Colombia necesita gobernantes y líderes que tiendan puentes, que nos acerquen para encontrarnos y posibiliten la convivencia civilizada.
La protesta ciudadana iniciada el 21 de noviembre invita a variadas reflexiones. Múltiples lecciones que deben ser analizadas por el Gobierno Nacional, el Estado y la sociedad entera, con el fin de estimular una autocrítica para detectar los errores que por acción u omisión se han cometido y tomar responsablemente las soluciones pertinentes.
Sin duda, Colombia presenta un peligroso ambiente de polarización que afecta a todos los ámbitos de la vida nacional. Se ha sustituido el diálogo argumentativo y respetuoso por la mentira, la descalificación y la estigmatización, generando odio en la sociedad colombiana, dificultando el escenario adecuado para los indispensables consensos que faciliten el diseño e implementación de las soluciones.
Permítanme compartirles oportunos mensajes del Papa Francisco, que pueden ser de mucha utilidad. El Pontífice ha orientado su magisterio sobre la “cultura del encuentro” en la perspectiva de motivar al mundo para que seamos solidarios y respetuosos de todos los seres humanos. En su visita a Colombia ( sepbre. 2017), interpretando a millones de víctimas de la violencia, fue enfático en sus llamados a la reconciliación y la convivencia. Lamentablemente fueron desatendidas sus palabras.
Colombia necesita gobernantes y líderes que tiendan puentes, que nos acerquen para encontrarnos y posibiliten la convivencia civilizada.
Colombia debe insistir en la convergencia de las diversas culturas, tradiciones e ideologías. Tiene que ser posible encontrarnos los colombianos alrededor de propósitos comunes que permitan superar los desafíos de la barbarie e intolerancia.
Nuestra Constitución señala muy categóricamente; “Colombia es un Estado social de derecho…, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general”. (Art. 1)
Todo buen ciudadano debe aportar para que la cultura del encuentro venza la indiferencia y exclusión. El Papa ha señalado que, a menudo, las personas “se cruzan entre ellas, pero no se encuentran. Cada uno piensa en sí mismo, ve pero no mira, oye pero no escucha…El encuentro es otra cosa” (https://bit.ly/2Yu6WcB)
Es urgente recuperar la importancia del encuentro dentro de nuestras familias, Con familias divididas nada positivo puede esperarse en la sociedad.
No nos tratemos como enemigos, somos compañeros de viaje en nuestra Patria, convencidos de que el bien de cada uno se encuentra en el bien de todos. Algunos estudiosos comparan la sociedad con un poliedro donde las diferencias puedan convivir complementándose y enriqueciéndose unas a otras.
El presidente Duque ha denominado su gobierno como un Pacto por Colombia; éste se logrará si estimula la cultura del encuentro, sustentado en un pacto cultural que servirá de base para el pacto social y político teniendo en cuenta la rica diversidad cultural y regional, respetando el modo de ver la vida, de opinar, de sentir y de soñar de cada ciudadano.
El Papa Francisco exhortó a los jóvenes participantes de la Jornada Mundial de la Juventud (Panamá, enero 2019) a seguir cultivando la “cultura del encuentro” para desautorizar a quienes siembran división y excluyen a los que “no son como nosotros…el amor verdadero no anula las legítimas diferencias, sino que las armoniza en una unidad.. Encontrarse no significa mimetizarse, ni pensar todos lo mismo o vivir todos iguales haciendo y repitiendo las mismas cosas, escuchando la misma música o llevando la camiseta del mismo equipo de fútbol. No, eso no…la cultura del encuentro es un llamado e invitación a atreverse a mantener vivo un sueño en común. Sí, un sueño grande y capaz de cobijar a todos”. (https://bit.ly/343P2yD)
Nos unimos o nos hundimos es el apremiante desafío que hoy tenemos. Trabajemos por una Colombia próspera para todos sus ciudadanos.