Nuestro himno recoge todo lo que para ese presente y para todo el futuro de la mujer, concibió el siempre amado y recordado fundador del Instituto Central Femenino.
Era el año de 1945 y las alumnas del Instituto Central Femenino de Medellín, disfrutábamos de las festividades conmemorativas de los diez años de fundación de nuestro Colegio, el que con el correr del tiempo se llamaría CEFA.
Uno de los especiales actos fue, en ese momento, el estreno de nuestro amado Himno. Por primera vez iba a ser cantado por todo el alumnado y para ello nos habían exigido llevar el uniforme de gala: medias largas de seda (sin importar la edad), zapatos negros con dos centímetros de altura en el tacón, un vestido azul oscuro, especie de “estilo sastre” con camisa blanca y un sombrerito estilo holandés, también azul. Con esta elegancia y con el orgullo de ser alumnas del I.C.F. desfilamos, cantando, por las calles vecinas a la sede del colegio, la misma de hoy.
Los autores del Himno encabezaban el desfile: el sacerdote sonsoneño, canónigo y doctor Bernardo Jaramillo Arango autor del poema más didáctico e iluminante, dedicado a la adolescencia femenina; y el compositor que, con acordes marciales, puso las notas al poema convocatorio a mujeres, para escalar todas las cimas: el nunca olvidado maestro Carlos Vieco Ortiz.
Desde entonces, el Himno se ha venido cantado así, tal como fue creado; sin alteraciones caprichosas, ni personales, ni políticas, y continúa marcando la ruta de las, ayer, alumnas del Instituto Central Femenino y de las de hoy, estudiantes del CEFA.
Ese himno- en sus brillantes y poéticas metáforas - es un llamado a superar dificultades, a ser mujeres del futuro, con virtud, dignidad y sabiduría. Nos advierte que la consigna de tener honor, fe, espíritu de sacrificio, amor e idealismo, es nuestra bandera de combate en cualquier campo.
Por su altura poética, filosófica, didáctica y musical es imposible remplazarlo, como lo pretendió hace muchos años una de sus directivas (“de cuyo nombre no quiero acordarme”), dizque porque este himno era anticuado y había que modernizarlo, que era muy romántico, que había expresiones que no se entendían – nada menos que las metáforas - etc. etc.; pero en su afán de “llevar la contraria” no pudo hallar ni un poeta ni un músico que pudieran derrumbar la férrea y elegante estructura del Himno oficial del I.C.F. - CEFA –.
Y, es que todos los principios fundacionales del Colegio están resumidos allí. Nuestro himno recoge todo lo que para ese presente y para todo el futuro de la mujer, concibió el siempre amado y recordado fundador del Instituto Central Femenino, el ilustre profesional, en ese entonces con veintitrés años de edad y Director de Educación en Antioquia, Joaquín Vallejo Arbeláez: era urgente formar mujeres profesionales en todas las áreas, igual que los hombres, pues la mujer solo se ocupaba en ese momento, en aprender a tocar piano, a dibujar, a pintar, a manualidades y a filigranas, a la caligrafía……
Todo cambió en 1935: nació el único colegio en Colombia formador de mujeres bachilleres que marcaban su paso hacia las universidades. Y lo ha logrado de manera sobresaliente; ha tenido siempre excelentes directoras entre las que destaco, y con honores, a Lola González y a Gladis Otálvaro.
Felicitaciones al CEFA; a sus cuerpos: directivo, administrativo, profesoral y estudiantil; y aplausos por ser, aún en este siglo XXI, bandera de nobles combates, de dignidad y compromiso, de ética y honradez.
Maestro Carlos Vieco Ortiz (1904 – 1979)
Gran figura de la música colombiana, cuya actividad se realizó en el campo de la educación. Fue, durante 26 años profesor de música en el I.C.F. – CEFA.
Muchas de las generaciones que pasaron por los claustros del Instituto Central Femenino, lo vimos con igual vigor espiritual, siempre fiel a sus principios éticos y estéticos; su varonil talante respetuoso, sereno, reposado y humilde. Un músico-maestro que valía por su sobriedad en las palabras, su discreción en la conversación y su receptividad para la belleza y la armonía.
Doy testimonio de su amor por la música y de su devoción por el mensaje que ella entrega; de su ejemplar comportamiento como maestro; de sus métodos sencillos y simples para que sus alumnas aprendiéramos a cantar desde el corazón y desde la alegría de vivir; pudiéremos leer notas en sus pentagramas y distinguir claves.
La producción musical del maestro Vieco abarca más de tres mil composiciones entre: pasillos, bambucos, valses: Invierno y primavera, Triste y lejano, Hacia el Calvario, Plegaria, Tierra labrantía, Cultivando rosas, etc., todas ellas con letras de grandes poetas como León Zafir, Bernardo Mejía Palacio, e interpretadas por figuras destacadas del canto como Alfonso Ortiz Tirado, Margarita Cueto…
El maestro Carlos Vieco fue condecorado con la Cruz de Boyacá, y tres veces con la Estrella de Antioquia: dos en plata y una en oro. Recibió también la Medalla al Mérito de Colcultura y el Premio “Germán Saldarriaga del Valle”.