El orientador ecuatoriano espera conducir al DIM hacia la séptima estrella y, de paso, convertirse en el primer director técnico del vecino país campeón del fútbol colombiano.
Era un promisorio volante de creación, talentoso, pausado, con pase gol y amplia visión de la cancha. No en vano debutó profesionalmente a los 17 años con el elenco Guayaquil Sport Club y de inmediato el poderoso Barcelona de su país puso sus ojos en él.
En ese momento la vida le ofreció una oportunidad que cambió su rumbo para siempre: obtuvo una beca para estudiar en Estados Unidos. Sin pensarlo, emprendió vuelo a territorio norteamericano y allí encontró su lugar en el mundo, donde vivió casi la mitad de su vida y acumuló experiencia y conocimiento para desarrollar su faceta en la dirección técnica.
“El balón fue mi compañero fiel desde la infancia. Esta pasión nació conmigo e irremediablemente mi destino estaba ligado al fútbol. Jugaba realmente bien, me destacaba en los equipos en los que estuve, llegué incluso a formar parte de una preselección del Ecuador, pero la vida en Estados Unidos me abrió la cabeza por completo. Conocí y compartí con entrenadores de prestigio, aprendí de diferentes escuelas, entre ellas la alemana, la inglesa y la brasileña, y de todas asimilé e incorporé conceptos que me sirvieron de base para iniciar mi carrera como técnico. Jugué un par de años y paralelamente descubrí esta pasión, que es dirigir”, aseguró Octavio Zambrano, quien pretende convertirse en el sexto entrenador que levanta el trofeo de campeón con el DIM.
El ecuatoriano está viviendo un sueño. Se encuentra a 90 minutos de levantar el trofeo de campeón con el elenco antioqueño y ya consiguió la clasificación a la Copa Libertadores del próximo año, “jugando fútbol del bueno”, como dice la popular canción de Alfredo Gutiérrez y como le gusta a la afición Poderosa.
“Me encanta el paladar que tiene el hincha antioqueño. Recuerdo un partido que perdimos ante Cali en Palmira (3-2) y la gente en la semana siguiente me felicitaba por la forma en la que jugó el equipo, pese a la derrota; ahí comprendí en carne propia el gusto por el buen fútbol que reina en esta ciudad. Porque días después le ganamos con lo justo a Rionegro Águilas (1-0) y más allá de la victoria sentía algunos murmullos del hincha, inconforme por el juego que mostró el equipo. Eso indica que el aficionado del DIM gusta del buen trato al balón y eso me encanta, porque va muy ligado al sentir que tengo del fútbol”, señaló el profe, quien se considera un entrenador versátil, por lo tiene a un técnico en específico como referente.
“De todos aprendo un poco. En Estados Unidos conocí y trabajé con el alemán Lothar Osiander, con el brasileño Rildo Menezes (formó parte del histórico Santos de Pelé), y con entrenadores ingleses. Luego, a finales de los 90, tuve una pasantía por Holanda, estuve muy cerca del técnico Leo Benhakker, observando los trabajos del club Feyenoord; siempre me atrajo el balompié holandés por todo lo que generó la selección de los años 70, encabezada por uno de mis ídolos, Johan Cruyff. Luego trabajé en Hungría, donde también aprendí muchísimo, no nos podemos olvidar que el fútbol húngaro fue potencia mundial en los año 50, esa selección llegó hasta la final del Mundial de Suiza 1954 con jugadores sobresalientes. De cada lugar en el que he estado me he llevado grandes experiencias y ahora mismo en Colombia sigo aprendiendo e incorporando conceptos”, aseguró Zambrano.
Guarda una amistad entrañable con Juan Carlos Osorio, con quien trabajó durante su paso por el MetroStars de Nueva York: “Juan es un amigo del alma, de la vida. Hemos compartido momentos inolvidables, de familia, buenos y malos, estuve muy cerca de él cuando su padre se encontraba muy enfermo. Me alegra y enorgullece ver su evolución, los éxitos conquistados, dirigir grandes clubes y selecciones, estar en un Mundial. Es un entrenador de élite y muy inquieto, siempre con el deseo de aprender y seguir creciendo profesionalmente”, indicó.
También profesa admiración y cariño por Francisco Maturana: “Cuando Pacho viajaba con la selección Colombia a Estados Unidos a disputar partidos amistosos, nos sentábamos junto con Juan Carlos (Osorio) y pasábamos horas y horas hablando de fútbol y de la vida. Maturana es una cajita de música, una persona muy sabia, a quien el fútbol colombiano le debe gran parte de su evolución y crecimiento”, dijo.
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Feliz en Colombia
Zambrano ya había tenido un paso por el fútbol colombiano, cuando entre 2012 y 2013 dirigió al Deportivo Pereira, que en aquel momento ya estaba en la Primera B. De aquel momento al día de hoy -asegura- el fútbol colombiano ha tenido un crecimiento vertiginoso: “El fútbol de Colombia está pasando por un momento estelar, me atrevería a decir que es uno de los países con producción de jugadores de excelente nivel técnico más importantes del mundo. Cada día surgen más y más jugadores de jerarquía, para un entrenador es una bonanza, desde el punto de vista de materia prima, por la cantidad de futbolistas de primer nivel que salen desde la cantera”.
Y en ese sentido hizo un detallado análisis de la plantilla de jugadores que tiene a disposición en el DIM: “Debo decir que este es el mejor grupo humano y competitivo que he tenido en más de 20 años en la dirección técnica. Cuento con un plantel en el que sobresalen aspectos como la lealtad, el compañerismo y el sentido de pertenencia. Tengo un arquero estelar como David (González), que a pesar de tener 36 años se esmera como ninguno por mejorar, por entregarse al máximo y por ello podrá jugar muchos años más en el alto nivel. Cuento con un crack, un distinto como es Andrés Ricaurte, un jugador que a pesar de que ha plasmado todo su talento y capacidad, considero que todavía puede dar más, lo que habla que estamos ante un jugador con proyección internacional. Germán Cano es ese depredador de área que nunca negocia un esfuerzo, que tiene constancia, amor y pasión por lo que hace, nuestro goleador y hombre muy importante para el equipo”.
“Estamos maravillados con el potencial de Jesús Murillo -prosiguió-, un jugador con grandes cualidades y le estamos dando más argumentos para seguir elevando su potencial; de Larry Angulo puedo decir sin temor a equivocarme que de acá a dos años no estará con nosotros en el equipo, porque es un jugador de jerarquía, que cada vez muestra más y más sus condiciones, al igual que William Parra, que sigue evolucionando en su proceso de formación. Cuando se dio la salida de Didier Moreno le dije a don Raúl (Giraldo, máximo accionista del club) que el error no está en vender jugadores sino en no tener a por lo menos dos jugadores detrás, listos para recibir su oportunidad y afianzarse. Es lo que ocurrió con estos dos muchachos, que entraron muy bien, se consolidaron y todavía tienen más para aportarnos”.
El orientador también elogió a Juan Fernando Caicedo, de quien pondera “su alegría, su personalidad, el liderato innato que tiene y la capacidad para unir a un grupo, aparte de sus condiciones. Elvis Perlaza también ha demostrado todos sus argumentos, tenemos a un Sebastián Macías que es el típico talento formado en la calle, con desparpajo y personalidad; contamos con jugadores de experiencia y recorrido, como Yulián Anchico, quien a pesar de no jugar todos los partidos es el primero que está para apoyar y enviarle buena energía a sus compañeros; además de los juveniles, como Bryan Castrillón, una promesa del fútbol colombiano. En fin, contamos con una plantilla de jugadores muy completa, muchachos que tienen hambre de gloria y que le quieren entregar una gran alegría a la afición”, indicó.
El profe está feliz. Ya cumplió el primer objetivo, el tiquete para la Libertadores, y ahora el reto pasa por dar la vuelta olímpica en casa el próximo domingo. Sin embargo, siempre va más allá y su convicción de acá en más será convertir al Medellín en un equipo copero, con un proceso serio que lleve a la consecución de una amplia figuración internacional: “Quería llegar a un equipo con aspiraciones, creo que me encuentro en el lugar indicado. No somos un club rico y por ello apelamos al esfuerzo, sacrificio y constancia, lo cual hace que todo sea más satisfactorio. El gran reto para una institución no es disputar un torneo internacional, sino mantenerse y perdurar en la élite, eso es lo que quiero para el Medellín: un equipo que sea reconocido en Suramérica, que se acostumbre a jugar la Copa Libertadores y, por qué no, llegar a pelear ese título internacional”.
Un anhelo que no sólo tiene Octavio Zambrano sino toda la familia Poderosa. Por lo pronto, la meta está en dar la vuelta olímpica el domingo 16 de diciembre, en casa y celebrar la séptima estrella.