Un intelectual no es necesariamente el portador de la verdad. Algunos estudios muestran que los intelectuales en la modernidad vienen a tener lo que fue la función chamánica en las sociedades sin escritura. Yo sostengo que es intelectual quien se preocupa por asuntos de la supervivencia o la persistencia de ciertos valores en una sociedad. En las sociedades contemporáneas está preocupado por la libertad y por ello se interesa en el poder cognitivamente pues el poder no solamente es un sistema de opresión que actúa sobre los individuos castigando a los ciudadanos; el poder es un conjunto de relaciones que se ejercen y lo hace quien tenga capacidad para hacerlo. Por ello el intelectual vigila el poder y sus excesos en las prohibiciones y las normativas de quienes manejan el poder, generalmente se exceden.

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A su modo el intelectual tiene, como el antiguo chamán, poder que llega a influir el comportamiento de los demás. Los intelectuales intentamos guiar y conducir en la libertad y no hacia el sometimiento. Un falso intelectual le sirve al poder para someter a los demás. Un intelectual liberal nunca acepta nada como si ello fuera definitivo, tampoco acepta la idea de que hay ciudadanos intocables, por eso lucha contra aquellos aspectos de la realidad que intentan volverse inhumanos. Si un ciudadano quiere acercarse al perfil de un intelectual procede negándose a aceptar como evidentes cosas que otros proponen, actúa siempre reflexivamente y analiza bajo el principio de la curiosidad, tratando en todo caso de entender, reconoce el valor de la innovación, trata de pensar lo que no se ha pensado, imagina lo que no ha sido imaginado.

La modernidad entraña valores que se olvidan con mucha frecuencia y es que cada ciudadano debería ser capaz por sí mismo de ejercer su curiosidad y actuar según su propio intelecto y también ser capaz de innovar, de recrear. De manera predominante el intelectual reflexiona sobre el poder el cual no es solamente un acto opresor, siempre que haya una relación entre sujetos libres hay una relación de poder y por ello actuamos los unos sobre los otros intentando guiar las acciones. Lo que el intelectual liberal propone es que las relaciones sociales estén guiadas por el conocimiento y la tarea entonces es denunciar el poder absurdo y reconocer el factor de poder todas las relaciones humanas. La mayor parte de los seres humanos sólo parecen querer obedecer y no usan su razonamiento y no cuestionan la autoridad. Entre otras cosas hay que reconocer que no solamente son intelectuales quienes opinan y ejercen el periodismo, lo son también quienes se entienden con cosas tan disímiles como los flujos de sangre en las venas o las corrientes del agua.

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El fracaso de muchas revoluciones en el último siglo se puede encontrar en el irrespeto de la función de los intelectuales, en particular el marxismo ha pretendido que el trabajo intelectual y el trabajo material deben estar al mismo nivel, desconociendo esa función que subrayo. Muchos de los intelectuales del mundo estamos, por ejemplo, recordando que hay límites en el proyecto humano y hay señales de la extinción humana con cierto grado de inminencia. Los gobiernos más poderosos por el contrario niegan asuntos tan delicados como el cambio climático y se niegan a hacer los ajustes necesarios para mitigarlo; esta actitud es completamente anti intelectual, es pragmática y política pero no intelectual.