La cuenta la van a pagar los más pobres y la clase media del país.
La reforma tributaria o “Halloween”, por su disfraz de financiamiento, pasó su primer debate en el Congreso de la República. Fue radicada el pasado 31 de octubre con el propósito de recaudar 14 billones, cifra que bajó a 6.8 billones. La cuenta la van a pagar los más pobres y la clase media del país.
Como si no fueran suficientes las improvisaciones a las que ya el presidente de la República está acostumbrando a todos los colombianos, nunca se entendió por qué radicó esta iniciativa sin el apoyo de su partido Centro Democrático, quienes siguen ejerciendo la oposición mientras el Presidente continúa en campaña.
Ahora bien, sobre la iniciativa, uno de los artículos que más rechazo ha causado después del IVA a la canasta familiar, es la obligación que se le va a imponer a los trabajadores independientes de pagar un impuesto del 19% cuando sus honorarios sean de más de $8.289.000, lo que constituye un despropósito y una arbitrariedad a la principal fuerza laboral del país que es contratada de esta forma por privados y por el sector público. Si esto llega a convertirse en Ley de la República, la persona que tenga estos ingresos, luego de pagar salud, pensión, ARL, retención en la fuente, ICA e IVA habrá sufragado en total por estos conceptos $3.446.069, es decir que sólo le quedarán 4.842.931. Al final, solo recibirá un 58.5% de lo pactado!
El Nuevo Liberalismo se opone rotundamente a este nuevo gravamen que sin duda golpea a la gran mayoría de la clase trabajadora de este país. Se le quiere imponer esta carga a quienes garantizan el funcionamiento del Estado, pero van a seguir con los 30 billones de exenciones anuales a personas jurídicas, los 40 billones en exenciones a personas naturales, los 78 billones en subsidios que tienen nulo impacto en el GINI y, peor aún, los billones que se roban los corruptos.
Gobierno Nacional, no más, el país está cansado de su improvisación. Colombia requiere una reforma estructural que solucione de una vez por todas los problemas de desigualdad e inequidad que tiene nuestro país. Los contratistas en Colombia no tienen un régimen laboral, son esclavos que viven sometidos al yugo clientelista, a una dependencia indigna e infame. Trabajan los fines de semana, saben a qué hora entran, pero no a qué hora salen. El Nuevo Liberalismo dice: ¡NO MÁS!