150 personas mueren a diario en Colombia por infartos. En el mundo, casi 18 millones de personas fallecen cada año por este mal. Es una epidemia global. Pero como afirma Fernando Fortich, Director de la Unidad Cardiopulmonar y Vascular en San Vicente Fundación, es una epidemia que cada persona puede enfrentar con un tratamiento sencillo y gratuito. "No se trata de que aparezca un medicamento maravilloso y que nos libre a todos de enfermedades del corazón. El medicamento está y es gratis y lo tiene cada uno a su alcance siguiendo ciertos estilos de vida", afirma el especialista, y quien señala el aumento actual de los factores de riesgos en niños y jóvenes para la aparición posterior de enfermedades cardiovasculares. 

 "La proporción de niños obesos ha crecido y este es un factor de riesgo para enfermedades como por ejemplo diabetes: la presencia de azucar en la sangre", dice el doctor Fortich, quien además señala los peligros de las dietas actuales cargadas de sodio en cantidades que el cuerpo no puede tolerar. Ante los factores de riesgos derivados de la alimentación, Fortich resalta la necesidad de volver a hábitos alimenticios que antropológicamente siempre fueron inherentes a la dieta del hombre hasta la aparición de la Edad Moderna. "Teníamos un cuerpo para lidiar con alimentos bajos en sal y sin azucar, solo la que trae las frutas y harinas para eso esta diseñada. El cuerpo no necesita el azucar (porque) químicamente lo toma de las harinas cuando, entonces cuando le agrego azucar al cuerpo voy a crear un exceso en esta maquina maravillosa (el cuerpo)", explica el cardiólogo.

Como factor atenuante está la tecnología y el sedentarismo. No es casualidad que a mayor industrualización y desarrollo de los países mayor sean los indicadores de muertes por enfermedades cardiovasculares. En países en vía de desarrollo las muertes por estas afecciones llegan al 28 % mientras en países con mayor industrialización alcanza el 32 %.

Es una epidemia y los organismos internacionales decidieron enfrentarlo de esta forma. Por eso desde el año 2000 se celebra el Día Mundial del Corazón, para recordarle a las personas que con conciencia muchas de estas afecciones son evitables. "No es que estas cifras son así y que uno de cada tres personas vamos a morirnos por infartos y problemas cardiácos y ya nos tocó aceptarlas; si cuidamos nuestro corazón con un estilo de vida saludable, esas cifras se reducen a su mínima expresión", asegura el doctor Fortich.

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Actualmente, la generación de adultos mayores de 40 años, es la más enferma por temas cardiovasculares con relación a cualquier otra generación. Lógico, las personas traen el lastre de sus hábitos infantiles y juveniles. Por eso además de mejorar las prácticas en la alimentación y emprender rutinas de ejercicio graduables según la capacidad de esfuerzo físico de cada persona, es importante estar alerta a esas señales que el corazón indica y que de ser atendidas pueden hacer la diferencia entre la vida y la muerte.

"Es muy raro que cuando se presenta un episodio de enfermedad cardiovascular no nunca hayas tenido ningún aviso, es más fácil que lo hayas pasado por alto (...) Sentir dolor opresivo en el centro del pecho, que a veces se corre hacia el brazo izquierdo, el hombro derecho, los dos brazos o el cuello, es un dolor muy sugestivo, que puede indicar presencia de angina, un dolor cardicado, que es la marca registrada de un posible infarto", indica el especialista, quien aconseja no desestimar estos síntomas, pues en un caso de infarto los minutos hacen la diferencia. "Puede que de emergencias le digan que no hay nada y lo manden para la casa, pero para nosotros actuar en caso de infartos emergentes y destapar la arteria tenemos 90 minutos para hacerlo", revela Fortich, quien señala otros síntomas de alerta como sufrir hinchazones en el cuerpo y tener que dormir en ciertos ángulos verticales para no sentir ahogamiento. Las palabras claves son "atención y prevención".

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Es importante en esa lucha contra las enfermedades cardiovasculares y el cuidado del corazón, la pedagogía individual y social. Cómo generar autocuidado y qué hacer en casos semejantes. Fortich indica que en caso de existir rastros de predisposición genética (papás, hermanos, tíos con historial de enfermedades de este tipo), lo mejor es iniciar un proceso diagnóstico y preventivo. Jamás automedicarse es algo fundamental. En el imaginario popular está arraigada la idea de que una rutina de aspirinas diarias evita infartos. La aspirina tiene efectos positivos en la prevención de infartos, pero funciona de acuerdo a cada organismo, sin intervención de un especialista su toma continua puede ser aún peor para la salud.

Finalmente, el cardiólogo Fernando Fortich, Director de la Unidad Cardiopulmonar y Vascular en San Vicente Fundación, señala la importancia de saber qué hacer en caso de una emergencia cardiovascular. 

El gobierno sacó este año la Ley 1831, que obliga tener desfribiladores automáticos en escenarios deportivos, culturales y comerciales, al igual que en ciertos espacios de la vía pública y las ambulancias. "Es muy sencillo, si una persona se desploma en un lugar de estos y usted lo llama, lo sacude y este no responde. No respira. Usted coge este aparato, se lo pone como indican las instrucciones y el aparato hace un análisis eléctrico y el mismo le dice: este ritmo se debe desfribilar, aprete el boton tal y usted lo hace y la persona recibe una descarga electrica y revive", explica. 

Esto, por supuesto, son casos excepcionales y que en todo caso requieren de una pedagogía social, para que todos puedan estar prestos a una emergencia semejante y saber cómo actuar. Pero lo fundamental es evitar al máximo llegar a estas instancias. Tomando conciencia, mejorando los estilos de vida nuestros y de las personas de nuestro entorno, es posible que el corazón se mantenga sano por muchos años y no nos juegue una mala pasada.