El papa aprovechó la Navidad para recordar al mundo el sufrimiento de los niños en países que viven tiempos violentos.
El papa Francisco recordó este lunes el sufrimiento de los niños en "un mundo azotado por vientos de guerra" y pidió convertirlo en uno más digno para ellos, en su mensaje de Navidad pronunciado desde la logia central de la basílica de San Pedro.
Antes de impartir la tradicional bendición "Urbi et Orbi" de Navidad, Francisco habló de un mundo "azotado por vientos de guerra y un modelo de desarrollo ya superado que sigue provocando degradación humana, social y ambiental".
E hizo un llamamiento "para hacer que nuestro mundo sea más humano, más digno de los niños de hoy y de mañana".
Asomado en la logia central de San Pedro, donde el 13 de marzo de 2013 se dio a conocer al mundo como el papa Francisco, invitó en este día de Navidad a reconocer en el Niño Dios, "los rostros de los niños, especialmente de aquellos para los que, como Jesús, no hay sitio en la posada".
Entonces repasó cada rincón de la tierra donde sufren los niños, como en Medio Oriente, donde "siguen sufriendo por el aumento de las tensiones entre israelíes y palestinos".
"En este día de fiesta, invoquemos al Señor pidiendo la paz para Jerusalén y para toda la Tierra Santa; recemos para que entre las partes implicadas prevalezca la voluntad de reanudar el diálogo y se pueda finalmente alcanzar una solución negociada, que permita la coexistencia pacífica de dos Estados dentro de unas fronteras acordadas entre ellos y reconocidas internacionalmente", abogó el papa argentino.
También recordó "los rostros de los niños sirios, marcados aún por la guerra que ha ensangrentado ese país en estos años" y rogó para que en "Siria pueda finalmente volver a encontrar el respeto por la dignidad de cada persona, mediante el compromiso unánime de reconstruir el tejido social con independencia de la etnia o religión a la que se pertenezca".
Desde que comenzó su pontificado, Jorge Bergoglio ha dedicado su mensaje de Navidad a azotar las conciencias con los males que afligen al mundo en un día especialmente feliz para los católicos.
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Continuó así hablando de los niños de Irak, "que todavía sigue herido y dividido por las hostilidades que lo han golpeado en los últimos quince años", y de los niños del Yemen, "donde existe un conflicto en gran parte olvidado, con graves consecuencias humanitarias para la población que padece el hambre y la propagación de enfermedades".
"Vemos a Jesús en los niños de África, especialmente en los que sufren en Sudán del Sur, en Somalia, en Burundi, en la República Democrática del Congo, en la República Centroafricana y en Nigeria", añadió.
También explicó que hay "zonas del mundo donde la paz y la seguridad se ven amenazadas por el peligro de las tensiones y de los nuevos conflictos" y entonces pidió que "se superen los antagonismos y aumente la confianza mutua por el bien de todo el mundo" en la península coreana.
Así como pidió diálogo sereno entre los diversos componentes sociales en Venezuela e instó a que se resuelva lo antes posible el conflicto en Ucrania y sus graves repercusiones humanitarias.
Abogó para que "la comunidad internacional no deje de trabajar para que se tutele adecuadamente la dignidad de las minorías" que viven en Birmania, donde viajó hace algunas semanas y denunció la persecución de los rohinyas.
Francisco citó además a "los niños cuyos padres no tienen trabajo y con gran esfuerzo intentan ofrecer a sus hijos un futuro seguro y pacífico" o aquellos "cuya infancia fue robada, obligados a trabajar desde una edad temprana o alistados como soldados mercenarios sin escrúpulos".
No olvidó a los "niños obligados a abandonar sus países, a viajar solos en condiciones inhumanas, siendo fácil presa para los traficantes de personas".
"Jesús conoce bien el dolor de no ser acogido y la dificultad de no tener un lugar donde reclinar la cabeza. Que nuestros corazones no estén cerrados como las casas de Belén", instó.
Y pidió esfuerzos "para hacer que nuestro mundo sea más humano, más digno de los niños de hoy y de mañana".
Después Francisco impartió la bendición "Urbi et Orbi"(a la ciudad y al mundo) y pidió una Navidad "que renueve lo corazones y, suscite el deseo de construir un futuro más fraterno y solidario, y traiga a todos alegría y esperanza"