Nos sigue faltando disciplina

Autor: José María Dávila Román
17 abril de 2020 - 12:00 AM

Los colombianos tenemos otras virtudes: la capacidad de emprender, de arriesgarnos, de poner buena cara a las dificultades, de ser solidarios, pero nos sigue faltando ese grado de disciplina que como sociedad nos permita avanzar.

 

Medellín

Me gusta mucho una frase popular de los japoneses que dice tarde o temprano la disciplina vencerá la inteligencia”, porque la disciplina exige salirse de la zona de confort, exige dar esa milla extra para lograr los propósitos personales y profesionales que cada uno tenga. La disciplina es incómoda y retadora. Exige madrugar cuando podemos dormir hasta tarde; leer cuando podemos ver televisión; estudiar cuando podemos jugar; y en esta cuarentena, quedarnos en casa para evitar contagios.

Los alemanes son otro ejemplo de pueblo disciplinado, rápidamente reconstruyeron su nación después de quedar devastados con la Segunda Guerra Mundial y en menos de un siglo son la potencia económica de Europa, son líderes, entre otras industrias, de los sectores farmacéutico y automotriz: Bayer, BMW y Mercedes Benz son empresas teutonas.

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Hace cuatro años conocí a unos alemanes que estaban de intercambio estudiantil en Colombia y me asombró la fluidez con la que hablaban español, incluso varios de ellos habían incorporado el acento de Antioquia y otros el de Argentina porque habían vivido allí; no sólo hablaban nuestro idioma, sino también inglés, francés, más su lengua nativa. No pasaban de 22 años. Les decía que “eran muy inteligentes”, pero uno de ellos respondió que no, que más que eso, eran disciplinados, que cuando se proponían a aprender un idioma, lo aprendían, que, si se comprometían a estudiarlo 4 horas a la semana, efectivamente estudiaban ese tiempo.

Los colombianos tenemos otras virtudes: la capacidad de emprender, de arriesgarnos, de poner buena cara a las dificultades, de ser solidarios, pero nos sigue faltando ese grado de disciplina que como sociedad nos permita avanzar y pasar de pensar en el interés individual al bienestar colectivo, a pensar en que, si al otro le va bien, a mí me va bien.

Los casos que se presentaron el pasado fin de semana, en el culmen de la Semana Mayor, donde ciudadanos de Liborina, Olaya y Jericó en Antioquia, violaron la cuarentena para asistir a las procesiones muestra el bajo nivel de responsabilidad que tenemos; a eso se suma que ese mismo fin de semana, se registraron llegadas de turistas, como si fuera un festivo corriente, a municipios como Anapoima en Cundinamarca; y ni qué decir de los que le hacen el quite a la norma - cuando no existía el pico y cédula- varios ciudadanos salían todos los días con la excusa de ir a mercar o hacer una diligencia en el banco; ahora con esta restricción, sale de nuevo a flote nuestra creatividad, y esta misma semana, en Cali, las autoridades revelaron que algunos ciudadanos se están haciendo pasar por médicos para salir a las calles. También se reportó la captura de dos hombres que se camuflaron en una ambulancia para transportar a una familia desde el departamento de Nariño hasta Antioquia.   

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Sé que es un esfuerzo quedarse en casa tanto tiempo -ya vamos para un mes- y que la mayoría de la población tiene que rebuscarse la comida, incluso pagar diariamente su alojamiento, y esto los obliga a estar afuera, esta situación, es dentro de todo, comprensible, por eso las autoridades deben garantizar que las ayudas básicas que se anunciaron con rapidez, lleguen de la misma forma a los que más lo necesitan para evitar el malestar social que se está generando en partes de Colombia como Bogotá, Santa Marta y Medellín que mediante cacerolazos se viola la cuarentena para reclamar los auxilios y aguantar estos días de encierro.

Lo que no es justificable, es que otros ciudadanos por deportividad o aburrimiento, rompan las restricciones para actividades de ocio, recreación y fiestas.

El brote de coronavirus que se reportó desde la Minorista de Medellín muestra que el virus está a la vuelta de la esquina y viviendo con nosotros, para vencerlo se requiere disciplina, compromiso y responsabilidad, valores que debemos trabajar e interiorizar como colectivo pero que a la vez empiezan con nosotros mismos; desde el ejemplo, no esperemos a que otros lo hagan y construyamos país.  

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