Ramiro Tejada, su vida entera se volvió una obra de teatro

Autor: Giselle Tatiana Rojas Pérez
17 mayo de 2019 - 12:59 PM

Tras el fallecimiento de Ramiro Tejada, en la mañana del domingo 12 de mayo, los propios amigos del abogado, escritor y actor describieron quién fue y qué hizo como gestor cultural y como teatrero.

Medellín

A Ramiro Tejada la vida le permitió vivir 68 años dedicados al teatro. 

Fue un personaje con una gran imaginación. Sus amigos fueron todos los actores en la escena del teatro local, aunque se graduó como abogado, de la UdeA, la mayor parte de su vida la dedicó a este arte, en donde encontró su propia casa.

Y aun siendo difícil para los teatreros de Medellín hablar de la magnitud de lo que fue Ramiro, porque ahora sus corazones están aporreados tras su muerte, ellos mismos, su núcleo artístico, lo describieron como una figura muy icónica en la historia de la dramaturgia local, porque Tejada, con sus contras y sus cosas a favor, siempre fue y será un personaje teatral en la ciudad, él nunca necesitó un escenario, su escenario era el territorio mismo, fue esa figura estrafalaria, irreverente, a veces impertinente, que el gremio necesitaba y, por eso, su presencia hará mucha falta.

“Tenía una capacidad enorme de contravenir las realidades, eso lo hacía algo absoluto en el medio. Él era un tipo de esos escasos en las ciudades, de esos que, de pronto, a parecen como unos magos o dummies, como unos seres extraterrestres que te dejan unas señales de vida, de decisión, de realidades y de repulsa a la misma realidad”, así lo describió Carlos Mario Aguirre Velásquez, integrante y director del grupo teatral Águila Descalza.

Ramiro Tejada Fallecio

De ese personaje tendrá ahora que desprenderse el teatro paisa. Algo difícil, todos los teatreros lo sienten suyo, aunque, hay que decirlo, Tejada nunca estuvo “casado con nadie”, fue un ser libre en su teatro, era un artista de todos y para todos.

Ramiro fue más un conector, un mensajero entre todos los del sector. Nos mantenía informados de todo lo que hacía la ciudad artística cultural, no solamente teatral, y se encargó de llevar nuestros mensajes, como una especie de abeja, de espacio en espacio, de flor en flor, así se puede explicar su don de conector en un arte que, a veces, anda muy alejado los unos de los otros”, narró para EL MUNDO otro de sus amigos, Jaiver Jurado Giraldo, presidente de la Asociación de Salas de Teatro Medellín en Escena.

No obstante, Óscar Jairo González Hernández, profesor en la Facultad de Comunicación de la UdeM, experto en teatro, consideró que la contribución de Ramiro ha sido y será extraordinaria, en la medida en que él vivía una vida extraordinaria, la cual se consumaba, se realizaba y desarrollada en la estructura interior misma del teatro. 

“No era un exhibicionista porque sí, exhibía su teatro y su mundo en él para que otros pudieran observarlo. Era un personaje que conocía de principio a fin al teatro local, sabía los resortes que movían la dramaturgia que se hace acá y que animaban la escena para que permaneciera así, viva”, dijo. 

 

Su dramaturgia visceral

Ramiro tejada abogado

Desde los primeros momentos de la vida del teatro local, Ramiro Tejada irrumpió desarrollando su propuesta absolutamente experimental. 

Llegó al nuevo teatro a través de la dramaturgia de José Manuel Freidel (1951-1990), con quien emprendió un periplo artístico por importantes obras, en las cuales él era actor y luego de la muerte de su amigo inició distintos proyectos con grupos como La Casa del Teatro, La Oficina Central de los Sueños, el teatro La Hora 25 o el Grupo de Teatro de la UdeA.

“El trabajo en otras formas de hacer teatro, en otras dramaturgias, en otras estéticas le permitió a él tener una mirada un poco más amplia del quehacer del oficio. Su teatro fue un teatro visceral, intempestivo. Como actor tendió a la comedia, al desparpajo, a la extravagancia. Fue hijo de una forma estética de Medellín que fue La Exfanfarria Teatro”, añadió Jurado Giraldo. 

Ramiro Tejada conservó una obra que le escribió Freidel, llamada Tribulaciones de un abogado que quiso ser actor, obra que mantuvo en repertorio hasta sus últimos días en este mundo. También, con la Oficina Central de los Sueños montó la obra Krapp, la última cinta de Samuel Beckett, con la cual, igualmente, permaneció durante 22 años en la cartelera artística de la ciudad.

 

Crítico o cítrico

Ramiro tejada antigua

Según contó su otro amigo Cristóbal Peláez, director del Teatro Matacandelas, a él se le recordará, además, por “su exquisita crítica”. Tejada fue pionero en la crítica teatral en esta ciudad carente de ella. 

“A Medellín, en general, no le gusta la crítica, la escena del teatro le teme a ella, tiene problemas con lo que se le crítica. Entonces, a Ramiro se le dio por ser pionero con su libro Jirones de memoria, precisamente una crónica crítica del teatro de la ciudad, en el cual demostró la importancia de concentrar, hablar y criticar, de forma constructiva”, detalló Peláez.

Cabe destacar que en las artes, y en especial el teatro, la mirada del crítico es importante porque es otra mirada, es el ojo del que tiene una experiencia y un conocimiento y ausculta y observa atento con ese ojo estético.

Él, incluso, contó a sus amigos del teatro que lo llamaban no crítico sino cítrico, algo que no le preocupaba.

Su crítica fue importante porque en ella se comportó, siempre, muy ecuánime. Incluso, consideraron sus amigos, los certámenes de teatro van a sufrir mucho sin la presencia de Ramiro. Él fue un hombre comparsa, siempre estaba ahí y si no se dejaba ver, la gente se preguntaba: “Ve y dónde está Ramiro”. A veces, no iba y su crítica brillaba por su ausencia.

“Era nuestro loquito, nos quedamos sin el loquito de la casa, ¡qué vamos a hacer! Un ambiente teatral es igual a una casa y en toda familia hace falta un loquito y un bobito. A nosotros se nos fue el loquito y nos quedan muchos bobitos”, finalizó emotivamente Cristóbal Peláez, director del Matacandelas.

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