Las iniciativas que se plantean para recuperar la seguridad perdida en Medellín van desde lo estrictamente punitivo hasta los procesos de inversión social, inclusión y transformación de las comunidades.
Revisar la política pública de seguridad, convocar diálogos permanentes con gremios, instituciones y ciudadanía, apoyar los procesos barriales, mantener presencia y generar oportunidades en los sectores más vulnerables, con inversión social y métodos de inclusión, son algunos de los mecanismos que se plantean desde de las diferentes perspectivas de ciudad que hoy alzan la voz para expresar su enorme preocupación por el inexplicable aumento de homicidios que hoy vuelve a enlutar a Medellín y a traer a la memoria viejas épocas que nadie quiere volver a vivir.
Según los informes de Medicina Legal, en 2016 se reportaron 545 homicidios en Medellín, en 2017 esa cifra fue de 586, en 2018 fueron 602 y en los primeros 17 días de 2019 fueron 30, lo que proyecta el cuarto año consecutivo con aumento de las muertes violentas.
Cifras que hoy están muy lejos del horror que se vivió en los 80 y 90, pero que vuelven a sembrar la zozobra, el miedo y la desesperanza que ya se creían superadas después de varias décadas.
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Debate ciudadano
Para Marta Villa, de la Corporación Región, para frenar esta carrera de la muerte el primero de los tres planteamientos que proponen es “identificar la naturaleza del conflicto o de las violencias a que se están asociando estos homicidios. Ahora estamos hablando de cosas que no conocemos. El narcotráfico es uno de los actores, pero no es el único. En este momento hay redes criminales que no están ligadas al tema del narcotráfico, hay extorsión, vacunas, control de la microempresa barrial, que son temas que no estaban de esta forma en los 80, cuando todo el fenómeno estaba ligado al narcotráfico y a Pablo Escobar. Hoy el tema es de mayor complejidad, lo que hay es una medusa, a la que se le corta una cabeza y le salen cien”.
Por eso, repite, “sería muy importante poder hacer análisis por parte de la Administración y distintos actores sociales que den más pistas sobre estos nuevos fenómenos de violencia urbana. Eso porque cuando se da un homicidio se dice inmediatamente que está ligado a la confrontación de bandas criminales, pero realmente no hay nada que sustente esas afirmaciones”.
El segundo de sus planteamientos tiene que ver con la política de seguridad: “Esta Administración enfocó el tema en la desarticulación de las bandas criminales y la captura de los cabecillas. Y eso está bien, porque creemos que parte de la política y de la responsabilidad del Estado y de las instituciones es desarticular estas redes. Lo que pasa es que esa acción como política de seguridad no está entregando los efectos que se suponía iba a dar. Es decir, si la Alcaldía enfocó esos esfuerzos ahí, se supone que una forma exitosa de evaluarla es que haya menos asesinatos de personas, que haya menos jóvenes involucrados en el conflicto, que haya menos territorios afectados por estos fenómenos. Pero ha sucedido todo lo contrario, y si el objetivo no se cumple, pues quiere decir que la política falló”.
Por eso desde Región, como desde muchas entidades, se plantea un debate a fondo sobre el enfoque de las políticas de seguridad ciudadana, que consideran no son temas de gobierno.
“El éxito de las políticas que lograron grandes resultados en los años 90 y principios del 2000, radicó en buena medida en que fueron políticas producto del diálogo social, producto del reconocimiento de las dinámicas territoriales de los diferentes actores sociales. Pero lo que nosotros sentimos es que durante esta Administración los diálogos se han roto, que no hay un interés de la Alcaldía por escuchar otras voces, por reconocer aprendizajes que hay en los territorios”.
Un debate ciudadano en el que, según Villa, deben intervenir los sectores privado y público, organizaciones sociales y territoriales, para que entre todos se determine cuál política de seguridad es la más efectiva para evitar que sigan cometiéndose más asesinatos en la ciudad, “que es el verdadero objetivo de una política de seguridad, que no se pierda ni una sola vida por razón de una confrontación armada”.
Control territorial
“En 2015 Medellín aprobó un plan de política pública de seguridad y convivencia, y eso es lo que hay que cumplir”, reclama a su vez Maira Duque, del colectivo No Copio.
“Fue un plan construido con varios actores sociales, universidades, con apoyo de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, y es una política muy completa en la que se hace un diagnóstico muy acertado sobre lo que está pasando en la ciudad y en el que se plantean unas herramientas para enfrentar los problemas de seguridad y convivencia que tenemos”.
Y una de esas herramientas, precisa, es “crear capacidades ciudadanas para gobernar los fenómenos de inseguridad que afectan los territorios que habitamos”.
La vocera de esta iniciativa ciudadana entiende que atacar estructuras criminales y capturar a sus integrantes para judicializarlos es importante, pero en su enfoque “la Alcaldía se está olvidando completamente de los procesos ciudadanos y los procesos barriales que al final van a garantizar que el gobierno de los territorios lo tengan los ciudadanos y las autoridades y no las bandas criminales”.
Por ejemplo, explica Duque, en algunos de esos sectores, “cuando alguien tiene un problema de convivencia, muchas veces acude al pillo antes que ir a la Comisaría de Familia, porque él lo soluciona mucho más rápido, porque es mucha más efectiva la solución que le pueda dar ese cabecilla de la banda, que el comisario de familia”.
O como ocurre en algunos barrios, sostiene, donde las bandas son las que deciden qué productos entran y cuáles no entran a las tiendas. Ellos tienen armado todo un esquema que les permite gobernar hasta cierto punto en su territorio. Y lo que plantea la política pública es que hay que devolverle el gobierno del territorio a los ciudadanos y a la institucionalidad”.
Por eso le pide a la Administración que, tras los operativos en que son capturados los cabecillas de bandas en algunos sectores, que quedan en un aparente desgobierno, deben apoyarse procesos ciudadanos “para lograr que el control de esos territorios lo tenga la ciudadanía. Eso es lo que debería pasar, pero no está pasando”.
Destacó, eso sí, los esfuerzos de la Alcaldía por disminuir el índice de deserción escolar, “lo que es realmente importante, porque un chico de un barrio con esas dificultades se sale de estudiar y tiene muy pocas posibilidades de acceder a un trabajo digno y muchas veces la mejor opción es entrar a la banda”. Pero también lamentó que muchas de esas acciones son desarticuladas, aisladas y no obedecen a una estrategia continua.
Nuevos actores
Germán Darío Valencia Agudelo, profesor del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, sostiene que la violencia de hoy en Medellín no se puede comparar con la que se vivió hace tres décadas, pero admite que la actual situación es de mucha complejidad porque cada vez tiene más y nuevos actores.
“El principal indicador de violencia es el número de homicidios, porque se ataca lo más valioso que tenemos, que es la vida”, comenta Valencia Agudelo. “Y ese indicador está aumentando por dos razones fundamentales: el aumento de las bandas criminales y el crecimiento de las economías ilegales”, que ha provocado una lucha frontal de la Policía y el Ejército contra esas estructuras.
Explica que “el surgimiento de nuevas bandas implica también la aparición de nuevos actores, que además no están siendo controlados, entonces actúan de manera anárquica, a su parecer. Y cuando actúan sin control, lo que hacen es generar muerte. Distinto a lo que piensan los empresarios del crimen organizado, que es mantener un negocio que sea tranquilo, sereno, callado, sin muchos costos, que es como actuaban antes”.
Sobre las economías ilegales, el experto señala que la venta de armas, la prostitución, la extorsión, el robo de motos y autos, son otros de los principales factores que generan muerte.
Por eso sugiere que estas situaciones de violencia hay que atacarlas de diferentes maneras, como educadores en los barrios, donde es necesario hacer presencia generando procesos y oportunidades para que chicos y jóvenes no sean reclutados con facilidad, pero también sitiando a las grandes estructuras del crimen mediante el control de sus canales de información, de sus recursos y sus activos, el tráfico de armas y drogas.
Mayor persecución
Para Jorge Mejía, exsecretario de Gobierno de Antioquia y de Medellín, la compleja situación que vive hoy la capital antioqueña en materia de seguridad también amerita la revisión de la estrategia de lucha contra la criminalidad en la ciudad. Pero contrario a quienes demandan otros procesos, él pide más acciones contra quienes delinquen.
“Es indispensable articular la política por los objetivos de alto valor, es decir las capturas, la judicialización de los jefes de las bandas y los combos, con otras políticas que permitan desarticular esas estructuras. Yo creo que ahí es donde está la gran debilidad de la política de seguridad que tenemos en la ciudad, por cuanto perseguir básicamente a los jefes se ha demostrado que no es suficiente, dado que es tan rentable la criminalidad organizada que eso lleva a que rey muerto, rey puesto. O sea que rápidamente hay una suplencia o una restitución del jefe que cae en manos de las autoridades”, aseveró.
De acuerdo con su posición, se debe ir incluso mucho más de frente contra toda clase de asociaciones para delinquir: “Es decir, sindicar a quien pertenezca a una de estas organizaciones, sólo por el hecho de pertenecer a ella, por cuanto el asociarse para delinquir es un delito, así la persona no delinca”.
Una estrategia integral
El alcalde Federico Gutiérrez reconoció esta semana públicamente que la situación de seguridad que vive la ciudad “no se soluciona sola, o sólo con la presencia de la Policía, el Ejército y la Fiscalía”, por lo que invitó a sustentar “una estrategia integral, en la que lo más importante sea la educación, el deporte, la cultura y las oportunidades”.
“El llamado es para todos los padres de familia, ya inició el año escolar y todavía hay niños que no han sido matriculados. Tenemos cupo para todos los niños de la ciudad, no hay excusas para que un solo niño se quede en casa”, dijo el alcalde de Medellín al entregar el informe de los últimos operativos en que fueron capturados otros cabecillas de grupos delincuenciales como Pachelly y de paso sobre la intervención que se realizó en la Comuna 8 Villa Hermosa, donde la semana pasada se presentó una racha de homicidios que rompió la tranquilidad y causó temor en toda la comunidad.
“Estamos hablando de dos estructuras delincuenciales que generaron la semana pasada una ola de violencia por enfrentamientos entre ellos. Estamos hablando de los conejos y la estructura del 13 de Noviembre”, por lo que se comprometió a que “esos delincuentes van a caer, como han caído todos los de otras bandas”.
Sin embargo, apuntó que con la operatividad se retomó el control y se restableció la tranquilidad en ese sector de la ciudad.