Paz con Eln debe ser política de Estado y no de Gobierno: analistas  

Autor: Jorge Daniel Echeverri Martínez
9 julio de 2017 - 02:00 PM

Analistas consultados por EL MUNDO valoraron que aunque la mesa de conversaciones de Quito ha tenido muchas dificultades, debe haber una voluntad de ambas partes para consolidar las negociaciones y sobrevivir al impacto de la campaña electoral.

Quito, Ecuador.

A diferencia de lo ocurrido en los últimos meses del diálogo con las Farc, la persistencia de las hostilidades en medio de las conversaciones entre el Gobierno y el Eln en Quito ha degradado el optimismo de los sectores políticos, gubernamentales y la opinión pública acerca de los avances reales de esta política de paz que determinó Juan Manuel Santos.

A la par, con una lógica de campaña electoral que se empieza a imponer en el ambiente político, los sectores gubernamentales buscan que el tiempo político de las negociaciones se ajuste al calendario de las elecciones de 2018. Esto generó molestia en el Eln, quienes manifiestan que estos acuerdos no deben depender de un presidente, no deben tener la premura de las próximas elecciones e invita al actual mandatario a que consoliden de la manera más fuerte posible los acuerdos.

Sobre esto, Israel Ramírez Pineda, alias pablo beltrán, expresó a EL MUNDO que “el Gobierno quiere que los diálogos de paz se den inmediatamente y que terminemos rápidamente. Nosotros les hemos dicho que debemos avanzar para dejar la mesa lo más consolidada posible, de tal manera que el nuevo Gobierno que llegue en agosto del 2018 tenga la presión social de darle continuidad a este consenso. Eso pensamos nosotros, pero el Gobierno tiene el deseo de dejar todo organizado a final de año y esto por supuesto que no es posible”.  

“El presidente se está enfrentando a una campaña electoral, por lo cual su coalición está deshaciéndose; esto provoca que hayan más limitaciones para acordar sobre diversos asuntos. Por ejemplo, creemos que sería muy bueno que hayan representantes del expresidente Uribe, pero sabemos que no van participar. También invitamos a los seguidores del exvicepresidente Vargas Lleras, que toda la coalición del Gobierno venga a la mesa, pero su representación en este momento está muy limitada”, conceptuó Ramírez.

Además de la presión de las elecciones, uno de los elementos que más se destacan en las dificultades de la mesa de Quito es la desconfianza que existe entre las partes,  las discrepancias entre las concepciones del Estado que tienen y, en especial, la continuidad de las hostilidades durante el proceso. Sobre esto, el Centro Democrático manifestó en un comunicado en meses pasados que no debían continuar los diálogos con esta guerrilla sin exigirle que “cesen las acciones terroristas”, las cuales valoran como suficientemente graves para suspender las conversaciones. “Continuar esos diálogos es una burla con la ciudadanía víctima y también con el deber constitucional de la seguridad”, señaló dicho texto.

¿Existen dificultades en el diálogo entre el Gobierno y Eln?

Sobre dichas dificultades, EL MUNDO consultó a analistas sobre los avances y dificultades que advierten del proceso de paz entre el Gobierno y el Eln. Acerca del estado de la mesa de Quito, Ariel Ávila, Subdirector de la Fundación Paz & Reconciliación, indicó que “se está dando la segunda ronda de negociaciones, entonces pedirle a la mesa que logre en 90 días que llevan, lo que hizo las Farc en 4 años, es imposible; no va a pasar en la vida real. Solo después de un año de debate con las Farc, se logró el punto agrario. Es un proceso complicado, pero el pronóstico es que se dé en los tiempos normales de este tipo de diálogos”.

“La gente no se acuerda de los ciclos con las Farc, cuando secuestraron el general Alzate, o las violaciones de los ceses bilaterales; hubo varias ocasiones en las que las partes estuvieron a punto de pararse de la mesa. Actualmente está pasando lo mismo”, agregó.

Sobre esto, Germán Valencia, investigador de la Universidad de Antioquia en el área de ciencias políticas, manifestó que esta mesa “va por buen camino” porque lograron sentarse luego de 15 intentos de acercamiento, con una agenda clara, unos puntos ya definidos, submesas trabajando y el acompañamiento de garantes internacionales. Sin embargo, señaló que el diálogo está muy lento y no se aprovecharon las experiencias positivas obtenidas en La Habana, a pesar de que el Gobierno quiso imitar algunos puntos como la agenda inamovible, que sea fuera del país, entre otras, se generaron otras dinámicas por la diferencia de pensamientos entre las partes.

“En lo sustancial, no hay claridad frente a qué es lo que desea el Eln. Por ejemplo, en temas como la participación de la sociedad civil se está buscando el mejor mecanismo para llevarlo a cabo. Solo se han tratado asuntos procedimentales y operativos; los cuales no tienen que ver con los temas necesarios para terminar el conflicto”, subrayó Valencia.

“Otra desventaja es que se está en una negociación en medio del fuego, lo cual genera desagrado en la sociedad civil y la comunidad internacional. La gente tiene escepticismo y no está participando en el proceso. Eso es importante porque las conversaciones iniciaron por la presión de la ciudadanía, ong, intelectuales y comunidad internacional, con el fin de que se dejaran los acuerdos muy avanzados; pero hay diferencias enormes entre ellos”, argumentó.

“El Eln dice que hay que darle participación a la sociedad, mientras que con las Farc fue un acuerdo entre élites, esa es una diferencia. Lo importante es que se define el método de participación y si este es o no vinculante”, manifestó Ávila, analista de Paz y Reconciliación, quien añadió que esto podría modificar la dinámica de los diálogos.

Por su parte, Jaime Fajardo Landaeta, experto en conflicto, aseguró que como “no es una organización centralizada con un mando único, las decisiones del estado central deben ser discutidas ampliamente y aprobadas por el conjunto de los frentes. Eso podría alargar mucho el proceso y, como ya sucedió en ocasiones anteriores, esta guerrilla iba a consultar a las comunidades y volvían con un consenso muy distinto al que tenía con el Estado.

“El Eln cree que puede negociar en el mismo nivel de las Farc. Si bien es una organización que no ha sido derrotada, tampoco es demasiado fuerte, tendrá 2.300 hombres en todo el país y ha sufrido golpes sensibles en algunos de sus frentes.  Este grupo no posee la misma trayectoria ni capacidad de hombres y debe sintonizarse con esta realidad”, aseveró Fajardo.

Víctor de Currea Lugo, escritor y profesor de la Universidad Nacional, opinó que la mayor dificultad de que algunos analistas, medios de comunicación y funcionarios públicos que han creado un Eln del tamaño de sus prejuicios y dicen cosas que no son ciertas.

Comentó que existe un mito de que el Eln no quiere la paz, sobre lo cual resaltó que “los gestos que han tenido, los comunicados y declaraciones, la conformación de una mesa en Quito de alto nivel, el desplazamiento de más de 10 comandantes a negociar en Ecuador, creo que son pruebas que se deben ver con cierta seriedad”.

Sobre las dinámicas del Eln desde la perspectiva de su jerarquía, el investigador Valencia apuntó que “la estructura organizativa de las Farc es muy militar y vertical, en cambio del Eln es muy federado y tienen muchos menos comunicaciones. Tienen una fundamentación en varios frentes, en los cuales plantean que la lucha armada es la forma de eliminar de las desigualdades”.

“Las Farc tuvo una postura de la dejación de armas y un fin del conflicto con ciertas reformas. Por su lado, el Eln quiere que los cambios se lleven 
a cabo desde el mismo instante. El Eln no tiene claro en la agenda sobre las reformas que deben hacerse y en qué sectores, las temáticas aún no están concretas”, señaló.

Acerca de las críticas de algunos sectores sobre que el Eln está desunido, alias pablo beltrán afirmó que “por ejemplo sostienen que los frentes nuestros de los Llanos Orientales no están de acuerdo con el proceso, pero es falso porque Alirio Sepúlveda, comandante de uno de los bloques de esta región, hace parte de la delegación en Quito”.

“También manifiestan sospechas sobre el Chocó, pero hemos cumplido varios acuerdos de carácter humanitario y liberaciones allí. Siempre demostramos que contamos con el respaldo de todos”, agregó.

De Currea expresó al respecto que “dicen que está desunido el Eln, que los frentes de Arauca no quieren la paz y uno de los delegados en Quito es comandante de ese departamento. También aseguran que los del Catatumbo se mandan solos y con una orden del comando central liberaron a los periodistas holandeses en cuatro días. Muchos tienen estas hipótesis, pero no hay evidencias académicas que sustenten esto”.

Los debates álgidos dentro de la mesa

Sobre algunos temas que han permanecido fuertes en las negociaciones, Valencia sostuvo que si bien ambas partes quieren que haya una participación de la sociedad civil, el Gobierno no la quiere de una manera directa, como sí lo aspira el Eln, además de que “el Estado busca que el modelo de víctimas sea del mismo modo del desarrollado con las Farc, pero la guerrilla piensa que es muy difícil para ellos y quieren que ese punto no se dé por acordado”.

Lea más sobre: Gobierno y Eln ponen condiciones para cese al fuego bilateral

Para alias pablo beltrán, “hay un tema que es tabú: el paramilitarismo. El Gobierno dice que no puede responder por eso, otras veces manifiesta que no existe, el problema es que ahí están los muertos y la persecución política. Este es el tema más álgido que estamos tocando en este momento porque el delegado del Gobierno dice que tiene facultades limitadas para tratar ese asunto”.

Además de lo anterior, “tenemos dos grandes debates con el Gobierno; uno es que queremos que los acuerdos humanitarios sean puestos en marcha de inmediato, mientras que ellos dicen que debe esperarse al final, recurren a la máxima de ‘nada está acordado hasta que todo esté acordado’. La otra discusión es que ellos se inclinan por hacer una negociación ‘exprés’, por ejemplo en este momento estamos discutiendo un posible cese bilateral del fuego y ellos quieren que sea el último de las conversaciones”.

Sobre esto, de Currea manifestó que no cree que hayan grandes diferencias porque “el Eln quiere unos cambios mínimos y básicos, incluso Juan Camilo Restrepo admite que el país necesita reformas.

“El Eln no es una guerrilla que se sienta derrotada y eso no es cualquier cosa, porque esa posición la lleva a resistir en la mesa, con la vía militar no van a derrotar su voluntad en los diálogos. También hay que diferenciar negociación de claudicación; ellos esperan algo a cambio para la sociedad y no para ellos. Yo creo que con aplicar realmente todas las promesas de Estado social y de bienestar de la constitución de 1991 sería suficiente para desarmar a esta guerrilla”, reflexionó. 

El efecto de las elecciones de 2018

El Gobierno ha planteado en varios escenarios la necesidad de que el siguiente presidente debe ser alguien que esté decidido a continuar con el camino de la paz. Sin embargo, en esta campaña todos los candidatos del uribismo, Claudia López y sectores conservadores han manifestado la necesidad de suspender los diálogos con el Eln tras las hostilidades que siguen presentándose, por lo cual según los sectores a favor del proceso de paz existe riesgo para la mesa de conversaciones en la elección del futuro mandatario.

Jaime Fajardo consideró que “la mejor oportunidad para el Eln es negociar ahora, porque hay un Gobierno con voluntad para hacerlo, pero creo que ese grupo va a dejar en la mesa planteado un cese bilateral y negociarán el resto con el otro gobierno. Un grave error, porque podría ganar las elecciones alguien que quiera acabar con la mesa y ya varios precandidatos se han manifestado de esta manera”.

Germán Valencia sostuvo que “el próximo presidente será importante para decidir si se seguirá avanzando o no. El Eln ha entendido que es importante un cese al fuego para que la población sienta confianza”.

“Debe haber gestos y consensos para que las partes no se paren de la mesa, una comunidad internacional, una sociedad civil y unos preacuerdos que consoliden este proceso y que quien llegue al poder, deba continuar con la negociación. El peligro es que dentro de la campaña se está usando la paz como instrumento para ganar o perder votos por las pasiones que esto causa y eso afecta la mesa de negociaciones”.

Por su parte, Ariel Ávila no diagnosticó que con las elecciones presidenciales se vaya a acabar la mesa de diálogos del Gobierno y el Eln, pero reiteró que no debe descuidarse la necesidad de dejar unos acuerdos consolidados.

El docente Víctor de Currea Lugo coincidió con los demás analistas, agregando que “no hay que confundir el periodo electoral y el tiempo político de la paz. Esta debe ser una apuesta que vaya más allá del Gobierno y comprenderlo como una política de Estado que no debe estar ligada a Santos”.

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