El santo padre lamentó que en Medellín, en los años 80 y 90, los "sicarios de la droga" engañaran la inquietud de los jóvenes para truncar y destruir sus vidas.
El papa Francisco invitó este sábado a pedir perdón a Dios por aquellos que en décadas pasadas "destruyeron las ilusiones" de muchos jóvenes de Medellín con la promesa de una vida fácil producto del narcotráfico.
"Los jóvenes son naturalmente inquietos, inquietud tantas veces engañada, destruida por los sicarios de la droga. Medellín me trae ese recuerdo, me evoca tantas vidas jóvenes truncadas, descartadas, destruidas", afirmó el pontífice en un acto con sacerdotes, religiosos y sus familias.
Francisco hizo referencia al narcotráfico que en los años 80 y 90 le costó la vida a miles de personas y convirtió a Medellín en la ciudad más peligrosa del mundo en un paréntesis de su discurso en el que recordó el drama de esta urbe que logró sobreponerse a esa tragedia y convertirse en una de las más innovadoras del planeta.
"Y aquí quiero detenerme un instante: y hacer memoria dolorosa. Es un paréntesis", dijo, para referirse a aquellos jóvenes que se dejaron seducir por los sicarios de la droga y las falsas promesas del crimen organizado.
Enseguida agregó: "Los invito a recordar, a acompañar este luctuoso cortejo, a pedir perdón para quienes destruyeron las ilusiones de tantos jóvenes. Pedirle al Señor que convierta sus corazones. A pedir que acabe esta derrota de la humanidad joven", manifestó.
A los propios sacerdotes, el papa les alertó que deben escapar de las tentaciones materiales, pues "el diablo entra por el bolsillo".
Además de esa mención, el pontífice salpicó su discurso con otras referencias a Medellín y la cultura paisa.
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"No tengamos miedo, en esa tierra compleja Dios siempre ha hecho el milagro de generar buenos racimos, como las arepas al desayuno. ¡Que no falten vocaciones en ninguna comunidad, en ninguna familia de Medellín!", afirmó.
Al comienzo de su intervención, tras saludar a los obispos, sacerdotes, seminaristas y sus familias, exclamó: "¡Queridos paisas!".
Tras concluir el discurso, el papa emprendió el regreso a Bogotá, donde pernoctará esta noche y viajará mañana a Cartagena, la última de las cuatro ciudades de su visita a Colombia.