cámara de Colombia ha sido una añeja intención, estrategia, maniobra o propósito del uribismo, encabeza de su máximo líder el expresidente y hoy senador Álvaro Uribe Vélez.
Y como es obvio esta idea tiene amigos, pero también fuertes opositores, toda vez que se enfrentan tesis de ahorro y de populismo económico contra argumentos políticos con sustento en la necesidad de una adecuada representación política en las corporaciones políticas versus el absorbente presidencialismo o del Ejecutivo, o mejor de un adecuado equilibrio de poderes o de pesos o contrapesos, en un Estado de Derecho.
Y como el Congreso de Colombia siempre está en la mira de sus duros críticos, otra vez la propuesta de achiquitar el Poder Legislativo nacional fue lanzada por voceros del partido Centro Democrático, la organización política que defiende el pensamiento uribista, con ocasión o respuesta a la crisis fiscal que origina para el país los costos de la pandemia viral del covid-19.
Esa formación partidista, por conducto del representante a la Cámara, Óscar Villamizar, propuso reducir el Congreso actual de 108 senadores a 51 y de 171 representantes a 106 o sea 122 congresistas menos. Su tesis es meramente económica, pues afirmó que el costo del Congreso se reduciría en 316.000 millones por año, que se destinarían a reactivar la economía, deprimida por la crisis de la pandemia mundial. Esa cifra no llega ni al 0.12% del presupuesto nacional, aforado en 272 billones de pesos, o sea, que para el caso no deja de ser un mero simbolismo.
El debate nacional por este nuevo intento se esfumó rápidamente, pero en lo doméstico antioqueño se calentó por la postura del diputado y dos veces candidato a la Gobernación, el uribista Andrés Guerra Hoyos, de no sólo apoyar la idea por cuestiones económicas, sino de extender la reducción a las asambleas departamentales y a los concejos municipales.
“Me sostengo sobre el concepto de reducir las corporaciones públicas en Colombia: Congreso (Senado y Cámara) Asambleas (32), Concejos Municipales (1.102). La democracia representativa también debe asumir el momento actual y recortar costos, un Estado más delgado. Sensatez”, fue el sustento del diputado.
En contra de este razonamiento se manifestó el analista electoral y abogado Guillermo Mejía Mejía, quien ripostó que con ese pensamiento político Guerra H. desea un Ejecutivo gigante. “Y el Estado no es el gobierno solo. Tiene tres ramas y varios órganos independientes. El tuyo es un pensamiento respetable pero deseas regresar al absolutismo de los reyes. No te gusta Montesquieu para nada”.
Hubo otras reacciones de políticos locales sobre esta controversia, pero que consignaremos en Panorama Político de esta semana, pues le pedimos a Mejía Mejía que analizara desde lo político y lo jurídico cuál es el camino o la posibilidad, si es fácil o difícil, una eventual reducción del Congreso y sobre todo ahora inmersos en la bien compleja coyuntura pandémica.
La democracia cuesta
Mejía inicio su estudió recordando la frase “que la democracia no tiene precio, pero cuesta”.
Recordó que el número actual de congresistas en Colombia es de 279, dentro del cual se encuentran los indígenas, las negritudes, los candidatos a la presidencia y la vicepresidencia que quedaron de segundos y hasta miembros de la guerrilla de las Farc, que tienen el derecho por dos períodos, el actual y el que sigue, de hacer parte del legislativo.
Además la cifra de congresistas elegidos por circunscripción territorial, o sea por departamentos, 162, está congelada desde hace 35 años, debido a que el artículo 54 de las normas transitorias dictadas por la Asamblea Nacional Constituyente en 1.991, adoptó para todos los efectos constitucionales y legales, los resultados del censo nacional de población y vivienda realizado el 15 de octubre de 1.985. Esta Asamblea no condicionó la norma a ninguna ley o desarrollo posterior, o sea, que quedó como una disposición constitucional permanente y así lo ratificó la Sección Quinta del Consejo de Estado en una sentencia del 13 de octubre de 2016 y la Registraduría Nacional mediante resolución 3971 de 2017. El dato oficial del Dane para ese año de 1.985, fue de 27.837.932 colombianos. Según los demógrafos, para el 2.020 la población de Colombia será de 49.834.000. O sea que entre el censo de 1.985 y el último del Dane, la población nacional ha crecido en 22 millones de habitantes. Si se aplicara la fórmula del artículo 176 de la Constitución Política que dice que a partir del año 2014, la base para asignación de las curules adicionales se ajustará en la misma proporción del crecimiento de la población nacional, de acuerdo con lo que determine el censo, hoy deberíamos tener una Cámara de Representantes integrada por 290 miembros.
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Inconvenientes
En concepto de Guillermo Mejía la propuesta de Villamizar y el apoyo de Andrés Guerra, parece a simple vista filantrópica y, claro, la opinión pública la ha recibido con aplausos pero tiene varios inconvenientes: El primero es de orden jurídico pues intentar modificar la Constitución Política en estos momentos, en que el Congreso sesiona virtualmente, sería un despropósito monumental pues el órgano Legislativo se debe dedicar exclusivamente al control político del Estado de Emergencia y las sesiones virtuales, si bien solucionan momentáneamente el problema de la presencialidad por la cuarentena, no son el sistema adecuado para tramitar una reforma constitucional que requiere de mayorías calificadas y debe tramitarse en dos periodos ordinarios y consecutivos, o sea, ocho debates.
O lo otro sería convocar una asamblea constituyente o un referendo. Cualquiera de las opciones queda muy cuesta arriba siquiera para intentarlo.
La segunda dificultad es de orden político, pues en un Estado de régimen presidencalista como el colombiano, en el que el Ejecutivo tiene la forma de un cesarismo presidencial, según lo decía el profesor Antonio García Nossa, un Congreso pequeño es fácilmente manipulable por el gobierno de turno. No es lo mismo buscar, por ejemplo, una mayoría en un Senado de 108 miembros que en uno de 51. 26 o 27 votos los consigue cualquier Gobierno por malo que parezca.
“Esta propuesta es un ataque directo al equilibrio de poderes, a los checks and balances, pesos y contrapesos, que están consagrados en la mayoría de las constituciones democráticas del mundo y parece influenciada por ideologías ultraderechistas que están surgiendo en Europa, que buscan reencauchar los modelos de gobierno que dieron origen a la Segunda Guerra Mundial”, alerta Mejía.
Comparaciones
Confrontando el tamaño del Congreso colombiano con otros países, Mejía Mejía encontró que Colombia está en una media muy adecuada pues España, por ejemplo, con 45 millones de habitantes, tiene unas Cortes Generales integradas por 265 senadores y 350 diputados; Francia con 67 millones posee un Parlamento integrado por 577 miembros; Argentina con 44.5 millones sostiene un Congreso con 329 miembros; México con 127 millones cuenta con un Congreso de la Unión con 628 integrantes; el órgano legislativo de Perú es unicameral con 130 miembros para una población de 32 millones de habitantes; Ecuador, por su parte, también mantiene un legislativo unicameral con 137 congresistas para una población de 17 millones.
Pero el analista no se queda solo en el estudio, sino que cuestiona la propuesta del representante Villamizar y la califica de totalmente inoportuna por coincidir con la peor pandemia a nivel mundial que se ha tenido; populista porque es un engaño a la opinión pública que cree que con reducir el Congreso se van a reducir la desconfianza que aqueja lamentablemente a esta Corporación y desconsiderada pues es un afrenta a la inteligencia de la gente.
Otra tesis
Sobre esta controversia el profesor en ciencias políticas por muchos años en la U. de A., Fabio Giraldo, aportó este muy contundente concepto que se aparta de las dos tesis del debate:
“El mismo problema se discutía en los orígenes de la democracia. Y la conclusión más racional siempre ha sido la misma: no es problema de cantidad sino de calidad tanto arriba como abajo, tanto en la dirigencia como en la militancia. En los representantes y en los representados. Y para ello hay que tener gente votantes con libertad. Y está se adquiere con independencia, con una vida digna material y espiritualmente, y con educación y sin estómago vacío. Está propuesta técnica es cháchara helicoportada, panfleto lanzado desde el aire”.