37 personas resultaron muertas tras la magnitud de las conflagraciones.
Las localidades afectadas por los devastadores incendios que desde el domingo arrasaron miles de hectáreas en Portugal intentan reponerse de una tragedia de grandes dimensiones a nivel humano, con 37 fallecidos, pero también de importantes proporciones ambientales.
Uno de los ejemplos es el distrito de Guarda y el Parque Natural Sierra de Estrela, donde la naturaleza es una de las riquezas y atractivos turísticos.
Quien viaja por la carretera que une las localidades de Almeidinha, Gagos, Monteiros, Pousade y Guarda recorre decenas de kilómetros con un paisaje monótono, totalmente ennegrecido y devastado por las llamas, que finalmente lograron extinguirse a primera hora de esta mañana gracias a las lluvias caídas durante la noche.
"Con tantos fuegos que tuvimos, los bomberos no podían estar en todos", aseguró João Carlos Pires, vecino de Monteiros, una localidad del entorno de la ciudad de Guarda que la noche del domingo al lunes se vio cercada por las llamas.
"Era como si el fuego nos atacara una y otra vez", ya que "se apagaba un frente y venía otro, al poco tiempo había otro fuego y, así, varias veces", relató.
También Paulo Sequeira, comandante de los bomberos de Guarda, un parque con 120 efectivos voluntarios y cinco agentes profesionales, explicó las dificultades de hacer frente a una tragedia de tales dimensiones.
Durante las horas más críticas del domingo y el lunes contaron solo con sesenta bomberos, "a todas luces insuficientes", ya que tenían que intentar apagar nueve fuegos, todos próximos a cascos urbanos.
"Uno de los incendios tenía un frente de diez kilómetros", por lo que "sólo en la zona de Guarda hubiéramos necesitado entre 600 y 700 bomberos", subrayó.
Aun así, Sequeira está orgulloso del trabajo desarrollado junto con la población, "nuestro mejor refuerzo", ya que los vecinos aportaron su maquinaria para evitar que el fuego llegara a los pueblos.
"Logramos que las llamas no entraran en las viviendas de Panoias y pudimos rescatar a numerosas personas e, incluso, abrir las cercas de animales atrapados para que pudieran huir", resumió Sequeira.
La mayor parte de la masa forestal de los pueblos afectados por los incendios quedó totalmente calcinada y tardará muchos años en recuperarse.
En Panoias de Cima, población próxima a Guarda y rodeada de bosques de pinos, castaños y robles, uno de sus vecinos, Manuel Pizarra, contó cómo las llamas llegaron hasta la puerta de su vivienda, que logró salvar, aunque destruyeron un edificio anexo a la misma.
El miedo fue la constante entre los habitantes de los pueblos afectados, como señaló Andrea Lages, dueña del único bar de Monteiros, quien aseguró que la del domingo fue "una noche de infierno"
"Nunca había visto esto, las personas en la calle no sabían hacia dónde huir, iban de un lado a otro", recordó.
Mientras los vecinos se recuperan del susto y las autoridades locales comienzan a hacer balance de los daños, numerosos operarios intentan restablecer servicios básicos de telefonía, luz o agua, que dejaron de funcionar a causa del fuego.
La mejor noticia del día, la lluvia, que, además de aliviar la sequía, se ha convertido hoy en el bombero más efectivo de Portugal.