Castro, de 86 años, dejará la Presidencia el próximo 19 de abril tras dos mandatos al frente de la isla, y aunque no está confirmado oficialmente, es de esperar que su sucesor sea Díaz-Canel, de 57 años.
El presidente de Cuba, Raúl Castro, no asistirá a la VIII Cumbre de las Américas que comenzó este viernes en Lima, donde la isla previsiblemente estará representada por su ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, quien ya se encuentra en la capital peruana, indicaron fuentes diplomáticas.
Hasta ahora el Gobierno cubano no había concretado quién encabezaría su delegación al foro regional, aunque se especulaba con que si no asistía Castro, lo haría el vicepresidente primero, Miguel Díaz-Canel.
Por ello, esta cumbre habría sido el último escenario internacional del menor de los Castro como presidente, pero también de Díaz-Canel a menos de una semana de su casi segura llegada a la jefatura del Estado cubano.
La de este año es la segunda Cumbre de las Américas en la que participa Cuba, después de la de Panamá (2015), a la que asistió el presidente Raúl Castro en pleno apogeo del deshielo con EE. UU, país con el que tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca han vuelto a tensarse las relaciones.
La isla fue suspendida en la OEA poco después del triunfo de la Revolución (1959) liderada por Fidel Castro, y aunque el veto le fue levantado en 2009, el Gobierno cubano ha descartado tajantemente reintegrarse.
A Lima, el país caribeño mandó esta semana una numerosa representación de la sociedad civil oficialista para participar en los foros sociales paralelos a la cumbre de mandatarios, un grupo que ha protagonizado protestas por la presencia en esas mismas reuniones de representantes de la disidencia cubana.
Cuba considera que esas personas no representan a su sociedad civil, sino a grupos "contrarrevolucionarios" subvencionados por otros países.
El país caribeño también ha deplorado la retirada de la invitación a la Cumbre de las Américas al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
Además, La Habana mantiene un agrio enfrentamiento con el secretario general de la OEA, Luis Almagro, muy crítico con el país caribeño desde su llegada a ese cargo y a quien en los últimos dos años Cuba le negó la entrada cuando pretendía asistir a un acto organizado por un grupo opositor.