No encuentra un país en malas condiciones, por el contrario, estamos despegando de una situación de desprestigio, sobre todo en materia de derechos humanos, e internacionalmente somos bien vistos.
Los miembros del Congreso de la República tienen acceso a la información sobre el funcionamiento del Estado, en razón de lo que son y para que su labor de controladores políticos sea efectiva y en pro de la salud de las instituciones, y deben entenderla. Cuando un ciudadano es elegido para una alta dignidad de la Nación, abandonará las tentaciones de hacer daño y se erigirá por encima de los sectarismos, las bajas pasiones y de toda sospecha. Cuando se es congresista hay que aprehender, acatar y aplicar las normas que indican cual es el papel esencial del Estado y las que señalan el papel y las responsabilidades de las autoridades.
Se trata entonces de elegir a los mejores ciudadanos para que en un sistema de democracia representativa, ejerzan funciones legislativas. Deberán hacer leyes que regulen la justicia, la salud, la economía, el medio ambiente, los recursos del subsuelo y en general todos los asuntos susceptibles de ser regulados para garantizar la convivencia. El concepto de mejores ciudadanos se ha vuelto complejo en la medida en que los derechos se han ido reivindicando y los avances tecnológicos y científicos han avanzado. Ahora se necesita más formación en nuestros congresistas tanto en lo ético como en lo académico.
El Estado interviene cada vez más en la vida de los ciudadanos y controla tanto su propia actividad como la de los ciudadanos en materia de garantía y defensa de derechos y la actividad productiva es cada vez más normada y vigilada, de tal forma que quienes ejercen funciones judiciales, legislativas, administrativas o de control, deben tener los conocimientos suficientes. Es cierto que la educación tiene tendencias y especialidades, pero también lo es que quien se ha formado profesionalmente tiene mayor facilidad de entender otras disciplinas por los conceptos, métodos y principios que transversalizan la educación superior.
Hay un nuevo gobierno en Colombia: llega un hombre muy joven con ganas, por lo menos de dientes para afuera, de hacer los grandes cambios requeridos. No encuentra un país en malas condiciones, por el contrario, estamos despegando de una situación de desprestigio, sobre todo en materia de derechos humanos, e internacionalmente somos bien vistos. Pero siempre se puede mejorar. El señor presidente Duque nos está prometiendo un proceso de reconciliación ciudadana que esperamos se dé como inicio de la era en la que se debata con ideas y no con odios, y comencemos a respetarnos y a amistarnos.
Pero hay que comenzar a concientizarnos sobre lo que significa Colombia y lo importante que es dirigirla. Aunque el más culto y el menos tengan raptos de chabacanería, hay que comenzar a perfilar la personalidad de nuestras autoridades. Ahora que se anuncian reformas de todo tipo, hay que estatuir requerimientos y requisitos a quienes aspiran a dirigirnos. Un congresista, como un alto ejecutivo del Estado, incluido el presidente, debe ser un ciudadano de primera, preparado académicamente, ético, informado de las características del Estado y familiarizado con las funciones que ejerce y sus responsabilidades.