¿Por cuáles caminos andamos y de qué verdad vivimos para saber si estamos orientados hacia el Resucitado?
Hay angustias que son de crecimiento como las de la juventud; es el caso de la primera comunidad cristiana. No era fácil cuidar de tanta viuda y favorecerlas, así fuera una norma judía. Se cuidaba más a las viudas de los hebreos que a las de los helenistas. La ampliación del grupo hace que se encuentren mentalidades distintas. Hasta ahora la comunidad se compone sólo de judíos y se requiere la atención hacia el externo con la predicación a los samaritanos y helenistas (judíos nacidos en el extranjero) y formados de acuerdo con una cierta cultura griega. Ellos poseían sinagogas propias y las Escrituras las leían en griego que era su lengua materna. Se cuidaba más a las viudas de los hebreos que a las de los helenistas que necesitaban comida. Desde el Génesis la fe tiene siempre que ver con la comida.
En una asamblea, para la identidad, convocada por los doce le explicaron a la gente que “no era justo dejar el misterio de la palabra, para dedicarse a administrar bienes” (primera lectura). Para asumir las nuevas circunstancias sociales, el servicio a los hermanos, sin dividir la comunidad entre griegos y hebreos; el Espíritu Santo inspiró: “Escojan entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos de Espíritu Santo y Sabiduría a los cuales encargaremos de este servicio. Nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra… Se los presentaron a los apóstoles y éstos, después de haber orado les impusieron las manos” (primera lectura). “Mientras tanto la palabra de Dios iba cundiendo. Incluso un grupo numeroso de sacerdotes había aceptado la fe”. Es la primera vez que se habla de la conversión de los sacerdotes. Un justo equilibrio y cualificación entre el servicio de la predicación, pastoral profética y sacramental y el de “las mesas”, pastoral social, son la mejor pedagogía para ir construyendo o reconstruyendo el tejido social, templo del Espíritu Santo, formado por los creyentes. En esta primera lectura la oración y predicación de la Palabra urgen el servicio de los creyentes todos los días; y la pastoral social hace creíble la palabra y operante la oración. Quienes mantienen la alianza entre la fe y la justicia son “las piedras vivas, que van entrando en la edificación del templo espiritual para formar un sacerdocio santo, la comunidad, destinado a ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios, por medio de Jesucristo. Ustedes son estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada a Dios y pueblo de su propiedad, para que proclamen las obras maravillosas que los llamó de las tinieblas a su luz admirable” (Segunda lectura).
Una comunidad como la describe la primera carta de Pedro, segunda lectura, es un kairós, momento y sitio providente para construir y no perder la paz: “Creed en Dios, creed también en mí. No le podemos fallarle al Padre; dejando en el cielo vacío esa habitación diseñada para nosotros, la comunidad sin que falte nadie”. En la casa, el corazón, de mi Padre hay muchas habitaciones (intimidad); si no fuera así, ¿les habría dicho que me voy a preparar un sitio para ustedes?
¿Por cuáles caminos andamos y de qué verdad vivimos para saber si estamos orientados hacia el Resucitado? La nueva morada comienza aquí y ahora. El Resucitado nos cambia y transforma, nos hace nuevas creaturas, para poder ponernos al servicio de los demás. Con este fin Jesús se presenta como camino y verdad, en el servicio de dar vida y vida en abundancia a la comunidad y desde ésta a los demás hermanos.
Lecturas del domingo 5º de pascua - ciclo a, 10 de mayo de 2020
Primera lectura. Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,1-7)
Salmo: Salmo 32,1-2.4-5.18-19
Segunda lectura. Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (2,4-9)
Lectura del santo evangelio según san Juan (14,1-12):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde: «Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre».
Palabra del Señor