Otra masculinidad

Autor: Empresarios por la Educación
5 julio de 2019 - 12:00 AM

La necesidad de demostrar su hombría impulsa a los jóvenes varones a adoptar posiciones de poder frente a las mujeres y a asumir la sexualidad de manera irresponsable.

Bogotá

Por: Alejandro Jaramillo Hoyos*

Hace cincuenta años, como consecuencia de un enfrentamiento entre un grupo de mujeres trans y la policía después de una violenta redada realizada en un bar de la ciudad de Nueva York, -el emblemático Stonewall Inn-, nació el movimiento del orgullo por la diversidad sexual.

Sin embargo, tras medio siglo de lucha, aunque se han logrado conquistas importantes en materia de igualdad de derechos, persisten voces que se oponen a que las personas homosexuales se casen, constituyan una familia o manifiesten su identidad y su afecto públicamente, por mencionar solo un par. En Colombia, por ejemplo, se promovió hace pocos años un referendo contra la adopción por parte de homosexuales y algunos sectores conservadores aún usan como excusa la educación de los niños para irse lanza en ristre contra la igualdad en derechos.

Y es justamente en la educación y en las nuevas generaciones en donde se pueden encontrar las razones para promover la igualdad. Razones muy alejadas de los infundados rumores que acusan a la educación sexual de promover la homosexualización del planeta y de que quienes la difunden quieren acabar con la familia y los valores.

Lea también: El derecho a una escuela libre de violencias de género

Una de las problemáticas más sentidas en las instituciones educativas actuales es el acoso escolar -conocido como bullying, por su nombre en inglés-. Gran parte de las causas para que un grupo de personas en una institución decida acosar a alguien está determinada justamente porque la persona blanco de las burlas, ridiculizaciones, maltratos y violencias de toda índole se aleja de las concepciones culturales asumidas sobre ser hombre o ser mujer.

Si la chica es demasiado gorda, demasiado sexy o demasiado habladora, se sale del parámetro asignado por la moral imperante y puede ser objeto de matoneo. Si el chico es demasiado femenino, demasiado callado o demasiado lo que sea, también es una víctima potencial. El grupo de acosadores se siente autorizado para dirigir su agresión hacia esas personas diferentes. Y si sospechan que su blanco es homosexual o transgénero, la situación puede llegar a límites lamentables.

En la Encuesta nacional de clima escolar LGBT en Colombia, presentada en 2016 por Colombia Diversa y Sentiido, el 50% de las personas LGBT afirmaban haberse sentido inseguras en su colegio por razón de su orientación sexual o su identidad de género.

En 2014, Sergio Urrego, un joven homosexual de dieciséis años se quitó la vida por causa de la discriminación que había sufrido por parte de las directivas de su colegio. El caso dio origen a la sentencia T-478 de la Corte Constitucional, que reglamenta la creación de Comités de Convivencia en los centros educativos y establece una ruta de atención en casos de abuso escolar.

Ninguna persona debería ser discriminada por algún rasgo de su personalidad o por su apariencia física, y la escuela debería ser el lugar en donde las personas se sientan seguras, acogidas y aceptadas y aprendan a actuar en coherencia también.

El profesor Luis Miguel Bermúdez, ganador del Premio Compartir al Maestro en 2017, generó un proceso de educación para la sexualidad que ha tenido impresionantes resultados en la disminución de embarazos adolescentes en su colegio, según él, gracias a que el proyecto se centra en generar un cambio cultural.

Además: Juntos en la diferencia

Bermúdez afirma que las relaciones sexuales a edad temprana y los embarazos no planeados tienen una importante raíz en la homofobia. La necesidad de demostrar su hombría impulsa a los jóvenes varones a adoptar posiciones de poder frente a las mujeres y a asumir la sexualidad de manera irresponsable. El macho dominante no se preocupa por un embarazo a edad temprana, pues finalmente no es su cuerpo el que queda preñado y en su concepción de hombre, acceder a relaciones sexuales sin la debida protección no es una falta. Más bien, se puede ver como un valor.

La tarea de generar ambientes dignos para el aprendizaje y la convivencia nos plantea el enorme reto de contribuir a generar un importante cambio cultural: presentar como un horizonte deseable un modelo de hombre responsable que puede asumir otro riesgo mucho más desafiante, el de respetar el cuerpo y la integridad de las otras personas, un modelo que se convierta en un valor para la edificación de relaciones de respeto y de garantía de derechos para todas las personas.

Muchos hechos no deseados, muchos actos que no deberían ocurrir nunca, como el suicidio de un joven, la maternidad a edad temprana o el acoso a personas por razón de sus diferencias, dejarán de ocurrir si los niños, niñas y jóvenes, ciudadanos en formación, pueden dejar de lado la obligación cultural de demostrar hombría o de ser la princesa del cuento de hadas para enfrentar la vida y las relaciones humanas de manera franca, asumiendo las responsabilidades de sus decisiones autónomas.

*Coordinador de la Red de Liderazgo Educativo en la Fundación Empresarios por la Educación, una organización de la sociedad civil que conecta sueños, proyectos, actores y recursos para contribuir al mejoramiento de la calidad educativa.

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