La pregunta es lógica: ¿Los miembros de la Comisión de la Verdad no debieron ser escogidos entre quienes representan la justicia de un Estado de Derecho?
El exministro Pinzón ha dado una opinión –bastante sustentada por cierto- sobre la Comisión de la Verdad y el hecho de que la mayoría de sus miembros (as) sean sesgadamente de izquierda. Lo cual es cierto y por lo tanto hace discutible su nombramiento en la medida en que la tarea de una Comisión de la Verdad debe ser la de aclarar con criterio racional la verdad respecto a los horrores que el pueblo colombiano ha padecido por parte de un grupo de violentos que quiso imponerse a través de la llamada violencia revolucionaria y es el grupo con quien el Estado ha firmado un Acuerdo de Paz y por otro lado lograr diferenciar estos ángeles del materialismo histórico de los también siniestros grupos de delincuencia del narcotráfico en unas fronteras donde unos y otros muchas veces llegan a confundirse. Una Comisión de la Verdad exige la presencia de jueces probos capaces de vencer la tentación de partir de una Verdad pre-fabricada por parte de cualquier ideología al uso porque la Verdad es el único camino posible hacia la reconciliación y la paz. ¿Cuáles son al respecto los fundamentos de justicia establecidos como premisas por esta Comisión de la Verdad para juzgar a los distintos culpables de este horror que hoy seguimos viviendo si todavía aún no hemos hecho claridad sobre conceptos definitorios como crímenes de lesa humanidad, genocidio? Los juicios a los jerarcas nazis, a los dirigentes soviéticos - ejemplo que no me cansaré de repetir- por sus atrocidades se extienden hoy a Castro, Ortega, Maduro, y a quienes a nombre de cualquier ideología inhumana pretendan justificar una violencia ciega. Entonces la pregunta es lógica: ¿Los miembros de la Comisión de la Verdad no debieron ser escogidos entre quienes representan la justicia de un Estado de Derecho? Alfredo Molano q.e.p.d. quien nunca negó su cercanía ideológica con las Farc conoció de primera mano las andanzas de los distintos frentes, lo que le impedía como lo dije en una columna aparecida antes de su muerte, ser parte de la Comisión de búsqueda de una verdad cuyos victimarios ya conocía. Hace poco el padre De Roux firmó con el Arzobispo Darío Monsalve un equívoco comunicado sobre el actual Bojayá sin que para nada mencionara al directo responsable de esa matanza, Benkos Bihojó ni haya señalado al Eln como responsable del asesinato de líderes indígenas y afrodescendientes. ¿No debería el padre de Roux ahorrarle tiempo y dinero a los contribuyentes y no dilatar la espera para que el país conozca la verdad sobre los autores de masacres y matanzas cuyos nombres le son familiares desde hace tiempos? Una militante de izquierda como Michel Bachelet dio una demostración de su altura moral al presentar al mundo un informe objetivo sobre las cloacas del madurismo. Los métodos de la llamada justicia revolucionaria donde a nombre de una “verdad” totalitaria se recurrió a toda clase de vejámenes, torturas psicológicas y físicas para señalar a los “culpables” nos sirven en nuestro caso, repito, para poner de presente ante la opinión pública la diferencia que existe entre una justicia democrática nacida del Humanismo y las farsas de esos” tribunales del pueblo” . La Mona González ha tenido siempre la sinceridad de reconocer que milita en el partido Farc lo que éticamente la imposibilita a la hora de desentrañar la maraña de mentiras, encubrimientos, que es necesario desvelar para encontrar a los verdaderos culpables y reconocer el sacrificio de las víctimas, pues la verdad es un problema moral y no un problema político. Recibí un mail anónimo que dice que “Darío Ruiz a través de sus artículos va señalando el nombre de aquellos a quienes considera sus enemigos” Claro, ellos pueden calumniar impunemente, chantajear a quien discrepa de sus estrategias recurriendo a la falacia de que criticarlos los puede exponer a que los maten. Una manera disfrazada de negar la libertad de opinión frente a una problemática decisiva que es pública por lo tanto y admitir que quienes realmente corren peligro son aquellos que, en una demostración de libertad intelectual, se han atrevido a hacerles reparos . Vuelvo a Antonio Machado: “Ni mi verdad ni tu verdad: la verdad”