La opinión pública estadounidense, encabezada por la excandidata Hillary Clinton, se enfrenta al gobierno de Donald Trump y a la poderosa Asociación del Rifle, intentando reabrir el debate a la posesión de armas
La matanza de la madrugada del lunes 2 durante un concierto de música country en Las Vegas ha sacudido el alma del mundo, que ha sido uno en expresar condolencias, a las que también sumamos nuestra voz, al pueblo norteamericano duramente afectado por tan horrible crimen.
Tras el impacto de la masacre de Nevada, la mayor matanza con armas de largo alcance en Estados Unidos, país que cada año pierde centenares de vidas en tiroteos, y por la evidencia de que el perpetrador tenía más de treinta armas de largo alcance en su poder, miembros del partido Demócrata y algunos medios de comunicación pujan porque se reabra el debate sobre la libertad de posesión de armas en ese país, que en estados como Las Vegas es particularmente laxa, en tanto “no se necesitan permisos para tener rifles, escopetas o armas cortas”.
Que la discusión es particularmente incómoda para el presidente Trump, elegido por el partido Republicano, que es el más firme defensor de la libertad de poseer armas consagrada en la Segunda Enmienda, lo demuestra la respuesta de la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, reclamando que es “prematuro” abrir -más bien reabrir- una discusión en el centro de la vida política estadounidense en tanto centra la discusión entre la libertad, de portar armas en el marco de la importante Segunda Enmienda, y la preservación de la seguridad de las personas.
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Contraria a la visión del presidente republicano, Hillary Clinton, encabezando la visión de los líderes demócratas, retomó los pasos del expresidente Obama, primero en dictar una orden ejecutiva federal que impuso controles tempranos a la venta de armas, para reclamarle al presidente por limitarse a las condolencias y exigir, a través de su cuenta de Twitter, que los políticos se “enfrenten a la NRA (National Rifle Association) para tratar de impedir que esto se repita”. A la excandidata demócrata la acompañan en su petición otros congresistas de su partido, medios de comunicación e incluso los protagonistas del festival de música country objeto del ataque.
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Así no lo quiera el presidente, la opinión pública demuestra que va creciendo su capacidad de aceptar nuevos límites a la libertad de adquirir y coleccionar armas, como lo hacía Stephen Paddock, a cambio de ganar seguridad.