El idioma es así: no es que la RAE sea permisiva, es que el idioma no se puede amarrar, las palabras, por esencia, son seres libres.
¿Bacinilla o bacenilla?
Recuerdo que mi abuela decía “pato” o “mica” en vez de bacinilla. Ella mantenía una debajo de su cama, más grande que la de un bebé (lógicamente) y de peltre. “Bacinilla” tiene relación con “bacina” y con “bacín”, dos palabras que seguramente no usan, yo tampoco, y que significan “vasija, orinal…”.
La otra es “bacenilla”, que es la forma que tomó “bacinilla” en algunas regiones. Así que las dos palabras aparecen en los diccionarios. Digamos que “bacinilla” fue primero, porque tiene relación con la expresión latina, del latín medieval para más precisión, “bacina”.
También existe la forma “bacinica”, muy usada en algunas regiones de México. El idioma es así: no es que la RAE sea permisiva, es que el idioma no se puede amarrar, las palabras, por esencia, son seres libres. Cada grupo humano, sin darse cuenta ni pensarlo, elige sus palabras, y su escritura y su pronunciación.
Un español que es uno y es varios bellos idiomas
Recuerden que hay 22 academias de la lengua. Si les digo que la RAE es simplemente una más de ellas, falto a la verdad y le quito mérito. La RAE es más vieja que cualquiera y se ha ganado, en parte por el tiempo, en parte por sus diccionarios, sus libros sobre ortografía, sobre gramática, etc., su prestigio. La RAE dice que el español es policéntrico, es decir, no es más puro el español que se habla en Madrid que el que se habla en Quito: son dos idiomas y un solo idioma, porque un madrileño se entiende con un quiteño sin mayor esfuerzo, salvo que cada uno saque su repertorio regional, y eso que ni tanto, porque no creo que el hombre de Quito no sepa qué quiere decir el de Madrid con “necesito un coche”. Pero sí habrá palabras propias de cada región que el otro no comprenderá. Y si alguien piensa que el español de Madrid es más puro, pues le recomiendo que saque la calculadora y cuente en qué lado del Atlántico hay más hablantes de español, hispanoparlantes, mejor dicho.
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Unos dicen chamo, otros dicen chico, otros dicen pibe, otros dicen pelao, otros dicen parcero, otros dicen carnal… Palabras muy distintas, evidentemente, pero que forman parte del mismo idioma. Además, todas equivalen a amigo, joven, muchacho, vocablos que entendemos todos, en América o en España.
Qué mala noticia o ¡qué mala noticia!
¿Podemos exclamar sin signos de exclamación? Sí, señores (y señoras). Se puede escribir “qué mala noticia” o “¡qué mala noticia!”. Y no quiere decir que la segunda sea una exclamación más fuerte o triste que la primera: la idea es la misma. Recuerden, eso sí, que “cuando, como, que”, etc., llevan tilde si son exclamativos o interrogativos.
Ahora bien, cuidado con esto, queridos lectores: anoten por ahí. No siempre estos elementos son exclamativos cuando están dentro de una exclamación ni interrogativos cuando están dentro de una interrogación. Miren:
“Que viva la niña”: Esto equivale a “¡(Yo quiero) que viva la niña!”. Es una expresión de deseo.
“¡Qué viva la niña!”: Estamos afirmando que la niña es viva, pero lo decimos con más fuerza, exclamando. “Qué (tan) viva (es) la niña”.
¿Ven la diferencia? La semana que viene termino la explicación.
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