Él no es un comediante complaciente, le gusta que los espectadores se rían de ellos mismos, que no presencien un show inocuo, que aprendan a identificarse en las gracias del otro, y ese es uno de sus propósitos en su visita a Medellín.

Se aprovechó de un hecho que pone “en vilo” al mundo cada cuatro años, el Mundial de Fútbol, y este que acabó de pasar, el de Rusia 2018, precisamente estuvo cargado de “pocos lugares comunes”, algo de lo que se pegó para dinamizar su rutina.

Se trata de El último convocado, una comedia de Diego Camargo que está en el final de su temporada en el Teatro Prado de El Águila Descalza.

Es un show que aunque es temático del Mundial no es precisamente sólo para fanáticos del fútbol, en cambio es “para hinchas y ‘deshinchas’”, porque “los hinchas se lo gozan y los ‘deshinchas’, como yo mismo, pues nos reímos de nosotros mismos a través de esta cita orbital”, clarificó.

Confesó que no le gusta el fútbol, que nunca lo ha entendido, pero reconoció que todo cambia cuando hay un Mundial, la mitad de las noticias tienen que ver con mundiales, cualquiera sabe, más o menos, cuántos han clasificado, quiénes se lo perdieron o otras cosas que “obligadamente” la gente se entera. “Es literal, un montón de información que anda por ahí suelta, que necesita llegar a la gente y como sea se las ingenia para meterse dentro del cerebro de la gente”, describió. 

Cree que el Mundial fue una excusa para hablar de nosotros mismos. “Cuando usted crea que tuvo un día malo de trabajo, mire, en el mes que pasó, los peores días de trabajo los tuvo el señor Carlos Sánchez, La roca. ¡Eso sí es un mal día de trabajo! (Risas)”.

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Entre otras infidencias del Mundial para los colombianos, Camargo recordó que de niño tenía un amigo muy inexpresivo, y ese amigo se le parece mucho a lo que es el técnico José Néstor Pékerman, a quien se le logró ver emocionado, “el jefe que no se emociona toda Colombia lo vio tapándose la cara en los penales. Sé que todos coincidimos con que es un tipo que no se emociona con nada, eso es obviamente porque está casado y uno después de dos años de casado pierde cualquier facultad de transmitir emociones”, narró.

El último convocado es claramente un espectáculo que deja ver cómo son los colombianos como espectadores del fútbol, su pasión a través del Mundial.

Esta es la segunda vez que Diego Camargo hace este show, la primera edición fue en Brasil 2014. En aquella ocasión llenó el Teatro La Castellana, en Bogotá, con una capacidad de 800 sillas, por dos meses.

Para el comediante la cita en Medellín de este show es especial, pues significa su debut en el Teatro Prado del Águila Descalza, un sueño cumplido para este samario que se inclinó por este arte después de ver La patria boba, de Cristina y Carlos Mario, los dueños del mismo a quienes admira fervientemente. 

“Aquí están bienvenidos siempre, se pueden tomar un ‘vinocularazo’, que yo invito a la primera ronda. Lo único que no podemos hacer es que si vienen los japoneses no los vamos a hacer quedar mal en los videos, porque tenemos que ser ‘colombianos de altura’, no esas ‘loladas’ que hicimos en Saransk (Rusia)”, finalizó.