Los nuevos gobernantes han de significar tranquilidad, seguridad, progreso; sería muy preocupante lo contrario: amenaza e inseguridad.
Los ciudadanos estamos convocados por la Democracia este 27 de octubre para elegir gobernador de Antioquia, alcaldes de Medellín y de los 124 municipios restantes, diputados y concejales quienes regirán nuestros destinos en los próximos 4 años. Excelente oportunidad para oxigenar la Democracia, hoy infectada por los carteles de la corrupción y la criminalidad. Las elecciones sirven para premiar o castigar el comportamiento de dirigentes y partidos.
Se ha adelantado una dinámica campaña con un amplio abanico de candidatos y propuestas que suministran elementos de juicio a los ciudadanos para que en conciencia tomen la decisión responsable que más convenga a la comunidad, no a intereses particulares. Anhelamos que esta jornada permita dar un positivo mensaje de respeto a la Democracia, al pluralismo ideológico y a la solución civilizada de nuestras comprensibles discrepancias.
Es pertinente tener en cuenta que nuestra responsabilidad como electores no se agota con la elección de los gobernantes, nos corresponde colaborarles a los nuevos gobernantes, desprovistos de prejuicios, con el fin de mejorar la calidad de vida de la población.
La voluntad soberana del pueblo expresada a través del voto libre y rodeado de garantías debe ser acatada sin reservas. Su fallo es inapelable.
Los antioqueños esperamos que los nuevos gobernantes sean respetuosos con las diferentes expresiones políticas y sociales, pues al tomar posesión de sus cargos juran cumplir la Constitución y las leyes y se obligan a garantizar los derechos de todos los ciudadanos, tanto de quienes hayan votado por ellos, como por quienes no.
Los nuevos gobernantes han de significar tranquilidad, seguridad, progreso; sería muy preocupante lo contrario: amenaza e inseguridad. Para el éxito de su difícil trabajo deben tender puentes para facilitar los indispensables consensos para su gobernabilidad, estimular la urgente reconciliación ciudadana y la colaboración del inmenso talento existente en nuestra población.
El nuevo gobernador de Antioquia y el alcalde/sa de Medellín deben actuar responsable y sensatamente: acordar un Pacto por Antioquia, que permita un progreso conjunto de la capital antioqueña y las diversas subregiones de nuestro Departamento, sustentado en un pacto cultural, social y político teniendo en cuenta la compleja diversidad de nuestras comunidades.
Aspiramos a que al finalizar sus mandatos nos sintamos orgullosos y agradecidos por su labor, pues entendieron que el ejercicio del poder es para servir, no para servirse de él. Poder, decencia y humildad no son incompatibles.
Atrás debe quedar la improductiva polarización que ha fragmentado la convivencia ciudadana.