Que la marcha del silencio signifique el entierro de las ilusiones

Autor: Pablo Hernández
24 abril de 2017 - 12:05 AM

Es el entierro de las ilusiones y las esperanzas del pueblo sobre un gobierno militar

Sábado 22 de abril del 2017. Hoy el día amaneció lluvioso y la neblina se mantuvo por un largo rato al amanecer, hasta la aparición del padre de la vida, el mismísimo sol. La oposición que ayer llamo a marchar para sacar al gobierno, hoy llama a marchar en silencio por los muertos y nos imaginamos que también por los presos de esas luchas. Realmente esta jornada no es un homenaje a quienes cayeron o en solidaridad con quiénes están presos, creyendo que luchaban y luchan por salir de un gobierno y por un mejor futuro. Para ellos la lucha continua. Dos de los fallecidos ni siquiera tenían nada que ver con la situación política, pasaban por el lugar y en el momento menos indicado.

La caminata de hoy, es una marcha fúnebre, es el entierro de las ilusiones y las esperanzas del pueblo sobre un gobierno militar, de asesinos y delincuentes que prometió la máxima felicidad posible y de una oposición aliada y cómplices, que por enésima vez lo convoca a salir del gobierno. Hoy todos, quedan al descubierto: Ambas cúpulas son simples asalariados en defensa del “Orden Constitucional” y del Estado vigente, verdadera razón de su existencia.

Ni al gobierno, ni a la oposición les importa en absoluto el hambre, pobreza, miseria en que se debate la mayoría de la población. Todo lo contrario, es ese pueblo, su único y verdadero? enemigo. Para las dos cúpulas su objetivo primario es defender la ley, el derecho, la Constitución, el orden y toda la babosería con que engañan y estafan y de la cual viven. Con promesas y papeles no se quita el hambre ni se curan los enfermos.

Por ello la marcha de hoy, esperamos se convierta en el entierro de nuestras ilusiones y podamos aterrizar en la realidad: Ni patronos, ni gobierno; ni dioses, ni militares vendrán a salvarnos y en consecuencia terminemos de entender, solo en cada uno de nosotros, simples mortales está nuestra propia salvación. No asumir esa responsabilidad individual, es continuar con nuestra prisión y esclavitud ante una banda de delincuentes y forajidos, cuya única ventaja no es el número, sino las armas en sus manos con que matan y la palabrería hueca con que engañan. Ambas bandas ni siquiera tienen el derecho y la legalidad de la cual se ufanan. El gobierno porque no les hace falta para asesinar y robar. Los otros porque? la perdieron al no cumplir con la función para la cual fueron electos.

El único derecho que existe para el pueblo trabajador ante los criminales y sus aliados es el derecho a la vida y su legítima defensa. Para cada hombre y mujer de este país en resguardo de su trabajo, hogar, hijos propiedades y futuro ese es tanto su verdadero derecho, como su más importante obligación. Y para ello no podemos reparar en medios para ejercerlo. No hay alternativas: O luchamos para vivir o morimos en el intento.

Que nadie se llame a engaño, ni espere soluciones desde arriba, está lucha apenas comienza, su triunfo comenzará en el mismo momento que caigan las ilusiones en nuestra conciencia de creer en un gobierno o una oposición política preocupados por el pueblo y sus trabajadores. Para ambas bandas eso que ellos llaman pueblo son solo, instrumentos para matar y torturar, bien como guardias, policía, militares o paramilitares en defensa del orden establecido y el gobierno o simples potenciales votos cuando son convocados por los segundos. Para ellos solo somos: Carne de cañón en sus "revoluciones" y en la defensa de su orden o mercancía donde elegimos al próximo verdugo de izquierda o derecha, civil o militar, que nos ofertan en su bazar electoral.

Quién vive de su trabajo no necesita ni de patrón, ni de gobierno, en cambio ellos sin nuestro trabajo, simplemente no existen. La humanidad desaparecerá el día que sembrando un billete o una moneda de cualquier signo o país, salgan frutos, petróleo y vida, mientras tanto solo el trabajo sencillo y concreto seguirá siendo la fuente de toda la riqueza de la sociedad.

Marchemos y protestemos contra el gobierno y la oposición, celebrando el principio del fin de nuestras ilusiones y engaños. De los golpes y derrotas aprendamos, a superar el miedo inculcado desde niño, pero sobre todo por las armas que nos asesinan cuando crecemos. Dejemos de ser ciudadanos respetuosos de una “ley que no cumplen” y de un “orden que solo los beneficia” y asumamos la única identidad que nos separa del mundo animal: Ser individuos de la única especie conscientes en este planeta.

La legítima defensa es nuestra única salida. Si para defender la vida, tenemos que empuñar un arma dejemos el miedo a nuestras espaldas y ejerzamos el único derecho donde estamos obligados a ser libre. Único momento donde vida y libertad se unen y confunden. Y para ello, paradójicamente tenemos que esgrimir las mismas armas que el trabajo de millones de hombres y mujeres ha producido para sostener a este infierno del capital financiero.

Trabajadores, asalariados, deudores, refugiados, emigrados, esclavos, desempleados del mundo, somos nueve de cada diez seres humanos pobladores de la Tierra, pero desorganizados, sin conciencia de nuestros intereses y objetivos y encima de eso, desarmados, solo somos números en las estadísticas de gobiernos y patronos. No perdamos de vista, los que van a morir en la anunciada guerra mundial no serán los banqueros, Reyes o millonarios, son los mismos que mueren a diario, seres humanos que les sobran para mantener su nivel de vida en la opulencia, el lujo, la abundancia a costa precisamente de nuestra miseria, pobreza, hambre y muerte.

Para los pobres no es el camino del infierno el que está empedrado de buenas intenciones, sino nuestras vidas es el propio infierno donde el dinero es el diablo y los bancos sus administradores. Solo así entenderemos el verdadero fin del mensaje: Para llegar al paraíso del trabajo creador, de la vida realmente humana y del amor entre mujeres y hombres, solo hay un camino: Acabar con este infierno, con sus bancos y todo este edificio de represión y engaño.

 Conquistemos aquí en la tierra el paraíso donde cada quien viva de su trabajo productivo, útil, socialmente necesario pero fuente de creación y recreación como debe ser.

Saludos y bienvenidos al infierno de Dante y recordemos sus palabras:

¡Los que entráis, abandonad toda esperanza!»

Es necesario aquí dejar todo recelo;

Toda cobardía es necesario que aquí muera.

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