Rafael Palacios: “La danza brota porque hay algo que nos impresiona”

Autor: Editor
17 diciembre de 2017 - 02:00 PM

Entrevista que revela la historia y las ideas del bailarín Rafael Palacio, director de Sankofa.

Medellín

Óscar Jairo González Hernández.

¿Cómo y por qué, en qué momento decide usted iniciarse en la danza, qué sentido tiene haberlo decidido?

Inicie en la danza a los 6 años de edad, mi padre chocoano era profesor y además tenía un grupo de danza en el cual comencé a descubrir que mi cuerpo podía bailar y sentirse diferente, es decir salir de lo cotidiano, jugar de otra manera, en grupo, y al mismo tiempo sentir un reto que examinaba mi propio ser y sus capacidades, no era jugar para competir, era compartir, eso me ofreció  sentido de vida en comunidad.

¿Cómo y por qué, qué sentido y proyecto tiene y en que lo basa cuando decidió crear Sankofa?

De joven decidí que la danza me proporcionaba un espacio donde era feliz, el movimiento bailado conectaba mi interior con mi exterior, mi cuerpo hallaba un espacio para escucharse y sentirse libre. La pregunta luego fue ¿cómo bailar? Descubrí que no quería sentirme disfrazado al hacerlo, que mi identidad como hombre negro era importante, que los estereotipos creados alrededor de la danza afrodescendiente me molestaban, lo erótico y exótico  asomaban regularmente, nos disminuían y  encasillaba… Crear Sankofa después de vivir entre Paris y África durante 5 años, estudiar y trabajar como bailarín e interprete, me permitió regresar al país para combatir esos estereotipos y proponer una danza que nos conecta con los orígenes africanos pero que no reemplaza lo creado por los afrocolombianos, una experiencia que refuerza el saber y abre el camino a una poética de la danza ancestral y contempóranea, como opción de vínculo social y de posicionamiento de la cultura afrocolombiana.

¿Por qué Sankofa y qué dimensión estética propone desde allí, qué busca en su hermosa tentativa? 

Sankofa significa regresar a la raíz, es una palabra africana del país de Ghana, como filosofía es regresar al pasado, comprender el presente para poder avanzar hacia el futuro con pasos firmes. Busco entonces reconocer que la historia de los africanos, y nosotros sus descendientes,  en América no empieza desde la llegada a estas tierras en condición de esclavizados, la espiritualidad y  los conocimientos científicos ancestrales fueron los que nos permitieron sobrevivir, la fortaleza transgresora del cuerpo que baila nos ofreció refugio y valor para sobre vivir, trascender y permanecer

¿Qué relación obsesivamente lúcida tiene usted en su danza, con el Otro, la Otredad y como la lleva a la escena?

Desde muy pequeño fui el Otro, el diferente del barrio y de la escuela, nacer negro en Antioquia fue constantemente cuestionado, la pregunta invariable ¿de dónde viene? Obtenía  una y otra vez la misma respuesta; nací aquí, en Medellín, ese Otro fui y aun soy yo, un mundo que etiqueta a quien no se le hace similar merece propuestas contra hegemónicas para crear diálogos interculturales que permitan abordar  la diversidad y la  multiculturalidad, no como un espacio de tolerancia sino de reconocimiento epistemológico que  aporta a la búsqueda de  igualdad en la diferencia. 

¿Qué tensiones estéticas requiere usted y busca llevar a la escena, entre el gesto y el movimiento? 

Movimientos y gestos que  nos  alejen de las dualidades  creadas por la modernidad que nos encierran en una jaula; sujeto/objeto, naturaleza/cultura, arte/artesanía, civilizado/salvaje, tradición/ actualidad, reconocer los obstáculos permite afianzar un discurso poético coherente y más justo para el  bailarín y bailarina de origen afro. 

¿Qué consideraciones podría hacernos sobre la relación problemática o no, entre la danza y el teatro, y cómo usted o no la realiza?

La acción de representarnos en el escenario alude al movimiento, el mismo que baila, corre, habla, suspira, cae, salta. Prefiero ver en las diferentes técnicas que alimentan la danza o el teatro principios  capaces de entablar charla para enriquecer la praxis escénica, complementarse y acompañarse en ese paso al riesgo que busca la exploración creativa.

¿En qué dimensión relaciona usted la literatura y la danza, y por qué llevó a escena en “Los otros cien años” y como la estructuró?

El cuerpo baila, las palabras bailan, circulan, construyen planimetrías coherentes según su escritor o coreógrafo, he leído la obra de Gabriel García Márquez varias veces a lo largo de mi vida, en diferentes etapas y edades, siempre parecía ser la primera vez, estas líneas se quedaban dando vueltas en mi cabeza, aun lo hacen. La danza brota porque hay algo que nos impresiona, algo que nos atraviesa, esto puede provenir de una fuente escrita u oral, lo importante es la manera en que esta nos apela y nos lleva a imaginar posibles poéticas, en mi caso con el cuerpo.   

¿Desde dónde hace usted la construcción musical y que trascendencia tiene en lo que hace y realiza desde y en la danza?

Cada investigación-creación tiene un componente único, atado a múltiples universos y disciplinas artísticas que aportan respaldando la coherencia del tema a tratar, la música para nosotros los negros tiene un constante dialogar con el bailarín, en África se conciben juntas, no está una al servicio de la otra, esta mirada que también la sostienen los pueblos del Pacífico colombiano se ve reflejada en una licenciatura de danza y música en la UTCH en Quibdó. Para mí, la música  refleja el estado de ánimo con el que el intérprete se enfrenta a la escena, pero también le propone estados que lo descolocan y lo sacan del dialogo interno para que comparta y exprese su sentir.

De una las características de la modernidad, es la ciudad tiene y posee un inmenso poder de realización estética: ¿Por qué y como hizo “La ciudad de los otros”?

Esta obra nació en el año 2010 como celebración a los 159 años de la abolición de la esclavitud en Colombia, con el apoyo de la Casa de integración afrocolombiana-Alcaldía de Medellín. Nos pareció importante a los artistas que hicimos la pieza  abordar la realidad que cada uno de nosotros, descendientes de esclavizados, vivimos en la ciudad, la matriz colonial ha diseñado un sistema solido que nos impide obtener los mismos derechos de los demás, el racismo, la  discriminación, la falta de oportunidades, el desplazamiento, no son más que la prolongación de la esclavitud transformada a manos del neoliberalismo. La Ciudad de los Otros delata y exige cambios sociales en busca de una ciudad que debe ser para todos y para todas en la igualdad de derechos.

¿Cómo se construye en usted, en su sensitiva y racionalidad, la metódica o no para hacer lo que hace en la danza y por qué?

Me gusta hallar y reconocer el poder de la danza negra como una expresión de resistencia, una voz  que reclama poder político y construye movimientos contra hegemónicos en busca  del bienestar de los negros y las negras en el país.

¿Qué desea que sus bailarines realicen con mayor intensidad, con mayor decisión y con mayor sentido estético cuando danzan y por qué?

En primer lugar no hablo de ellos como mis bailarines, son compañeros,  colegas, trabajamos juntos para alcanzar las metas en común;  realizar una  praxis descolonizadora que parte del cuerpo para cavilar al interior de los saberes que la población afrocolombiana ha edificado por siglos y así confrontar la Matriz colonial. 

¿De su formación, en Colombia, en Europa y en África: qué ha construido usted, en relación con esas tradiciones de la danza, como hilos estructurales de su danza y su proyecto?

La interculturalidad reconoce los valores de quien está al frente, nos permite saber que no sabemos todo, reconocer lo que sí sabemos y afianzarlo. Haber tenido la oportunidad de viajar y aprender de otras culturas me permitió reflexionar sobre el tipo de danza que le propongo desde hace 20 años al país, esta es una danza que no desconoce el mundo globalizado en que se encuentra inmersa pero que indaga en sus propios saberes con la certeza que la especificidad de los pueblos colombianos es única, invaluable y que tiene mucho que aportar en la búsqueda de la justicia social y pluralidad cognitiva y epistémica de la nación.  

¿En qué perspectiva desde su visión e inclinación estética, busca usted mantener las relaciones entre la danza llamada clásica y la contemporánea y por qué?

La danza clásica en lo que respecta mi cultura es el Currulao, el Mapalé, Pasillo chocoano, Requintilla. danzas creadas por las comunidades negras que develan el contexto histórico que hemos debido sortear los afrocolombianos. La danza contemporánea es el dialogo que creamos en la actualidad con estas herencias ancestrales. Cabe aquí reconocer  las nuevas manifestaciones artísticas populares y urbanas  construidas por los jóvenes negros  como la Salsa choque, Paso ´e perra, Exótico. Todas estas corrientes me hablan  de una danza afrocolombiana contemporánea capaz de respetar la tradición, que no la disfraza con lentejuelas, empeines, puntas y piruetas del ballet clásico para estilizarla. Me interesa una danza que crea autorreferente para expresarse ante los demás.

¿Qué y cómo se da en su danza, la intención y el interés por lo nuevo, qué es lo nuevo para usted en estos desarrollos?

Veo lo nuevo como la oportunidad de conocer el pasado y descubrir el sentido que tienen las prácticas artísticas y espirituales de los pueblos Negros, Palenqueros, Raizales y Afrocolombianos, este ejercicio me aleja de la retórica de la modernidad que ha sumido nuestras prácticas  en imaginarios exóticos y eróticos, vaciándolas de contenido. Considero posible lo nuevo, la innovación, solo a partir de la verdadera indagación por lo propio, de la preocupación por las problemáticas que enfrentamos en la actualidad las comunidades, eso me inspira para crear,  y desde allí exploro y descubro lenguajes “nuevos” para la puesta en escena.

¿Requiere usted de una pedagogía para enseñar la danza, cómo enseña usted la danza y por qué?

Todos los pueblos construyen pedagogía, las comunidades negras tienen invaluables metodologías desconocidas y casi siempre   anuladas por la mirada de occidente que cree tener las fórmulas académicas correctas para disciplinar y reemplazar las epistemologías de los pueblos. Es importante para nosotros comprender de qué manera hemos podido pasar de generación en generación los saberes, y desde Sankofa como corporación proponemos a través del proyecto de formación que hemos denominado PASOS EN LA TIERRA, en codirección con la maestra Leyla Castillo, una praxis que integra preparación corporal, desarrollo dancístico cuerpo- comunidad-tradición y pedagogía para la creación. Todo esto abarca una mirada en donde se reconoce el saber que todos tenemos en un espacio de formación compartido reconociendo “las ignorancias compartidas” como lo define Boaventura.

Vea también: No es la suerte, son las ganas

¿En qué y cómo se hace la escenografía en Sankofa, cómo la realizan y por qué, es trascendental cómo estructura o no?

Encontrar un equilibrio justo que permita reforzar los conceptos corporales que proponemos en escena no es una tarea fácil, huimos de la escenografía que puede convertirse en adorno y la buscamos desde la simbología. No todas las obras de Sankofa a través de estos 20 años de trabajo ininterrumpido han tenido tramoya. En algunas obras la luz que acaricia, devela, esconde o confronta  los cuerpos y sus movimientos ha sido la compañía necesaria que complementa la obra.

¿Qué lo ha movido, qué lo mueve y qué lo moverá para hacer y continuar creando y transformando: su danza, y la danza en su totalidad estética?

Afortunadamente he descubierto que es la danza la que me crea y transforma, me da sentido de vida y me permite soportar el presente. La danza me ofrece comunidad, hermandad y sobre todo me da herramientas para combatir la injusticia social, me da un lugar  en el cual puedo aprender a cambiar lo que no me funciona, es decir a ser propositivo en la sociedad.

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