Este lunes que pasó, la comunidad educativa de Medellín despidió al padre Jorge Iván Ramírez, un hombre visionario y determinante en las grandes transformaciones de la Universidad UPB y de la Institución Universitaria Salazar y Herrera.
Si el padre Jorge Iván Ramírez Aguirre no se hubiese ordenado sacerdote, seguramente habría dedicado su vida a la música, era un hombre apasionado por todas las melodías y el canto, sus sentimientos los expresaba mediante alguna canción. Tocaba varios instrumentos musicales, entre ellos la flauta, el flautín, el clarinete, la guitarra y el pandero.
Esa era una pasión que le conocían aquellos quienes entraron en su intimidad, pues él, un hombre que se mostraba siempre apacible, guardó ese gusto solo para los que más quería.
Quizá, también, hubiese sido futbolista, su otra pasión.
Del hombre que debió soltar repentinamente, en marzo de 2018, las riendas de la Organización Salazar y Herrera, tras conocer que padecía una lesión cerebral severa, hay muchas cosas que se saben y la gente reconoce en cuanto a lo intelectual, pero de sus gustos propios, poco dejó en la palestra pública.
Aunque fue una persona muy introvertida, su hacer siempre fue “muy brillante”. “Su ser estuvo dotado de ciertas virtudes y dones que lo hacían sobresalir, en lo humano, en lo académico, en fin, en todo lo que hiciera”, expresó Diana Ramírez Aguirre, su hermana, quien lo acompañó en su enfermedad.
En su religiosidad no se mostraba como un sacerdote de parroquia, por la orientación que tenía frente al tema de la educación, su rumbo lo llevó hacia ese ámbito; sin embargo, se ocupaba de sus obligaciones como padre ordenado, sobre todo en aquellos momentos especiales del oficio, en Semana Santa, Navidad o en las otras festividades.
“Era una persona muy cristiana, hizo su elección de formación sacerdotal desde muy jovencito. Tuve la oportunidad de conocerlo cuando era estudiante en el Seminario Menor y luego en su proceso en el Seminario Mayor”, contó el Pbro. Julio Jairo Ceballos, rector de la UPB.
Su amor por la vida y por las capacidades del ser humano lo llevaron a extraer siempre lo mejor de cada una de las personas que lo rodearon, tanto en su paso por la UPB, como vicerrector Académico, por un total de catorce años, como en su paso por el Colegio e Institución Universitaria Salazar y Herrera, así lo reconoció Marcela López, una de sus colaboradoras.
“Lo dio todo por la educación, sus enseñanzas cambiaron las perspectivas de la formación humana”, repitió Diana a EL MUNDO esta frase extraída del discurso que pronunció en el sepelio de su “gran parcero”, como cariñosamente a veces le decía para lograr sacarle una sonrisa y guardar esa imagen en sus recuerdos visuales más preciados.
Su madre fue muy importante para él, tras su muerte, en septiembre de 2015, esa parte introvertida del padre Jorge Iván no permitía mostrar que él también sufría por esa partida. Y acá recordó Diana: “Él se posesionó como rector del Salazar y Herrera un mes después de la partida de este mundo de mi mamá. A ella no le tocó la dicha de verlo ser rector. Mi mamá fue una acompañante permanente de mi hermano, él vivía solo y ella se iba para su apartamento y gozaba viéndolo hacer todas las cosas que como persona era él. De alguna manera creo que Jorge Iván en su cuerpo pudo haber somatizado esa pérdida”.
En general, fue una persona muy pendiente de su familia y de todas las personas de su entorno. Su adoración eran sus tres sobrinos Matthew, Juana María y Leidy.
Su lucha incansable fue por “cambiarle la vida al otro”, contó Marcela López. Las expresiones del personal del Salazar y Herrera al referirse a él, desde el portero, el profesor, el investigador o el estudiante, son en los siguientes términos: “el padre Jorge Iván cambió mi vida…”, “el me impactó…”, “Jamás lo voy a olvidar, lo llevo en mi corazón…”.
Se obsesionó mucho con el tema de la belleza del otro, pero no la física sino la belleza que los demás llevan muy adentro, en su ser. Además, se caracterizó por reconocer en la gente lo bello que tenían por dar, en cualquier ámbito.
Y aunque suene raro, expresó López, él era una persona del común, y lo manifestó en el sentido como se dirigía al otro, como trataba a los demás, como le llegaba a la gente; y de eso puede dar fe Olmer Muñoz Sánchez, docente de Ciencias Políticas en UPB, para quien el padre Jorge Iván fue como un hermano.
Tenía un concepto del amor, de la bondad, del servicio y de lo que significaban las personas que seguramente servirá de ejemplo para las nuevas generaciones.
Ese fue el padre Jorge Iván Ramírez Aguirre, quien partió de este mundo el pasado domingo, 13 de enero de 2019, y que será recordado como un hombre sabio e íntegro. En los corazones de miembros de las comunidades educativas Salazar Herrera y UPB dejó huellas de liderazgo, de vocación de servicio y del volcamiento de la inteligencia en función del otro.
Su nombramiento, en octubre de 2015, como rector de la Institución Educativa Salazar y Herrera y de la Institución Universitaria Salazar y Herrera lo recibió “con mucho entusiasmo, con mucha expectativa”, recordó Diana Ramírez Aguirre, su hermana.
Él mismo declaró a esta casa editorial, en ese entonces, que lo tomaba como un gran reto, un desafío muy fuerte, y que aprovecharía para desarrollar proyectos académicos como los que logró en sus cargos en la UPB.
“Le entregó mucho al Salazar y Herrera, pretendía hacer de ella la universidad número uno en el país e iba muy bien ese anhelo”, acotó la hermana del padre.
Como rector del Colegio e Institución Universitaria S.H. se dio la oportunidad de conocer a cada una de las personas que hacen parte de esas comunidades educativas. Les exigió ser, ante todo, ecuánimes. A todos les decía: “Ni el dinero, ni los estudios les ayudarán a trascender en la vida, eso solo se logra dejando huella en el otro”.
No obstante, amaba fielmente la innovación e introyectó en el Colegio S.H. enseñanzas de temas como la vida extraterrestre, quizá el tema más polémico; además de nanotecnología, desarrollo de software, entre otros temas que se proyectan como de importancia en la vida del futuro.
En el S.H. invirtió mucho tiempo en implementar los O.D.S. (Objetivos de Desarrollo Sostenible) en cada una de las acciones que hacían las áreas.
A este sacerdote le gustaba mucho escribir, para su doctorado hizo su propia interpretación del Cantar de Salomón, una obra que le valió más méritos para su reconocimiento como académico en el exterior. Se trató del libro La belleza en el Cantar de los Cantares: análisis semántico lexical en la versión hebrea, publicado por la Editorial Universidad Pontificia Bolivariana, en 2014, un análisis de los grandes temas de la belleza en los estudios bíblicos, que consta de dos capítulos.
Y es que como en su vida en comunidad, en el ámbito académico el padre Jorge Iván dejó su legado en una vara muy alta. Sus escritos filosóficos, teológicos y de aspectos de la vida misma son motivo de consulta en las facultades de educación de Medellín y de otras partes del mundo.
Su visión de la educación y de la vida tiene aseguradas miles de réplicas entre los estudiantes de la ciudad.
El fallecido Pbro. Jorge Iván Ramírez Aguirre era filósofo, teólogo, magíster en Teología y doctor Summa Cum Laude en filosofía de la UPB.
En su afán por saber más de la Biblia, viajó a Roma para licenciarse en Sagrada Escritura del Pontificio Instituto Bíblico de esa ciudad.
Como docente trabajó en la UPB y en la Universidad de Antioquia.
Fundó el Grupo de Investigación en Estudios Clásicos y Semíticos, fue decano de la Escuela de Formación Avanzada y director de la Dirección de Investigación e Innovación de la UPB, donde fue profesor y vicerrector Académico.
Escribió libros y secciones de libros en Colombia, Chile, México e Italia, y cerca de treinta artículos en revistas científicas en las áreas de filosofía, educación, lingüística comparada y exégesis clásica y bíblica.